El Tesla Model S ha hecho volver la vista, el gusto y la apetencia del consumidor de alta gama hacia el coche eléctrico puro. Su lanzamiento en 2012 estuvo precedido de una hábil campaña de marketing, que primero generó gran expectación antes de desvelar qué era exactamente el producto y tras su presentación generó la locura del “yo quiero tener uno”. Tanto es así que la producción íntegra de 2012 estaba vendida en 2011, no sin antes adelantar los interesados más de 4.000 dólares cada uno.
La historia del automóvil propulsado por energía eléctrica dista de ser reciente, de hecho precede en el tiempo a la del motor de cuatro tiempos. En la primera mitad del Siglo XIX ya había coches eléctricos puros y poco antes de entrar en el Siglo XX ya habían roto la barrera de los 100 km/h. Su coste y la precariedad tecnológica de las baterías enterraron la idea en el olvido. Las diversas crisis energéticas ocurridas durante la segunda mitad del Siglo XX desenpolvaron el concepto, y hubo varios intentos de popularizar nuevamente el asunto, que no alcanzaron el impacto que ha tenido el fabricante norteamericano con el lanzamiento del Tesla Model S en la parte alta del mercado.
Los problemas que rodean a los coches eléctricos actuales son casi los mismos que los ahogaron hace un siglo: el factor económico y la duración de las baterías, aunque ahora cuentan con un par de alicientes que antes no tenían: el petróleo no es infinito ni barato, y la constante preocupación por el medio ambiente. El Tesla Model S es un coche caro, cierto, pero la distancia que lo separa de otro de combustión de similares características ya no es tan grande. El otro “inconveniente”, la duración de las baterías, ya no es tan crítico; superar 500 km de autonomía -en su versión P100- es razonable. Si a esto añadimos el marketing, prestaciones brillantes, un diseño actual y elegante, gran habitabilidad y se incluye el despliegue de tecnología que acompaña al coche, se entiende el cambio que ha obrado este modelo en el mercado.
Delco
Más que la Historia, me gustan las viejas historias que huelen a asfalto, carreras y gasolina.Es un coche bonito, aunque me gustaba muchísimo muchísimo más cuando tenia la “parrilla” negra.
Un saludo!