La presencia de Daihatsu en nuestro país fue relativamente breve y más bien discreta, pero lo cierto es que nos dejó algunas rarezas dignas de ser recordadas. En España se vendieron, entre otros, el Feroza -un pequeño 4×4 con base compartida con el Bertone Freeclimber-, el Aplause -un sedán de tamaño medio con portón-, el Copen -un pequeño roadster al más puro estilo kei car japonés- y el Terios, el coche que nos ocupa hoy.
En el empeño de querer siempre cuadrar un modelo en un segmento o encontrarle rivales, con el Terios era sencillamente imposible, pero es que en realidad no hacía falta porque en los 90 la imaginación de los fabricantes volaba tanto como las golondrinas de Borges y hasta los nichos de mercado se quedaban cortos para según qué modelos. Con sus 3,84 metros de longitud, el Terios servía para los urbanitas que quisieran moverse por ciudad desde una posición elevada sin renunciar a la practicidad de las cinco puertas.
Para el entorno rural o lugares con nevadas frecuentes o climatología adversa, era también una opción a tener en cuenta por sus cualidades como todoterreno. Algunos veían un punto de monovolumen en su carrocería, aunque esta clasificación sería demasiado forzada por mucho que el Terios contase con un capot inclinado o su altura fuese superior a su anchura (1,69 por 1,56 respectivamente).
Continuando con su motor, aquí sí que parecía claro que el Terios no estaba ideado como un vehículo para recorrer largas distancias por carretera abierta. Su 1.3 de 83 CV limitaba su uso, con una velocidad máxima de 145 km/h y un 0-100 en 16,1 segundos. Cierto es que no todo el mundo conduce a pie de tabla, pero no todo son prestaciones.
Con desarrollos muy cortos y la exigencia de movernos en la zona alta del cuentavueltas para sacarle algo de partido a sus prestaciones, el ruido se colaba en el habitáculo resultando incluso incómodo, como si fuese una alarma que anunciase que el límite máximo aconsejable había llegado. Su chasis de largueros estaba bien para circular fuera del asfalto, pero sobre él no resultaba lo más idóneo, amén de los tarados de suspensión blandos que provocaban balanceos en la carrocería. La aerodinámica y la gravedad confirmaban asimismo cuál no era su hábitat natural.
Dejando a un lado el asfalto, el Terios mostraba sus armas, aunque con matices. Carecía de reductora, pero la tracción 4×4 se acompañaba de un diferencial central y autoblocante trasero. Allí los límites los ponían su altura libre al suelo y los neumáticos más enfocados a su uso por carretera. No era tan eficaz como otros 4×4 pequeños para un uso decididamente offroad, si bien el Terios se defendía con mucha solvencia.
Otra particularidad del pequeño Daihatsu eran sus cinco puertas. Buscando algo similar, nos íbamos hasta algo más de los cuatro metros que medía un Suzuki Vitara Wagon. El plus de practicidad en su tamaño contenido tenía como contrapartida un maletero de 220 litros, insuficiente para viajes en familia. Los ocupantes de todas sus plazas debían lidiar con la escasa anchura dentro del habitáculo. Tanto, que ni siquiera las puertas delanteras contaban con huecos portaobjetos en ellas. El diseño del salpicadero era sencillo, poniendo la nota de color el fondo azul de la instrumentación o el alegre jaspeado de la tapicería.
El Terios se comercializó en nuestro mercado con dos niveles de acabado, DX y SX, separados por 2.600 euros que se justificaban no solo por el superior equipamiento del SX (aire acondicionado, llantas o paragolpes pintados), sino por la tracción más elaborada de este. Con un precio de partida de 13.000 euros de hace veinte años, no era ninguna ganga como herramienta de trabajo o segundo o tercer coche de una familia con el que subir al monte o moverse por ciudad, pero como capricho resultaba bastante asequible, teniendo en cuenta además la exclusividad por tratarse de un modelo minoritario totalmente diferente a todo lo que se vendía en España por entonces.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.COMENTARIOS