A simple vista el prototipo del AC 3000 ME Mk. II podría parecer un pequeño deportivo italiano, recordando al Fiat X1/9 o a algún modelo de Alfa Romeo que se atrevió a ser un biplaza de motor central trasero, pero nada más lejos de la realidad. AC Cars Ltd. es una de las compañías fabricantes de automóviles independientes establecida en el Reino Unido y fundada en Londres en 1901.
De sus manos salieron modelos tan codiciados por los coleccionistas como el AC Shelby Cobra o el AC Ace. Su andadura en la fabricación de automóviles deportivos se inició en la década de los 20, alcanzando su apogeo y esplendor entre 1950 y 1970. Desde 1996 su propietario es Alan Lubinsky.
Una unidad del AC 3000 ME data de 1982, uno de los últimos AC montados en la fábrica londinense de Thames Ditton. Dos años después el dueño de la empresa en ese momento, Derek Hurlok, decidió venderla a David McDonald, quien trasladó la producción a tierras escocesas, lo que supuso el canto del cisne para la empresa, pero renaciendo varias veces de sus cenizas.
El proyecto estaba condenado al fracaso pese a tener un buen planteamiento técnico, pero con nula visión empresarial. Si se hubiese fabricado en otras circunstancias hubiese sido un duro rival para el Lotus Esprit, su principal objetivo. De las 120 unidades que se fabricaron esta fue la más extraña, pues debajo de su piel se escondía un motor Alfa Romeo.
Desde el principio de su andadura AC se distinguió por ser una de las pequeñas empresas artesanales amantes de los deportivos únicos con el sello inimitable “british”. Dio el campanazo con el AC Shelby Cobra, con la colaboración de Carroll Shelby. A partir de este momento, a comienzos de los años 70 AC intentó hacerse un hueco en el segmento de los GT deportivos con mejor o peor fortuna, pero predominando el segundo caso.
Lo intentó con el AC 428, pero no le salió rentable en términos de costes de producción. Siguieron probando nuevas fórmulas, buscando un nuevo concepto de coche deportivo pero distanciado de los enormes GT con inmensos motores por un lado y del radicalismo del AC Cobra por otro.
En el Racing Car Show de 1972 celebrado en Londres, dos antiguos ingenieros de Lola -Robin Stables y Peter Bohanna- presentaron un prototipo con el motor central trasero denominado Diablo. Esta disposición mecánica la estrenó el Porsche 914 en 1969 como primer modelo producido en serie. A los directivos de AC los ojos les hicieron chiribitas y compraron la licencia del Diablo, a pesar de lo arriesgado que era el prototipo.
Continuemos con la compleja historia. El Diablo iba a contar con propulsores ingleses, pero las negociaciones con British Leyland no llegaron a buen puerto. AC aprovechó la buena relación amistosa que le unía a Ford a través de Carroll Shelby para que le suministrase el motor Essex V6 de 3 litros y 138 CV, instalado transversalmente junto a una caja de cambios de cinco velocidades diseñada a medida por AC. Con el acuerdo firmado AC presentó en el Salón del Automóvil de Londres de 1973 el que supuestamente iba a ser el modelo de serie, con el nombre de AC 3000 ME.
La acogida del modelo fue tan extraordinaria que en unos pocos meses se hicieron entre 1.200 y 2.500 peticiones, aunque las primeras unidades no se entregaron hasta pasados ¡seis años!
Los motivos de este exagerado retraso eran variopintos, empezando por unas nuevas normas de homologación en cuestiones de seguridad, que obligaron a un replanteamiento en todos los aspectos de seguridad del AC 3000 ME. A causa del fallo de una prueba de choque a 48 km/h el chasis se tuvo que rediseñar, pero al segundo intento pasó la prueba sin problemas.
Si a esto añadíamos la permanente falta de liquidez disponible por parte de AC para afrontar imprevistos, en especial el coste de tener en funcionamiento una línea de producción que debería haber alcanzado las 30 unidades diarias, los problemas seguían creciendo. Por si fuera poco, el dueño de AC, Hurlok Derek, seguía empeñado en fabricar la mayor cantidad posible de piezas propias para mantener el carácter artesanal de la marca.
Con todo este conglomerado de situaciones AC, como pequeña marca artesanal y con una evidente carencia de capital, resultaba imposible lanzar al mercado centenares o miles de unidades. Solo se consiguieron ensamblar 80 unidades -de las cuales solo se vendieron 71- con anterioridad a la venta de AC en el año 1984.
En un intento de reflotar la empresa Hurlok Derek vendió la empresa a David McDonald que, como comentamos al principio, trasladó la producción a Escocia. Pasado un año solamente se ensamblaron 30 unidades, con un embargo judicial incluido, que llevó a la empresa al cierre.
La anteriormente mencionada unidad ensamblada en 1982 sirvió como prototipo de prueba de la segunda generación (Mk. II) del AC 3000 ME, terminado en 1985 por manos escocesas. Aprovechando la venta de la empresa a David McDonald, este compro las licencias de AC a su antiguo gerente, Charles Hurlock, y envió el coche a Escocia con el resto del material.
El atisbo de acuerdo con Alfa Romeo se materializó en la adopción del motor V6 Busso de 3 litros para este prototipo de 1985, el mismo que utilizaban los modelos GTV y 75 entre otros. En un principio se barajó un bloque de 2.5 litros de seis cilindros en V, pero se optó por la versión de mayor cilindrada. Un deportivo británico con motor italiano, ¡que mezcla más explosiva!
En mayo de 2019 este AC 3000 ME Mk. II se vendió por última vez en unos tristes 20.000 euros, un precio muy bajo teniendo en cuenta su increíble historia. Tal vez le podemos hacer un hueco en nuestra lista de coches con espíritu RACER, un modelo que pudo ser y no fue.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS