Fue el primer vehículo en llevar el cavallino rampante en su capó. Su motor V12 lo diseñó Gioacchino Colombo, con una pequeña ayuda de Giuseppe Busso y Luigi Bazzi. Fue el precursor de los motores de doce cilindros en V en Ferrari, una arquitectura que usaría la casa hasta nuestros días, presente en 812 Superfast y GTC4 Lusso. Pero volviendo al origen, el 125 S se fabricó en versiones Sport y de competición, con carrocerías distintas pero con chasis y mecánicas casi iguales.
El debut del 125 S en el circuito de Piacenza fue, “un fracaso prometedor,” según comentó Enzo Ferarri. El 11 de mayo de 1947, el piloto Franco Cortese tuvo que retirarse por problemas con la bomba de gasolina cuando marchaba en cabeza. Nueve días después, el 125 S lo intentaría de nuevo en el Gran Premio de Roma con Cortese otra vez al volante. Después de 40 vueltas y 137,6 kilómetros, Cortese terminó primero con una velocidad media de 88,5 km/h. La capital italiana fue la primera ciudad en ver ganar a un Ferrari. En los cuatro meses posteriores, el 125 S retornó a los circuitos en 13 ocasiones y ganó hasta seis premios a lo largo del año, un fructífero comienzo que se prolongaría durante los siguientes 70 años -o casi-.
Técnicamente era muy sencillo. Su V12 de litro y medio desarrollaba 118 CV y sólo pesaba 650 kg. El hecho de que cada cilindro tenga un cubicaje de apenas 125 cc ayuda a la ecuación -y de ahí el nombre del coche-. Era un motor potente y refinado en un envase pequeño y ligero. Se construyeron únicamente dos unidades, y las dos fueron desmontadas. El ejemplar que queda es una réplica creada por Michelotto en 1987 para celebrar su 40 aniversario, donde se utilizaron materiales y técnicas de montaje originales. No será el original, pero es verdaderamente fiel a él.
Una curiosidad es que solamente tenía puerta en el lado del pasajero, en el del piloto se hizo un corte en el panel de la carrocería y había que saltar para entrar. Y a pesar de que no existan unidades a la venta, extraoficialmente ya tengo uno en casa… a escala 1/38.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS