Muchas veces, los ingenieros de competición son como abogados. Buscando en los artículos e interpretaciones subjetivas del reglamento huecos por donde poder colar soluciones técnicas poco ortodoxas o, incluso, seriamente cuestionables en su legalidad. Así las cosas, la F1 está llena de ejemplos en los que la picaresca ha aprovechado imprecisiones de la FIA de cara a generar monoplazas más competitivos. O, al menos, intentarlo. Justo lo que ocurrió cuando, en 1977, la Scuderia se lanzó al desarrollo del Ferrari 312 T6. Un modelo de seis ruedas diseñado al hilo del Tyrrell P34 desvelado en la temporada anterior. No obstante, lo mejor será situarnos en el comienzo de esta historia. Una historia que arranca con el estudio del reglamento.
Y es que, a comienzos de los setenta, nuevas precisiones en la normativa de la F1 limitaron la anchura de los neumáticos. De esta manera, la superficie de contacto con el suelo no podía rebasar unos ciertos límites. Por ello, traspasar al suelo la potencia de los motores se convertía en un asunto realmente complicado debido a la falta de adherencia. Así las cosas, diversos ingenieros se percataron de algo a tener en cuenta. Si bien se especificaban reglas muy concretas sobre cómo debían de ser los neumáticos, no se decía nada sobre cuántos podrían llegar a ser. Es decir, existía un hueco en el reglamento mediante el cual se podía aumentar la superficie de adherencia añadiendo más neumáticos en vez de haciéndolos más anchos.
Sin duda una interpretación bastante heterodoxa ya que, al fin y al cabo, si la FIA no había limitado el número de ruedas a cuatro era porque no había pensado en que algún equipo fuera a presentar un monoplaza con seis. No en vano, aunque existen algunos ejemplos en este sentido – algunos Auto-Union previos a la Segunda Guerra Mundial – en los setenta nadie parecía cuestionar que un coche llevase solamente dos ejes y cuatro ruedas. Llegados a este punto, Tyrrell presentó el P34 con dos sus ejes delanteros. Pistoletazo de salida para que otros fabricantes de F1 coqueteasen con la idea de las seis ruedas como una fórmula novedosa para aumentar el agarre de sus monoplazas. Una fiebre de ensayos y errores donde el Ferrari 312 T6 despunta de forma especial.
Poner seis ruedas en vez de cuatro contaba con una gran ventaja de cara a mejorar el centro de gravedad, ya que las llantas podían ser de menos diámetro y, por tanto, hacer que la altura al suelo fuera ostensiblemente más escueta
Ferrari 312 T6, un monoplaza bastante desconocido
Al hablar del Ferrari 312 T6 de 1977 lo primero ha indicar es que sí, que existió. Lejos de ser un unicornio en la cuadra de los cavallinos de Maranello, este diseño de Mauro Forghieri se estuvo ensayando primero en secreto para después mostrarse públicamente tanto en el óvalo de Nardo como en el circuito de pruebas de Fiorano. Lugares donde fue llevado por los pilotos de la Scuderia Niki Lauda y Carlos Reutemann, quienes dieron reportes muy diferentes sobre el prototipo. Y es que, mientras el austríaco se mostraba cauteloso e incluso algo esperanzado sobre las posibilidades del Ferrari 312 T6, el argentino lo descartó de plano. De hecho, incluso llegó a estrellarse con el mismo en otoño de 1977.
Entonces, ¿qué tenía objetivamente de positivo y negativo aquel Ferrari con seis ruedas? Bueno, para empezar el agarre debería – hipotéticamente – aumentar notoriamente. Algo de agradecer dado que no era fácil gestionar la tracción aportada por los más de 500 CV a 12.500 vueltas entregados por su icónico V12 a 180º, capaz de ganar cuatro campeonatos de constructores y tres de pilotos. Además, al contar con neumáticos de menos diámetro la altura disminuía y, por tanto, mejoraba el centro de gravedad. Sin embargo, las pruebas en circuito revelaron cómo la distancia entre la mesa de diseño y la realidad era enorme.
Para empezar estaba el problema del peso; lógicamente aumentado debido a la aparición de un eje trasero que, visto desde atrás, parecía un muro de hormigón. Tras esto, la deformación de los neumáticos en las curvas daba por resultado una disminución de agarre del 35 % respecto a lo registrado en rectas. Es decir, el Ferrari 312 T6 no era demasiado efectivo en materia de adherencia a pesar de contar con esos neumáticos dobles instalados en la trasera. Como colofón, estaba tener que idear un doble diferencial ya que las ruedas interiores no debían girar al mismo ritmo que las exteriores. Además, obviamente toda esta reconfiguración del eje trasero obligaba a repensar totalmente las suspensiones.
Más allá de los problemas con el peso o el diferencial, la precisión de la FIA respecto a la prohibición explícita de las seis ruedas echó por tierra el proyecto
Así las cosas, aquello suponía un reto tecnológico de primer nivel. Además, muy poco tentador ya que, al fin y al cabo, el 312 estaba rindiendo a las mil maravillas con sus cuatro ruedas. Y bueno, por si todo esto fuera poco estaba el problema del suministro de neumáticos ya que éstos debían ser específicos para el Ferrari 312 T6. Justo el mismo problema que acabaría sentenciando al Tyrrell P34 junto a un hecho incuestionable: la prohibición de los monoplazas con seis ruedas en la F1 por parte de la FIA. Una decisión lapidaria para poner fin a aquellos experimentos con los que, incluso la prudente Ferrari, parecía abandonar las sempiternas cuatro ruedas.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS