Nuestro protagonista de hoy, el Cadillac Seville tuvo cinco generaciones, la primera data de 1975. El Cadillac Seville STS pertenece a la quinta generación, la última, y se vendió en nuestro país de forma oficial.
Si bien es cierto que era un digno rival para las exitosas berlinas alemanas del segmento E, superándolas en todas sus cotas -como buen coche llegado del otro lado del charco-, sus ventas fueron cuanto menos anecdóticas por estos lares. Su problema principal: una única y sedienta motorización de gasolina.
Construida esta generación entre los años 1998 y 2004; nos centraremos en el restyling que experimentó en 2002. Fabricado sobre la plataforma K de General Motors, fue presentado al público español en el Salón del Automóvil de Madrid acontecido en mayo de 2002.
Bajo su capó el conocido como Northstar V8, un bloque de aluminio de 4,6 litros, 32 válvulas en culata del mismo material, inyección indirecta y doble árbol de levas en cabeza. Rendía una potencia máxima de 305 CV a 6.000 vueltas. Gracias a su enorme cilindrada su cifra de par era muy generosa: de 400 Nm disponibles a 4.400 vueltas. Un motor muy “a la americana” al que no le entusiasmaban las grandes estiradas y que iba “poco apretado”.
Dos curiosidades de esta berlina yankee: la disposición de su motor, que iba colocado en posición delantera transversal, y su tracción, que era a las ruedas delanteras -únicamente la primera generación era de propulsión y con motores colocados en posición longitudinal-.
La única transmisión disponible era una caja de cambios automática de convertidor de par de tipo viscoso de solo cuatro velocidades, Hydramatic 4T80-E, aunque con opción de manejo manual. Los desarrollos eran largos: 50,1 km/h por cada 1.000 vueltas en cuarta.
Bajo su larga y elegante carrocería de 4.991 milímetros y casi 1.9 toneladas de peso, suspensiones independientes de tipo McPherson en el eje delantero y de tipo multibrazo en el trasero. Para la detención de esta berlina contaba con frenos de disco ventilados en el eje delantero de 301 milímetros y macizos de 295 mm en el trasero; dotados de un sistema de ABS Bosch 5.3. Iban alojados en el interior de unas llantas de aluminio cromadas de 16 pulgadas sobre neumáticos de 235 milímetros de ancho y perfil 60.
Los medios que lo probaron coincidían en alabar su comodidad y estabilidad en autopistas a altas velocidades, su frenada estable y firme; cojeando un poco en agilidad de conducción en tramos revirados -su carrocería balanceaba más de la cuenta-; aunque no era una berlina concebida para ello, y su elevado peso y tamaño tampoco ayudaban.
Sus prestaciones: 240 km/h de velocidad máxima, tardando 6,8 segundos en alcanzar los 100 km/h, nada mal para esta berlina de carácter más bien tranquilo.
Cadillac se jactaba en esta actualización de haber rebajado la cifra de consumo medio de combustible en 0,2 litros. Aún así, su consumo homologado en ciclo combinado era de 14,1 litros a los 100 km; uno de los motivos de su fracaso en pleno comienzo del apogeo del gasóleo, como decíamos en las primeras líneas.
En cuanto a su equipamiento de serie, destacar el control electrónico de tracción y estabilidad -StabiliTrak lo denominaba Cadillac-, la dirección de asistencia variable en función de la velocidad -Magnasteer- que, gracias a la ayuda de un campo magnético variable aumentaba o disminuía el esfuerzo sobre la dirección asistida.
Finalizaban la lista de equipamiento airbags frontales y laterales, pretensores pirotécnicos en los cinturones de las plazas delanteras -que, curiosamente, iban montados en el propio asiento-, tapicería de cuero con asientos delanteros eléctricos o sensor posterior de aparcamiento.
En su interior, un salpicadero de líneas clásicas que ha envejecido bastante bien. La calidad de materiales era buena, aunque un punto por debajo de las todopoderosas Premium alemanas. Cinco pasajeros encontraban cobijo con cierta comodidad gracias a la amplitud de su cabina.
Las novedades que incorporaba en este lavado de cara -además de las estéticas-, fueron la adopción de un sistema de amortiguación variable con control de conducción magnético e inteligente que en una milésima de segundo era capaz de adaptar la rigidez de esta en función de la calidad del firme. Además, otra chuchería que incorporaba -de manera opcional-, fue un sistema de navegación por satélite con cartografía en DVD y un primitivo y poco efectivo sistema de reconocimiento por voz.
Otras opciones disponibles eran el techo solar eléctrico de cristal, las aplicaciones en madera para el salpicadero, un sistema de sonido firmado por Bose con cargador de MiniDisc, así como la pintura metalizada rojo perla o blanco diamante.
¿Su precio en 2002? 63.300 euros, o unos actuales 87.000 euros con la inflación. Si quieres meter uno en tu garaje, podrás encontrar una buena unidad con pocos kilómetros por unos 6.000 euros. En 2005 sería sustituido por el Cadillac STS, con el que -por suerte- se volvería a los motores longitudinales y a la propulsión a las ruedas posteriores.
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Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)Pues como ha dicho el compañero Roberto, les tengo especial cariño, por ese aura de la marca y ser rarezas por aquí, tengo un vecino muy fan de la marca, a día de hoy posee un CTS, otro que me llama la atención y el SUV medio de mediados de la década pasada, SRX creo que es.
….”ese aura”…..NO
….”esa aura”…..Sí
Hola. No eres el primer que comenta algo así. Debes saber, si no lo recuerdas o eres muy joven para haberla conocido, que antes había una regla que impedía que una palabra que empezaba por una letra concreta, fuera seguida de una palabra que empezaba por esa misma letra, como es el caso. Es lo mismo que usar la letra “U” en lugar de “O” en determinados momentos, como “¿te gusta este U otro coche?”. De hecho, yo mismo la uso porque “esa aura” suena mal, al igual que “esa arma”, “esa águila” o similares. Seguro que me dejo cosas… Leer más »
Aunque es sabido por todos que era de comportamiento mas cercano a una barca del Retiro, que a un kart, desde pequeño los he visto con buenos ojos. Quizás por ser tan exóticos, o por el aura que posee Cadillac gracias al cine. Lo cierto es que nunca me compraría uno, pero si que le tengo cariño.