Ocho años pasarían desde que Pininfarina esculpiera a base de trazos en un papel el primer Superfast -basado en el 410 Superamerica- y lo mostrara al mundo en el Salón de París, hasta que en 1964 se presentó el Salón del Automóvil de Ginebra el Ferrari 500 Superfast, ya como un producto oficial de Ferrari y no un verso suelto de Pininfarina.
Entre 1956 y 1966 aparecerían en total tres versiones con el apellido Superfast, pero hoy os traemos hasta esta sección la que sería la última y más refinada evolución de aquel imponente deportivo, de la cual solo se fabricarían 36+1 unidades y que a día de hoy es uno de los coches más bellos que ha fabricado Ferrari a lo largo de su historia.
El destino de aquel modelo era claro, los EEUU, básicamente por lo enorme de su motor en aquel tiempo, un 12 cilindros en V a 60º de 4.962 cc, y su potencia nominal cifrada en nada menos que 400 CV. Eso lo convertiría a lo largo de las dos décadas siguientes en el deportivo más potente que hubiera fabricado la marca hasta 1984, momento en que Ferrari presentaría el 288 GTO Bi-Turbo, que igualaría los datos del 500 Superfast.
El Ferrari 500 Superfast se coronaba a mediados de la década de los 60 como el coche más lujoso y potente que la firma italiana había fabricado hasta ese momento
Aquel excelso bloque quedaba alimentado por una batería de carburadores Weber 40 DCZ6 e iba asociado a un cambio de cinco relaciones manual y embrague hidráulico (de cuatro con accionamiento mecánico en los Superfast previos), contaba con una compresión de 8,8:1 y sus prestaciones estaban a la altura de lo esperado.
Por lo tanto, los 1.400 kilogramos del 500 Superfast eran catapultados hasta los 250 km/h, aunque una de las opciones que se le daba a los clientes era la de modificar las relaciones del cambio, logrando llegar a los 300 km/h con la opción de una quinta marcha más abierta.
Estéticamente destacaba su parrilla delantera ovalada con el escudo de la marca en el centro, así como los faros integrados en las aletas delanteras, además de un parabrisas frontal de gran tamaño que ofrecía una visión panorámica a sus ocupantes. Por otro lado, en su lateral resaltaban unas branquias integradas justo por detrás del paso de rueda y abajo de estas el escudeto y nombre de su diseñador, Pininfarina.
Tanto en el frontal como en la parte posterior resaltaban unos paragolpes cromados que cubrían el contorno de sus esquinas, sin llegar a unirse entre sí, dándole un tono elegante. También en la zaga daban un sello de identidad sus ópticas con triple piloto circular, poniéndonos de manifiesto que estábamos ante un automóvil de la casa de Maranello.
Todo en el 500 Superfast estaba concebido de una manera excelsa, siendo el mercado norteamericano su principal lugar de ventas
A nivel de bastidor el 500 Superfast contaba con un chasis fabricado en acero tubular apoyado en unas suspensiones de tipo independiente en el frontal, con brazos paralelos y amortiguadores helicoidales, estando compuesta en la zaga por un equipo de ballestas semielípticas y amortiguadores helicoidales. Para la frenada se recurría a discos en las cuatro ruedas con circuitos independientes en cada eje.
Todo quedaba apoyado sobre cuatro preciosas llantas de 15 pulgadas y neumáticos de 205 mm de anchura, fabricadas por el milanés Ruote Borrani, con aro cromado y cierre único mediante palometa central, sistema típico en los modelos de la época como el Aston Martin DB5, consiguiendo un toque de deportividad a la vez de distinción único. Ese mismo gusto por materiales de primera llegaba al habitáculo, donde el cuero, la madera noble o un enmoquetado específico para el modelo hacían de este Superfast 500 el automóvil más elaborado por la marca hasta ese momento.
Este GT italiano se mantuvo en venta hasta el año 1966 con un total de 36 unidades fabricadas, siendo ocho de estas ensambladas con el volante a la derecha. Se contabiliza aparte el Ferrari 500 Superfast Speciale o 330 Superfast para el príncipe Bernardo de Lippe-Biesterfeld, con chasis del 330 GT, motor de 4 litros y carrocería del Superfast. Además, con este coupé la marca cerró una etapa, donde a partir de él ya no volverían a ocurrir algunos hechos que hasta ese momento eran parte de la forma de trabajo de Ferrari.
Tan solo 36+1 unidades de aquel impresionante GT italiano se ensamblaron de una manera artesanal en las instalaciones de la marca en Maranello
Por ejemplo, este es el último coupé de pequeña tirada y fabricado artesanalmente que saldría de las instalaciones de Maranello. A partir del Superfast 500 los nuevos Ferrari deberían llegar a cuotas más amplias de mercado, básicamente por un mero hecho económico, ya que no era rentable para la marca este tipo de productos.
Por otro lado, tampoco volverían a portar las numeraciones de chasis las iniciales del modelo, que en nuestro protagonista de hoy estuvieron comprendidos entre la secuencia de unidades que van del #5951SF al #8897SF; el coche de Bernardo de Lippe-Biesterfeld fue el #6267GT por partir del chasis de un 330 GT. Otras personalidades como Peter Sellers o el sha de Persia, Mohammad Reza Pahleví, que para 1965 encargó dos unidades de este modelo, serían propietarios de algún ejemplar de Superfast 500.
En la actualidad, y como ya os habréis hecho una idea, el precio de un Ferrari Superfast 500 puede llegar a ser astronómico, llegando como la unidad #5985SF -mostrada en el Salón de Chicago-, que fue subastada en agosto de 2016 por RM Sotheby’s por 2.750.000 dólares, precio que en la actualidad -y tal como está el patio con los automóviles clásicos- doblaría posiblemente esa cantidad.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS