El Ford Fiesta salió al mercado español en el verano de 1976, a consecuencia de la demanda de coches pequeños de bajo consumo motivada por la crisis de octubre de 1973, también conocida como primera crisis del petróleo, y la necesidad por parte de la marca del óvalo de tener un competidor en España frente a los Renault 5 y los SEAT 127. Le dedicamos un artículo en profundidad, pero aquí tenéis un escueto resumen.
Este pequeño utilitario nació del Proyecto Bobcat (gato montés) y el nombre lo eligió Henry Ford II, a pesar de que el nombre más votado fue “Bravo” y de que el término “Fiesta” estaba registrado por General Motors, aunque al final lo cedió de forma gratuita a Ford. Se fabricó únicamente en versión de tres puertas con tracción delantera, y mirado de frente era una réplica en miniatura del Ford Granada .
La fabricación de este modelo supuso un gran hito tanto para España como para Ford, pues supuso la entrada de la marca americana en un país con un marcado espíritu proteccionista como el nuestro, y se hizo a lo grande con la inauguración de la fábrica de Almussafes (Valencia) en octubre de 1976. El propio presidente de la compañía, el mentado Henry Ford II, vino personalmente a la inauguración de la factoría. El Gobierno de España puso condiciones para exportarlo, como que la mayoría de sus piezas fuesen también de proveedores locales.
La mecánica de acceso era un cuatro cilindros de 957 cc con dos niveles de potencia (40 CV y 45 CV), seguido de los bloques de 1.1 (53 CV) y 1.3 (60 CV). Posteriormente, apareció en el año 1980 la versión Supersport con el motor 1.3 potenciado hasta 66 CV para un peso de 770 kg, y en 1983 nos encontramos con el Fiesta XR2, con un motor 1.6 de 83 CV para mover 801 kg, unas relaciones peso/potencia que no estaban nada mal. Sus medidas eran las siguientes: 3.650 mm de largo por 1.580 mm de ancho y 1.370 mm de alto. Las primeras unidades llevaban caja de cambios de cuatro velocidades con frenos de disco delanteros y de tambor traseros.
Uno de los puntos de su éxito era su bajísimo consumo para la época; con el motor de acceso de 40 CV consumía 5,6 l/100 km a 90 km/h y 7,9 l/100 km por ciudad.
Llamaba la atención la suavidad del pedalier, volante y palanca de cambios y una correcta posición al volante, lo que hacía de él un coche cómodo para llevar a no ser por la sequedad y dureza de la suspensión: la delantera tenía recorridos cortos y era blanda, al mismo tiempo mientras atrás resultaba muy dura. Si a esto unimos la inexistencia de barras estabilizadoras nos encontrábamos con una sensación de flotabillidad a la entrada y a la salida de las curvas.
Respecto a sus terminaciones teníamos una gama compuesta por tres niveles: L, que era la más sencilla; S, de nivel medio pseudodeportivo, y Ghia, que tenía los acabados más lujosos. También nos encontramos dos versiones deportivas comentadas anteriormente, la XR2 y la Supersport. Interiormente era un modelo de gran amplitud, tanto delante como detrás, y con una gran luminosidad debido a su importante superficie acristalada. Por lo demás era un coche bien construido y rematado, tenía una buena calidad percibida y no se apreciaban ruidos extraños ni grillos.
El Fiesta es el único modelo de Ford que mantiene el nombre original desde su nacimiento y además tiene la misma denominación en todos los países del mundo donde se comercializa
La unidad nº 1.000.000 se alcanzó el 9 de Enero de 1979, 29 meses después de empezar la producción en serie.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS