El BMW 530i (E34) que nos toca hoy pertenece a la tercera generación del modelo (1987-1996), comercializado entre 1988 y 1991. BMW supo aplicar las mismas líneas de diseño de su Serie 7 coetáneo (E32), diferenciándose de él sobre todo por su menor longitud y su zaga truncada. Su aspecto era robusto y macizo, con predominio de unas líneas curvas que le daban una imagen austera y elegante.
A juzgar por sus dimensiones, con 4.720 mm de largo, 1.751 mmde ancho y 1.412 mm de alto, la habitabilidad tenía que ser buena. La plataforma contaba con una batalla de 2.761 mm, junto a unas vías delantera y trasera de 1.466 y 1.487 mm, respectivamente.
Además, la línea de cintura era baja, con lo que la superficie acristalada era generosa y aumentaba más todavía la sensación de amplitud, todo lo contrario que en la actualidad, con diseños de cintura alta y ascendente de delante a hacia atrás, provocando una sensación de agobio sobre todo en los pasajeros traseros. Dicen que es para dotarlo de un mayor dinamismo visual.
Una vez en su interior nos encontrábamos con aspectos típicamente germanos, con asientos confortables que recogían bien el cuerpo, mullido firme para realizar viajes largos sin experimentar excesivo cansancio, o un conjunto de pedales diseñado para personas de gran estatura y largas piernas. La presentación interior era sobria, clásica e impecable, con una instrumentación simple, clara y sencilla, para no despistar al conductor. El espacio destinado a los pasajeros era generoso, al igual que el del maletero, con 457 litros.
Su motor de seis cilindros en línea y 3 litros rendía 188 CV, no demasiados para mover más de una tonelada y media de coche, pero lo acercaban a los 230 km/h casi en total silencio. Prácticamente no existían mejores propulsores de seis cilindros en línea mejores
El equipamiento era completo, con faros antiniebla delanteros y traseros, volante y asiento del conductor regulable en altura, cierre centralizado y cuatro elevalunas eléctricos, retrovisores con mando manual desde el interior, preequipo de radio, cinco cinturones de seguridad… Entre las opciones encontrábamos el ordenador de viaje, el aire acondicionado o unas llantas de aleación de 6×15 pulgadas.
El motor M30B30 contaba con un bloque de seis cilindros en línea y 2.986 cm3, con un único árbol de levas en cabeza y dos válvulas por cilindro. Rendía 188 CV a 5.800 RPM de potencia y 260 Nm a 4.000 RPM de par motor. La caja de cambios era manual de cinco marchas, que transmitían la potencia al eje trasero. En 1992 el 530i (E34) pasó a utilizar un motor V8 (M60B30) más potente, del que hablaremos en otra ocasión.
Sus prestaciones eran muy buenas, acordes con las virtudes del propulsor. Su velocidad máxima rozaba los 230 km/h y alcanzaba los 100 km/h desde parado en prácticamente 9 segundos, mientras que los 1.000 metros desde parado los cubría en poco menos de 30 segundos (29,8). En lo referido a las recuperaciones, la maniobra de 80 a 120 km/h en cuarta la realizaba en algo menos de 11 segundos (10,8), dedicando casi 16 segundos (15,7) para la misma maniobra en quinta.
Su interior era típicamente germano, sobrio, sencillo y casi soso, pero con una gran calidad. El equipamiento era generoso, al nivel que se esperaba de una berlina de esta categoría
Los consumos no eran frugales teniendo en cuenta su peso (1.510 kg homologados). Por ciudad alcanzaba los 14,8 l/100 km, bajando a los 7,4 l/100 km a 90 km/h de crucero por carretera y subiendo de nuevo hasta los 10,2 l/100 km por vías rápidas tipo autovía/autopista a 120 km/h de crucero. Con 80 litros de depósito de combustible su autonomía media era de unos 610 km. Todos estos datos de prestaciones y consumos están tomados de una prueba de época.
Su equipo de frenos contaba con discos en ambos ejes, siendo ventilados los delanteros -302 mm de diámetro- y macizos los traseros -300 mm-. Conseguían parar al 530i en 43,2 metros desde una velocidad de 100 km/h y en 61,5 metros desde 120 km/h. La amortiguación era independiente en su conjunto. Sus llantas de aleación calzaban neumáticos de medidas 205/60 VR 15.
Su comportamiento era el típico de un propulsión trasera, es decir, como si fuera por raíles en una conducción normal. Solo cuando se le llevaba al límite aparecía una cierta tendencia sobreviradora a la salida de las curvas, resultando fácil de controlar. Pensado para disfrutar conduciendo, vamos. Su precio en 1988 era de 5.874.203 pesetas, que hoy día serían unos 86.400 euros.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS