Si no formas parte de la tríada de fabricantes alemanes Premium -Mercedes, Audi y BMW- y quieres vender cierto volumen de unidades en el segmento E, no te queda más remedio que fabricar una berlina que sea confortable, con buenos acabados, que disponga de un motor con una potencia holgada y que, además, aporte una estética elegante y diferenciada. Si a todo lo anterior, le añades un equipamiento máximo al precio más ajustado posible, tienes más probabilidades de tener éxito..
Con esas premisas, en abril de 2003, Kia sacaba al mercado mundial el Opirus, su buque insignia, para competir, por tamaño -4.979×1.850×1.485 mm-, con el Audi A6, BMW Serie 5, Mercedes-Benz Clase E y Jaguar S-Type. No obstante, en España, con un precio de partida de unos 30.000 euros, sus rivales acabarían siendo las grandes berlinas de los fabricantes europeos generalistas: Alfa Romeo 166, Renault Vel Satis, Peugeot 607, Saab 9-5 o Volvo S80, resultando más barato que todos ellos.
En el exterior nos encontrábamos con un frontal en el que destacaban dos pares de faros elípticos flanqueando una parrilla trapezoidal cromada de gran tamaño y unos intermitentes -formados por dos bandas de ledes alargadas- situados a cada lado de un paragolpes con tiras cromadas. En el lateral se hallaban unas puertas de generoso tamaño y altura, con amplios cristales. Una tira cromada recorría la zona inferior de las mismas.
El modelo recibió su nombre en honor a Ophir, según la biblia, un puerto o región donde se comercializaban artículos de lujo, como el oro, plata, madera de sándalo, marfil y animales exóticos
A continuación, teníamos un grueso pilar C redondeado, una luneta trasera abombada y una zaga de aspecto clásico, con un maletero de formas abultadas con el tirador de apertura y el porta-matriculas profusamente cromados. La línea de cierre del maletero dividía en dos partes los pilotos traseros de cada lado y en sus tulipas predominaban las formas redondeadas.
Por toda la carrocería se observaban formas ya presentes en otros modelos de la competencia. Era el caso de la parrilla y sobre todo, los faros y nervios del capó, que resultaban demasiados similares a los utilizados por Mercedes-Benz en los W210/211. También existían demasiadas semejanzas con las grandes berlinas americanas -como el Lincoln Town Car (FN145)-, en el pilar C, en la luna trasera, en la tapa del maletero y en la ubicación de las luces de marcha atrás.
Como resultado todo lo anterior, el Opirus presentaba una linea algo extraña. En pocas palabras, cuando lo observabas tenías una sensación de que algo no encajaba en su sitio. Esto era debido, no tanto al uso de superficies y soluciones de diseño provenientes de otros modelos, sino a que la unión de todas ellas no conseguía formar un conjunto suficientemente homogéneo a nivel estético.
Con respecto al interior -con un generoso espacio-, nos encontrábamos con un salpicadero de lineas predominantemente horizontales, muy del gusto americano, con plásticos de tonalidad gris oscura en la zona superior, una gran tira de madera en el medio y plásticos en color gris claro en la zona inferior. En el centro estaba ubicada una pantalla LCD y por debajo de ella una amplia consola central acabada en madera, con los mandos de climatización y equipo de audio.
Completaban el puesto de conducción, un volante, forrado en cuero con inserciones de madera, y una instrumentación de buen tamaño, donde el tacómetro y el velocímetro acaparaban gran protagonismo. Los asientos acabados en cuero disponían de calefacción y ajuste eléctrico. El guarnecido de las puertas era de cuero y contaba con una tira de madera. En general, el ambiente era elegante, acogedor y vistoso, no obstante, desentonaba el aspecto de algunos plásticos utilizados, como el de la parte alta del salpicadero, y el diseño en general de los mandos.
El equipamiento de serie era muy completo: ocho airbags, ABS, ESP, TCS, climatizador dual, cambio secuencial, tapicería de cuero, asientos delanteros eléctricos de cuero y calefactados, faros de xenón, ordenador de viaje, suspensión electrónica, sensores traseros de aparcamiento, radio-CD, etc. Además, por 5.000 euros más había un pack denominado “Luxe” que incluía el navegador y llantas de 17 pulgadas.
Sólo estaba disponible con un motor 3.5 V6 gasolina colocado en posición trasversal delantera. La suspensión era de paralelogramo deformable delante y de tipo multibrazo detrás y contaba con un sistema de suspensión activa (ECS). La propulsión era a las ruedas delanteras mediante una caja de cambio automática de convertidor de par con cinco marchas y posibilidad de manejo secuencial. La dirección tenía asistencia electrónica. Contaba con cuatro discos de freno (ventilados delante y macizos detrás) y montando unos neumáticos de medida 225/60 sobre llantas de 16 pulgadas.
El motor Sigma G6AU, con 3.497 cc, era un bloque de hierro con culata de aleación, 24 válvulas, doble árbol de levas por bancada e inyección electrónica multipunto. Entregaba 203 CV a 5.500 RPM, con un par de 30,4 mkg a 3.500 RPM. La berlina coreana conseguía 220 km/h de punta, una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,2 segundos y un consumo medio de 11,5 litros cada 100 km.
En carretera, el Kia Opirus se comportaba con buen aplomo y suavidad de marcha, a lo que contribuía un motor muy elástico. No obstante, era algo subvirador en giros cerrados debido al tarado blando de las suspensiones. El cambio automático respondía sin apenas resbalamiento del convertidor y en su accionamiento secuencial resultaba rápido a la hora de seleccionar las marchas. Por otra parte, el consumo era algo elevado -tenía que mover un peso de 1,864 kg-, aunque en el posterior restyling se mejoró este aspecto.
En definitiva, era una berlina confortable, espaciosa, potente, con buenos acabados, bien insonorizada y con un maletero amplio (504 litros), donde sus mejores argumentos eran el completo equipo de serie y el precio. Sin embargo, la estética poco definida, la calidad de algunos materiales, las suspensiones blandas, la escasa sujección lateral de los asientos delanteros, el consumo elevado y el hecho de no contar con un motor diésel empañaban el resultado final del conjunto.
En mayo de 2006 el Kia Opirus recibía un restyling con algunos cambios en el diseño exterior -calandra, parte inferior de los paragolpes, tapa de maletero, pilotos traseros verticales y doble cola de escape nueva- y en el interior -salpicadero más moderno, panel de instrumentos, panel central, consola, equipo de sonido, mandos de calefacción y ventilación y asientos delanteros-. Además, adelgazaba 122 kg.
Con el lavado de cara, llegó un nuevo motor (Lambda G6DA), con más cilindrada (3.778 cc) y fabricado íntegramente en aluminio. Entregaba 266 CV a 6.000 RPM y 36,0 mkg a 4.500 RPM. Así la berlina lograba alcanzar 240 km/h de punta y una aceleración 0 a 100 km/h en 7,5 segundos, reduciendo el consumo medio a 10,9 litros. Las suspensiones recibían modificaciones con el objetivo de aumentar la estabilidad en curvas cerradas.
El equipamiento de serie se ampliaba con: airbags de mayor tamaño, BAS (sistema de asistencia a la frenada), llantas de 17 pulgadas, columna de dirección con ajuste eléctrico en altura y profundidad (con memoria), pedales con ajuste eléctrico, sensor de lluvia y un compartimento refrigerado para bebidas frías en la consola central.
El Opirus se fabricó en las plantas de Hwasung (Corea del sur) y Kaliningrado (Rusia), y compartía la plataforma con el Hyundai Equus (LZ/YJ), Hyundai Grandeur (XG) y el Mitsubishi Proudia. Dentro de la gama del fabricante surcoreano reemplazaba al Kia Enterprise, un vetusto modelo basado en el Mazda 929 (HE). A principios de 2011, Kia sustituía al Opirus con dos modelos, el Cadenza y el Quoris/K9/K900, ya con Peter Schreyer capitaneando el equipo de diseño.
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Miguel A. Ager
Enfermo crónico del motor desde que era pequeño y lector compulsivo de cualquier texto que hable del automóvil. Se rumorea que la primera palabra que aprendió fue "coche".Me cruzo uno casi a diario y me llama la atención por ser distinto “a todo”, pero si que es cierto que la estética da la sensación de corta y pega, aunque la devaluación del coche ha sido bestial, muy tentador para quién quiera un coche espaciosos con todo un V6, siempre y cuando le “entre por los ojos”.
Para mi gusto fallaba el frontal, no encajaba con la linea del coche, tal vez si se hubieran inspirado en BMW, AUDI de aquella época, seguro les queda un coche mejor, o el menos mejor resuelto.