Una maravillosa época en cuanto a lo motorístico fue la que se vivió a principios del siglo XXI, una época en la que aún no había aparecido para quedarse el downsizing, y que nos permitió ver locuras como la de que hoy os vamos a hablar. Era un tiempo en el que aún había dónde encontrar coches con motores de alta cilindrada y sin turbocompresores. Una de estas benditas locuras es el Audi S8 5.2 V10.
El Audi A8 (D3) fue presentado a mediados de 2002 a la prensa, e iniciadas sus ventas en el viejo continente a finales de ese mismo año. No sería hasta mediados de 2006 cuando Audi se decidiera por sacar su variante más prestacional. Y, en vez de tirar de un V8 -ya fuera con turbocompresor o sin él-, como había ocurrido con sus hermanos pequeños S4 y S6, la marca de Ingdolstadt decidió tirar a lo grande y coger prestadas las tripas de uno de los modelos de la marca de superdeportivos italianos del grupo VAG.
Estas tripas eran un derivado con ciertas modificaciones del V10 de 5 litros y 40 válvulas del “Lambo” Gallardo. Para su introducción en el vano motor del S8, se decidió por aumentar ligeramente la carrera y el diámetro de los cilindros, lo que, aparte de aumentar la cilindrada hasta los 5,2 litros, le permitía obtener más par a menos revoluciones; algo que casaría más con el carácter de una berlina como el S8. Este motor también cobraría vida al Audi S6 (C6) que llegaría poco tiempo después al mercado.
Sus credenciales: 450 CV a un régimen de 7.000 vueltas, cortando 200 por encima; 540 Nm a 3.500 RPM y un 0-100 km/h en torno a 5 segundos, excelente valor para una berlina de más de 5 metros que superaba por poco las 2 toneladas. Su velocidad máxima, como buen coche alemán; estaba limitada electrónicamente a 250 km/h. Sin esta limitación, se podía conseguir volar bajo, alcanzando los 300 km/h.
Su única transmisión disponible se encomiaba a una caja Tiptronic de seis velocidades fabricada por ZF, apoyada en un sistema de tracción integral quattro de cuarta generación con diferencial central torsen con distribución 50:50. En 2007 sería modificado por otro con una distribución 40:60 en aras de otorgarle un comportamiento más divertido y juguetón. Sin pérdidas de tracción, funcionaba casi como un propulsión trasera, pudiendo digerir hasta el 85 % atrás; mientras que en condiciones adversas podía mandar hasta un 65% a las ruedas delanteras.
Las diferencias de chasis del S8 5.2 V10 con el resto de los A8 se centraban en una suspensión neumática de tarado más firme, un equipo de frenos más grande y potente -con pinzas de doble pistón en el eje delantero-, con la opción de poder equipar frenos carbocerámicos con pinzas delanteras de ¡12 pistones! sobre llantas de 20 pulgadas. Cifra gigantesca en una época en la que algo desmesurado era una llanta de 18 pulgadas -igualito que a día de hoy, oiga-.
A nivel estético, inserciones en fibra de carbono repartidas por todo el interior, pero en opción y si querías un toque menos deportivo: alumino, negro lacado o diferentes tipos de maderas. Además de eso, unos asientos deportivos en cuero/alcántara de serie y un volante de tres radios de cuero perforado. Si nos dábamos un paseo por el exterior: los retrovisores en aluminio de todo S/RS que se precie, parachoques frontal y trasero -con cuatro colas de escape- más deportivos, faldillas laterales y una parrilla frontal diferenciada con lamas verticales cromadas con la insignia “S8”.
Aunque no debería ser motivo de preocupación en un coche de este precio, su consumo medio homologado era de 13,4 litros a los 100 km, viéndose superada esta cifra hasta los 20 a poco que nos pesara el pie derecho. No había problemas por tener que parar cada poco en la gasolinera para darle caldo de 98 octanos, ya que contaba con un depósito de 90 litros.
En su conducción o confort a bordo no había demasiadas diferencias con un A8 normal, si bien se apreciaba una mayor dureza de las suspensiones o una atmósfera más deportiva. Si querías el máximo lujo y refinamiento, tus ojos debían apuntar al W12 de 6 litros; el cual no difería en prestaciones pero sí en un carácter de máximo lujo y aburguesamiento -además de un mayor consumo-. Jason Statham se divirtió mucho con ese modelo en “Transporter 2” y “Transporter 3”.
Entre las opciones de esta berlina de 108.000 euros de 2006 -129.000 euros de hoy en día- destacaban el control de crucero adaptativo, un ESP con un tarado más deportivo y permisivo, los citados frenos carbocerámicos por 10.000 euros o “chucherías” de una berlina del segmento F como asientos traseros eléctricos y climatizados o un estratosférico equipo de audio firmado por Bang&Olufsen por más de 6.000 euros. No era raro superar configurar un Audi S8 5.2 V10 por 150.000 euros de entonces.
A estas fechas te puedes hacer con uno desde 12.000 euros, aproximadamente. Eso sí, más te vale tener una cuenta bien saneada para poder hacer frente a su mantenimiento, seguro o sus ansias de sed de combustible.
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Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)COMENTARIOS