El Opel Kadett GSi es uno de los compactos deportivos de los 80 más recordados, gracias, entre otras cosas, a su motor de 155 CV. Ahora pueden parecer pocos, pero en su momento, era una potencia más que respetable y además, aquel dos litros 16 válvulas fue un motor con temperamento, uno de los mejores dos litros de su época.
La puesta en escena del Opel Kadett E supuso una ruptura con todas las generaciones anteriores. Su diseño, con un frontal muy redondeado, era muy futurista allá por los años 80 y le otorgaba una fuerte personalidad frente al resto de competidores. De hecho, el Kadett E se diseñó con la aerodinámica en mente, que se potenció todavía más con los GSi. El Kadett presumía de un coeficiente de 0,32, pero el GSi lo bajaba hasta 0,30, una cifra bastante buena para finales de los 80.
Bajo esa vestimenta tan interesante, la primera entrega del Opel Kadett GSi no entusiasmo tanto como si lo hizo la llagada del 16 válvulas. La primera aparición del Kadett GSi estaba marcada por su motor, un cuatro cilindros de 1,8 litros, culata de aleación ligera, árbol de levas en cabeza, dos válvulas por cilindro e inyección electrónica Bosch L-Jetronic, capaz de rendir 115 CV a 5.800 revoluciones, junto con 15,4 mkg a 4.800 revoluciones, unos 151 Nm de par.
Las prestaciones eran las normales para un coche de su tipo. Los 400 metros con salida parada los completaba en 16,9 segundos, el kilómetro también con salida parada se hacía en 31,3 segundos, pero la velocidad máxima era especialmente alta para su potencia: 203 km/h. Nada mal para un coche con cerca de 1.000 kilos de peso y solo 115 CV.
No obstante, aunque 115 CV son pocos incluso para un compacto deportivo de los 80, las pruebas de la época hablan muy bien de su funcionamiento y su elasticidad. El consumo oficial homologado por la marca, era de 5,6 litros a una velocidad de 90 km/h y de 7,2 a 120 km/h, mientras que en recorridos urbanos ascendía a 11,5 litros, lo que, según las normas Euromix, daba como media un gasto de combustible de 8,5 litros cada 100 kilómetros.
También se habla muy bien del comportamiento, y es que de nada sirve tener un buen motor, si el coche tiene unos andares desastrosos, ¿verdad? Según la revista Velocidad, en una prueba publicada en el número 1.207, afirmaban que no tenía nada de desastroso, más bien lo contrario, sobre todo en el apartado de frenos y en su gestión de las curvas, que resultaba muy neutra en todo momento.
Poco después de su puesta en escena, apareció el Opel Kadett GSi 16v, la versión que hizo de este modelo todo un icono.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS