Presentado en abril de 2011, el DS 5 fue un coche bastante peculiar. Era el tercer modelo de la recién nacida DS, una marca que pretendía recuperar la innovación, el lujo y el estilo del antiguo Citroën DS, pero como marca independiente. Pero además del tercer modelo de la marca, el DS 5 también era el primer coche independiente, no partía de ningún modelo de Citroën como si lo hacían, por ejemplo, el DS 3 o el DS 4 –los Citroën C3 y Citroën C4, respectivamente–.
El DS 5, como decíamos, era un coche bastante particular. Por diseño, resultaba bastante difícil de encasillar. Hay quien lo consideró un monovolumen crossover –monovolumen, quizá, ¿crossover? No– y por su denominación, hubo quien lo consideró un igual al Citroën C5. Sin embargo, compartía plataforma con el DS 4 y por dimensiones, estaba más cerca del segmento de los compactos –4.530 milímetros de largo– y también estaba cerca del segmento de los monovolúmenes –la altura era de 1.505 milímetros–.
Su silueta marcó, en parte, su devenir en el mercado, y también su precio, pues allá por 2012, las tarifas arrancaban en 27.000 euros. El DS 5 buscaba ofrecer un coche diferente, reconocible al primer golpe de vista, pero también se pretendía ofrecer “calidad premium” y muchísimo confort. De hecho, estos dos últimos argumentos eran la máxima apuesta de DS.
Resultó un coche innovador, de eso no hay duda, pero no solo por diseño, ya que mecánicamente apostó por una serie de opciones que por entonces resultaron muy interesantes. Por ejemplo, había un motor 1.6 turbo con 156 CV, así como otra versión del mismo propulsor con 200 CV. La versión de acceso era un turbodiésel de 115 CV que no pegaba en absoluto con el planteamiento del coche –aunque acaparó una gran cantidad de ventas– y se podía pedir con otro turbodiésel HDi con 163 CV. Como colofón en la gama diésel, estaba el BlueHDi con 180 CV.
Sin embargo, la opción más llamativa, y más innovadora, era el DS 5 Hybrid4. Estaba animado por un grupo motor híbrido, compuesto por un propulsor turbodiésel de 163 CV, y un eléctrico de 37 CV situado en el eje trasero, más un tercero que actuaba como generador. En conjunto se anunciaban 200 CV y 450 Nm de par y unos consumos de 3,8 litros.
No era un híbrido enchufable, era un híbrido convencional, con una pequeña batería de 1,1 kWh de capacidad. Es decir, sería lo que ahora llaman “híbrido autorecargable” y aunque era potente y tenía muchísimo par, no era un coche veloz. El 0 a 100 km/h anunciado por la marca era de 8,6 segundos, mientras que la velocidad máxima era de 211 km/h.
Hasta el año 2014 se comercializó como Citroën DS5, pero a partir del año 2014 –desde el mes de julio de ese año–, se retiró la denominación de Citroën y se comenzó a vender como DS 5.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS