Coche del día: Brabham Racing BT92

Coche del día: Brabham Racing BT92

O cómo hacer un BMW M3 E92 más radical


Tiempo de lectura: 3 min.

Os voy a ser sincero: la primera vez que oí hablar del Brabham Racing BT92, pensé que se trataba de un modelo de competición. Con ese nombre, estaba claro que tenía que ser un modelo muy especial. Pero mi primer contacto visual me dejó extrañado: en efecto, este Brabham se parecía demasiado a un modelo bien conocido, el BMW M3 E92 coupé, aunque después de haber pasado por un tratamiento con anabolizantes.

Por hacer una comparación rápida, el BT92 es al M3 lo que el coche fantástico al Pontiac Firebird: se parece mucho por fuera, pero es considerablemente más especial. Y no, no esperéis que este Brabham conduzca solo, pero bajo su piel los cambios son grandes. Para empezar, lo que se ve: ni rastro de los logotipos del fabricante de Munich, ni una sola mención al M3 del cual deriva. La relativa discreción del E92 aquí se manda al garete: los pasos de rueda delanteros y traseros se han sobredimensionado de forma considerable, las impresionantes taloneras han sido diseñadas para quedarte extasiado mirándolas, el capot exhibe un llamativo abombamiento, los paragolpes frontales y posteriores son mucho más brutos, la tapa del maletero cuenta con un spoiler prominente, y las espectaculares llantas de diecinueve pulgadas merecen ser contempladas con detenimiento. El Brabham sustituye buena parte de los paneles metálicos del M3 por piezas en fibra de carbono. Sencillamente brutal.

El diseño del BT92 pretende cautivarte desde el primer minuto, y te hace soñar con las sensaciones que te va a generar en cuanto te pongas al volante. Te abrochas el cinturón, arrancas y ahí está el sonido melodioso del V8 S65B40 de cuatro litros, debidamente modificado para rozar los 500 caballos de potencia, con la caja manual de serie, eso sí. Pero al igual que el Doctor Jekyll, cuando pisas el acelerador sin miramientos, el BT92 se convierte en Mister Hide, con un sonido de competición muy bruto, tanto más cuanto más te acercas a las 8.550 vueltas a las que puede girar antes de llegar a la línea roja, y que permiten a este Brabham superar la barrera de los trescientos kilómetros por hora. Con el M3 podías rodar con relativa suavidad si te lo proponías; con el BT92, olvídate: este Brabham es adrenalina pura.

Brabham BT92

Marcados ensanches, un abultado capo… El aspecto del BT92 es brutal

La concepción de este espectacular modelo corrió a cargo del alemán Michael Trick, y no estuvo exenta de problemas. En primer lugar, Trick utilizó los logotipos de BMW en su página web, cosa que al fabricante bávaro no le hizo mucha gracia, y que Trick resolvió cerrando el sitio web en cuestión. Pero la segunda batalla fue más compleja, y es que a David Brabham, hijo de Jack Brabham, no le gustó la idea de un vehículo de calle que llevara su nombre… sin haber tenido nada que ver en su desarrollo. La pelea legal finalizó en 2013 a favor de David Brabham.

Michael Trick había previsto producir unas cincuenta unidades de su Brabham Racing BT92 a un precio que rondaba el cuarto de millón de euros. Una cifra considerable que triplicaba los cerca de 80.000 euros que costaba nuevo un BMW M3 E92. ¿Valía el Brabham este precio? La respuesta es un rotundo sí, pero claro, sólo si disponías de los medios para ello. De lo contrario, tendrías que conformarte con el más mundano M3 de la época, que desde luego no era ni por asomo una mala opción.

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Jesus Alonso

Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.

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