El concepto de la exclusividad y el lujo es algo muy personal y varía en función de dónde has nacido, los valores culturales de la sociedad en la que te mueves o los clichés que has aprendido durante tu infancia. Mientras que en oriente el brillo del oro es el máximo exponente de estatus, en la Polinesia son las perlas el mejor signo de distinción, por ejemplo.
Lo mismo ocurre con la estética del automóvil, aunque cada día estamos en un mundo más globalizado y conectado, los gustos de los conductores norteamericanos y el de los europeos siempre ha variado notablemente. Las marcas ahora buscan desesperadamente el ahorro de costes con coches que ellos denominan “globales” y que intentan ser del gusto, o al menos no ser rechazados, por la mayoría de conductores del planeta. Es por ello que, en mi modesta opinión, cada vez vemos coches más anodinos, que intentan no disgustar a nadie y ser una opción de compra igual de buena en España o en Japón. Aun así, la estética de los diseños de nuestros colegas del continente americano a veces se nos hace muy difícil.
Es conocido el gusto de los norteamericanos por las limusinas extendidas, basadas en modelos de gama alta que ya de por sí ostentan unos generosos volúmenes y que son alargados un par de metros para dar más espacio interior a sus ocupantes. Son numerosos los preparadores de este tipo de vehículos al otro lado del atlántico y la verdad es que no les va nada mal. Incluso en ocasiones esas extensiones de carrocería las realizan las propias marcas y así los venden en los concesionarios, como por ejemplo BMW con sus limusinas “L”, que aportan más espacio a los ocupantes posteriores.
Las conversiones norteamericanas de limusinas “estiradas” generalmente se centran en sedanes de lujo como Bentley, Rolls Royce, Cadillac o todoterrenos como Hummers o Mercedes Clase G, pero, ¿un Dodge Viper? Este debe de ser el Viper más extraño del mundo. Es tan largo que apenas entra en las fotos y después de 27 años desde que salió de la línea de montaje ha pasado por un importante proceso de cirugía plástica y apenas tiene algún parecido con el vehículo original de 1996. Visto de frente no se ve nada extraño en él, tiene la habitual imagen de cualquier Viper de segunda generación, incluso las características dos líneas de color que atraviesan toda la carrocería a lo largo. Desde atrás, la misma historia, nada reseñable en este SR II. Pero cuando lo miras de costado, bueno… ahí la cosa cambia completamente.
Lo que su actual dueño llama una “limousine” en realidad es una barcaza abierta con ciertas limitaciones de uso. Desde luego no puedes sacarlo de casa sin ver antes el pronóstico del tiempo, no tiene techo, ni siquiera de tela o similar, por lo que no se puede conducir en condiciones de lluvia o intenso frío, a no ser que lleves impermeables y abrigos para todos sus ocupantes.
La criatura mide 7,2 metros de longitud y posee diez confortables asientos de cuero incluyendo el del conductor. El propietario actual, con sede en Missouri, afirma que todos tienen cinturón de seguridad y que hay espacio suficiente para doce pasajeros… no tenemos ni idea de donde se colocarían los dos viajeros extra, pero si ellos lo dicen…
El modelo ahora tiene cuatro puertas, las dos delanteras son las de serie del modelo y en la parte posterior se han añadido otras dos para el buen acceso de los pasajeros.
Los chicos de Missouri lo describen como “no solo un coche, sino una experiencia que nunca olvidarás”. Imagínate llegar a algún evento en este interminable Dodge, no hay posibilidad de pasar inadvertido, al menos en Europa. El modelo se anuncia como extremadamente lujoso, aunque yo tendría otros adjetivos para acompañar esta denominación.
Es obvio que está pensado para momentos especiales, y seguramente no para conducirlo a diario. No quiero imaginarme cómo se comportaría este bicho en las autovías de circunvalación o callejeando por el centro de cualquiera de nuestras ciudades, al no ser que te dejen circular por el carril bus. Mención aparte tendría el aparcamiento, que se me antoja imposible.
El motor original sigue presente, un V10 de 415 CV, aunque teniendo en cuenta el peso extra que lleva, no hay manera de que este Dodge pueda pasar por un vehículo de prestaciones fulgurantes.
Según cuenta el dueño, frenos, suspensiones y dirección han sido convenientemente adaptados a su nuevo peso y dimensiones, para que el viaje sea tremendamente placentero. Sin embargo, lo que verdaderamente ha sido potenciado, siempre según su actual propietario, ha sido el sistema de sonido, que permite a sus ocupantes sentirse como en una discoteca en movimiento, para poder ir preparando el evento al que vas a asistir. Así que todo el que pase a menos de un kilómetro de este coche podrá verte y escuchar la música que hayas elegido sin ningún problema.
Esta unidad cambió de dueño el año pasado y una vez más vuelve a estar a la venta en el Gateway Classic Cars este año. En el 2022 este estirado Dodge se puso a la venta por 160.000 dólares y fue adquirido finalmente por su feliz propietario por 140.000.
Su precio de salida ha subido un poco respecto al que tenía el año pasado, así que si pones 169.000 dólares sobre la mesa te lo puedes llevar a casa. Ten en cuenta que por este precio te podrías comprar cuatro Viper de los noventa, eso sí, ninguno con la exclusividad de este aparato. Si tienes una prole numerosa o tu familia es amplia, quizá deberías pensártelo.
Ángel Arias
La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.COMENTARIOS