
Desde hace ya bastante tiempo, quizá demasiado, BMW experimenta con diseños polémicos, muy polémicos. Sus diseñadores se empeñan en argumentar que no quieren gustar a todo el mundo, solo a unos pocos que, al parecer, se concentran entre esos personajes que conocemos como “tronistas”: gente más preocupada por su imagen y por salir en televisión que por cualquier otra cosa. Primero fue el señor Bangle, que se arriesgó con algunos modelos —no debemos olvidar la polémica del BMW Serie 7 E65 o del BMW Serie 5 E60—, pero su pupilo, van Hooydonk, se ha pasado el juego tres veces y ha superado al maestro en cuanto a discordancia entre forma y volumen.
Vale, sí, no soy diseñador, pero como humano tengo mis gustos y mi criterio que, acertado o no, es tan válido como cualquier otro. Y digo, remarco, grito a los cuatro vientos: no me gustan los BMW actuales. No entiendo cómo hemos pasado de coches como el BMW E46 a cosas como el actual G60. ¿Dónde se perdió el gusto por lo estético, por el equilibrio? Antes, veías un BMW y lo querías, lo necesitabas; ahora, la sensación es justo la contraria. Sin embargo, algo de esperanza apareció cuando presentaron el BMW Skytop: había cierto guiño al pasado, la Bayerische volvía a parecerse a la que era, pero… lo han mandado todo al carajo en el pasado Villa d’Este.
Han cogido el bonito Skytop y lo han convertido en un shooting brake que, de primeras, engancha, atrae; formas musculosas, curvas contundentes, aparente equilibrio de volúmenes… Pero, ay amigo, cuando lo observas con detenimiento, te das cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Es como si cada parte del coche la hubiera diseñado una persona diferente sin tener en cuenta lo que hacían los demás.

La idea es buena, la ejecución… ejem.
Vaya por delante que, personalmente, me encantan los shooting brake: morro largo, muy largo, cabina retrasada, caderas anchas, mirada de malote. Pero me gustan los shooting brake “de verdad” —o lo más cercano a ellos—, no los familiares que, por puro marketing, se apoderan de esa denominación para parecer más interesantes. Me gustan coches como el Mercedes-AMG GT, cuyo diseño se acerca muchísimo a un shooting brake; me gusta el Ferrari F12 Berlinetta, otro que roza esa idea; y la misma BMW tiene propuestas realmente bonitas como el Z3 Coupé o el más reciente Concept Touring Coupé.
Sin embargo, el Concept Speedtop no acaba de funcionar y todavía no encuentro la razón. La idea es similar al Touring Coupé, solo que más grande y menos agresiva, como aquel que va todos los días al gimnasio a ganar volumen pero no fuerza. Y la sensación de que algo no cuadra se potencia todavía más según el ángulo desde el que lo mires: el tres cuartos delantero ofrece una imagen interesante, el tres cuartos trasero parece una furgoneta y el perfil… visto de perfil parece que toda la masa del coche se concentra en la parte trasera. Da la impresión de que saldrá haciendo un caballito a poco que aceleres.
Esa es, posiblemente, la peor parte del coche: el lateral. La parte trasera es demasiado pesada visualmente, hay muchísima chapa y poca superficie acristalada, y el voladizo trasero no ayuda a aligerar el conjunto. No hay equilibrio de volúmenes entre la parte delantera y la trasera: el frontal es fino, elegante, ligero visualmente, y la trasera… bueno, ya lo hemos dicho, es bastante basta.
Desde la marca son muy dados a autoelogiarse sin disimulo —y además, mucho—, y lo definen como una pieza de colección cargada de emoción. ¿Pieza de colección? Puede ser. ¿Cargada de emoción? En fin, seguimos buscándola. Ni siquiera la decoración interior, con tonos crema y café, ayuda a mejorar la sensación general que transmite el Speedtop.

El BMW Concept Speedtop es como ese plato raro en un restaurante moderno: sabes que los ingredientes son buenos, pero algo en la mezcla no termina de funcionar. ¿Lo veremos en producción? Sí, se ha confirmado una tirada limitada de 70 unidades. ¿Nos enamorará? Visto cómo se venden los BMW actuales y los comentarios en redes sociales y en la prensa, probablemente sí. ¿Será cosa mía, que miro los BMW actuales con demasiados prejuicios? ¿Me habré vuelto un purista intransigente?
Tal vez. Pero a lo mejor el problema no soy yo, sino que BMW ha dejado de entender lo que significaba querer un BMW.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS