Cuando hubo que reemplazar al Citroën Xsara, la opción en la firma francesa fue romper con todo y volver a ser lo que eran, un fabricante con una personalidad muy marcada, de diseños muy particulares y por supuesto, un fabricante innovador. Tiraron la casa por la ventana y desarrollaron una berlina de cinco puertas y un coupé muy llamativo, que resultaron ser un éxito de ventas.
No obstante, antes de la llegada del reemplazo del Xsara, que se llamó Citroën C4 y abandonó las denominaciones con nombres para regresar nuevamente a la combinación de cifras y letras, la marca, como era normal, arrasaba en ventas. Contaba con el 11,8% de cuota de mercado, el Citroën C2 se había llevado el galardón al Mejor coche del año en España 2004 y se adelantó, como otros fabricantes, a la moda crossover, con el lanzamiento del Citroën C3 XTR.
Curiosamente, mientras el Citroën C4 se volvía un éxito de ventas, el Citroën C3 XTR no lograba destacar en exceso, aunque hoy día sería un éxito rotundo en ventas, sin lugar a dudas, pues básicamente hablamos de una versión “aventurera” –ahora les gusta llamarlos así, en lugar de versión campera o todoterreno, que tampoco lo es– del Citroën C3. El C3 apareció en el mercado para ser el relevo del Citroën Saxo, con el que no compartía nada –o casi nada–, ni siquiera motores. El C3 se convirtió en un éxito gracias, entre otras cosas, a su precio, a su versatilidad y a los motores HDi, especialmente en de 70 CV, aunque también tuvo versiones de 90 y 110 CV
Muchos medios de la época lo anunciaron como el coche para la aventura urbana, y acertaron de lleno, pues como cualquier otro crossover basado en un modelo de producción, nunca se diseñó con intenciones de salir fuera del asfalto. No obstante, estéticamente era bastante pintón, como muchas versiones de este tipo, al añadir defensas de plástico sin pintar, que destacaban sobre el resto de elementos y le otorgaban un aspecto más… eso, aventurero, ¿no? También es curioso ver como con el tiempo, los paragolpes, que siempre se ofrecieron son pintar cuando se empezó a adoptar el plástico para su fabricación, pasaron a ir en color de la carrocería y ahora, con la moda aventurera, volvían a sus inicios y todo el mundo parece estar encantado.
Dejando esas cosas a un lado, volvemos al C3 XTR, que apenas variaba nada con respecto a cualquier otra versión de la gama. Tenía las protecciones plásticas en la carrocería, montaba unas barras en el techo y las llantas eran específicas. El resto se mantenía intacto, como la ruedas que movían el coche. De hecho, el Citroën C3 siempre fue tracción, nunca tuvo otra opción.
Se ofreció siempre con motores diésel, con 70 y con 92 CV. Hablamos de inicios de los 2000, cuando el motor turbodiésel dominaba las ventas y nadie pensaba, ni de refilón, en comprar un gasolina. Los concesionarios ya consideraban el motor diésel como la opción “por defecto” y ni siquiera se molestaban en preguntar.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS