Coche del día: Bugatti Type 41 “Royale”

Coche del día: Bugatti Type 41 “Royale”

Se fabricaron seis unidades, pero solo se vendieron tres


Tiempo de lectura: 4 min.

No cabe duda de que si Ettore Arco Isidoro Bugatti levantara la cabeza, estaría muy satisfecho con la evolución de su marca de automóviles. Quizá no tanto con algunos detalles, como el hecho de haber estado fuera de combate varias décadas o el haber intentado resugir con el Bugatti EB110 sin mucho éxito (en cuanto a resurgimiento, no en cuanto al coche). Sin embargo, desde que la relanzó Volkswagen, su andadura ha sido de órdago y un éxito en todo el mundo. Solo hay que mirar el prometedor futuro que le espera a la marca, para darse cuenta que VAG hizo un gran trabajo.

Gracias a Volkswagen, hoy, más que nunca, Bugatti está relacionado con el exceso en todos los sentidos. Desde aquel Bugatti EB 16.4 Veyron, todo ha girado siempre alrededor de la potencia desmedida, de la velocidad máxima y del lujo. Nada que no tuviera en mente Ettore cuando puso la firma en funcionamiento, es más, el propio Ettore creó el que, quizás, sea el vehículo más excelso, lujoso y potente de su época: el Bugatti Type 41, conocido como “Royale”. Aquel automóvil, tan caro que ni siquiera los reyes podían comprarlo, fue una oda al exceso, a la potencia y al lujo. Era, por así decirlo, el Veyron de su época, de los años 20.

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El Bugatti Type 41 Royale era la culminación de una idea, de un objetivo: fabricar el mejor coche del mundo. Ettore, que venía de una familia muy acomodada (sus padres era muy adinerados), siempre tenían en mente fabricar únicamente lo mejor, tanto en temas técnicos como en mecánicos y por eso, sus coches siempre fueron muy refinados en cuanto a diseño y desarrollo, empleando técnicas avanzadas e innovadoras y diseños absolutamente rompedores en algunas ocasiones. Bugatti se convirtió pronto en la referencia y era cuestión de tiempo que algo como el Bugatti Royale acabara por aparecer. Y lo hizo en la cúspide de la marca, en el mejor momento de Bugatti como empresa, buscando desbancar a marcas como Rolls-Royce e Hispano-Suiza, según se dice, por Ettore se ofendió por los comentarios de una dama inglesa, que comparó sus coches negativamente con Rolls-Royce.

Todo en el Bugattu Type 41 Royale era exagerado. Para empezar y como detalle para abrir boca, el peso total del conjunto rondaba las 3,5 toneladas y era capaz de alcanzar los 200 km/h. Puede parece poco, pero hablamos de un coche desarrollado en 1926 y con frenos de tambor en las cuatro ruedas. El depósito de combustible alcanzaba los 200 litros, imprescindible dado el descomunal motor colocado bajo el igualmente descomunal capó delantero. El propulsor es uno de los elementos que han ayudado a convertir al Bugatti Royale en un mito, pues incluso hoy resulta una locura. Se trata de un bloque de ocho cilindros en línea de 12.763 centímetros cúbicos y rendía 300 CV a 2.000 revoluciones (el bloque de cilindros medía 1,4 metros de largo y 1,1 metros de alto). Era un motor que también se empleó en aviación y en los trenes de alta velocidad franceses (se usaron hasta los años 50), pero que, en este caso, estaba unido a un cambio con tres relaciones y un embrague multidisco, por supuesto, sin ningún tipo de sincronización.

bugatti type 41 royale esders roadster jean bugatti

Bugatti solo vendía el Royale como bastidor rodante, es decir, sin carrocería, la cual, se encarga a especialistas externos. El precio del chasis rodante rondaba las 5.520 libras, mientras que Rolls-Royce Phantom no llegaba a 2.000 libras. Quizá por eso solo se vendieron tres unidades, mientras que otras tres se quedaron en la familia Bugatti (todas ellas han sobrevivido hasta el día de hoy). Ningún rey ni dirigente mundial tuvo en su poder un Bugatti Royale; era tan caro que ni los reyes podían comprarlo. Dependiente de la carrocería, las medidas podían cambiar, pero el Bugatti Royale más “pequeño” mide 6.710 milímetros de largo, tiene una batalla de 4.320 milímetros y pesa 2.540 kilos.

Entre las curiosidades relacionadas con el Bugatti Type 41 Royale, está el heho de que el Rey Alfonso XIII de España estuvo a punto de recibir uno, pero fue derrocado antes de que eso ocurriera. Otra anecdota, es que Ettore se negó a venderle una unidad al Rey Zog de Albania, afirmando que los modales en la mesa de ese hombre iban más allá de lo admisible. También merece la pena destacar que, durante un tiempo, el propio Ettore estuvo usando un Royale, el llamado “Coupé Napoleon”, que montaba un motor de 14,7 litros, el mismo que se había instalado en el prototipo que se presentó a posibles compradores. Se vendió en 1963 a Fritz Schlumpf y lucío todo tipo de carrocerías, la primera de ellas de origen Packard y luego, tras un accidente de Ettore entre 1930 y 1931 (por quedarse dormido al volante), montó una del carrocero Weymann. Como colofón, John Shakerpeare, padre de William Shakespeare, tuvo una unidad.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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