El Bristol Blenheim 3S era un coche bastante notable a nivel mundial según la propia opinión británica, fabricado por Bristol Cars (2000-2009), el único fabricante de automóviles de lujo que quedaba bajo control británico hasta 2011, cuando se declaró en quiebra y pasó a ser controlado por administradores judiciales. En febrero de 2020 se liquidó la empresa. En 2021 los derechos y la propiedad industrial de Bristol Cars fueron registrados por Bristol Manufacturing Limited, propiedad de Jason Wharton.
Después de esta breve reseña histórica de la marca, veamos a este peculiar coche. Como el resto de los modelos de la marca, el Blenheim se fabricaba de manera totalmente artesanal, beneficiándose de la precisión, exigente habilidad, esmero y cuidado que ponían sus artesanos en el proceso de fabricación. El tiempo medio de fabricación del modelo se multiplicaba por tres o cuatro veces comparado con los tiempos de cualquier otro tipo de coche de lujo elitista. Al reducir de forma deliberada el ritmo de producción se garantizaba la exclusividad y la excelencia en la fabricación.
Este coupé GT de dos puertas y cuatro plazas mostraba un diseño elegante y atemporal, destacando el largo voladizo trasero y la situación del habitáculo, muy alejado del eje delantero. La fila delantera se situaba prácticamente en el centro del vehículo mientras que la trasera iba casi encima del eje trasero.
Llama la atención el alojamiento de la rueda de repuesto, situada en un portón existente en la aleta delantera izquierda, entre la puerta y la rueda
Su interminable capó iba rematado por un frontal con dobles faros redondos, mientras que la zaga presentaba una suave caída del maletero rematada por cuatro grupos ópticos rectangulares. En la parte inferior del paragolpes asomaban dos dobles salidas circulares de escape. La carrocería estaba construida en aluminio. La luminosidad y visibilidad están aseguradas gracias a una elevada superficie acristalada y los delgados pilares.
El espacio interior estaba muy bien aprovechado teniendo en cuenta sus dimensiones exteriores, sobre todo a nivel de anchura. Esto se conseguía mediante una implantación de una consola central delantera estrecha que robaba poco espacio a los ocupantes.
Sus cuatro pasajeros cómodamente asentados en asientos de cuero no tenían problemas de espacio en ninguna de las cotas. No faltaban las maderas nobles como el nogal para crear el ambiente de lujo deseado. Tanto vibraciones como ruidos pasaban muy filtrados al habitáculo gracias a la gran cantidad de material fonoabsorbente.
A pesar de sus dimensiones no precisamente compactas -4.870 mm de largo, 1.765 mm de ancho y 1.441 mm de alto-, su radio de giro no era muy grande teniendo en cuenta su larga batalla de 2.890 mm. Las vías no resultaban muy amplias, con 1.416 mm delante y 1.435 mm detrás, acordes con la anchura. No era ligero, pues pesaba 1.728 kg, y en su depósito de combustible entraban 82 litros.
Combinaba el lujo y el confort al más genuino estilo británico con un potente motor V8 de 5,9 litros y 390 CV, suficientes para empujarlo hasta los 250 km/h y alcanzar los 100 km/h desde parado en 5,4 segundos
El inmenso espacio disponible bajo el capó permitía llevar la rueda de repuesto -su acceso se hacía por una portezuela situada en la aleta delantera izquierda, entre la rueda y la puerta-, la batería y los componentes eléctricos. El depósito de combustible iba situado encima del eje trasero.
Además, se consiguió situar el motor en posición central delantero, entre el eje delantero y el habitáculo, consiguiendo un gran equilibrio de masas y un bajo centro de gravedad, además de un bajo momento polar de inercia. Esto se traducía en una agilidad excepcional, una imperturbable estabilidad a alta velocidad y una notable sujeción de la carrocería en todas las condiciones.
El motor en posición delantera longitudinal era un imponente V8 de 5,9 litros atmosférico de 32 válvulas, que entregaba 390 CV a 5.500 RPM y 500 Nm a 5.000 RPM de par motor. Estaba dotado de una gran elasticidad y respuesta rápida al acelerador. La transmisión era automática de cuatro marchas y mandaba la potencia del motor a las ruedas traseras. La alimentación era mediante inyección indirecta multipunto. Alcanzaba los 100 km desde parado en 5,4 segundos y la velocidad punta rondaba los 250 km/h. El consumo oscilaba entre los 10 l/100 km en zonas extraurbanas y los 18 l/100 km por la ciudad.
En cuanto a la suspensión, ofrecía horquillas con muelles helicoidales y amortiguadores telescópicos. Detrás llevaba un eje de torsión y amortiguadores telescópicos. Las barras estabilizadoras estaban presentes en ambos ejes. Las ruedas llevaban llantas de aleación de 16” calzadas por neumáticos de medidas 225/60 R16. Los frenos eran de disco en ambos ejes, con pinzas de cuatro pistones delante y dos detrás, complementado con ABS.
Este coupé GT de diseño genuinamente británico era una clara muestra de la particular visión de sus fabricantes a la hora de conjuntar elegancia, lujo y prestaciones. A mí personalmente se me antoja algo desproporcionado en cuanto a los voladizos, pero muy original.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS