Dentro de los grandes conglomerados automovilísticos -tendencia a la cual parece haberse abocado el sector desde hace ya varias décadas- resulta interesante comprobar qué papel juega cada marca a fin de no generar modelos capaces de fagocitarse entre sí. De esta manera, analizar lo ocurrido en el Grupo Fiat -el cual se ha ampliado hasta límites difíciles de recordar tras su asociación con el capital estadounidense- es de lo más interesante. Y es que, veamos. Ocupando el papel matriz está Fiat. La histórica Fiat, responsable de emular en Europa lo que Ford empezó a hacer a escala global con el Model T.
Obviamente una casa con una amplísima panoplia de modelos en la cual han cabido propuestas de todo tipo aunque, a decir verdad, su personalidad siempre ha residido en realizar efectivos y sensatos automóviles masivos con capacidad de llegar a ser globales, fabricados a lo largo y ancho del mundo. Además, la compra de Lancia a finales de los años sesenta -proceso ocurrido a la par de la relativa a Ferrari- dotó al Grupo Fiat de una marca a la cual, hoy en día, podríamos calificar de “premium” gracias a su diseño, estilo y prestigio tecnológico.
Una diversificación ultimada a mediados de los años ochenta, cuando la compra de Alfa Romeo al estado italiano -propietario de la misma desde los lejanos años treinta- aportaba una referencia claramente deportiva al conglomerado de Turín. Así las cosas, lo cierto es que, a pesar de compartir multitud de elementos, cada una de estas marcas ha conservado su identidad corporativa e, incluso, la ha fortalecido. Prueba de ello es la inminente resurrección de Lancia, a la cual se espera como una apuesta basada en el lujo, la elegancia y la comodidad ya en el nuevo e inevitable escenario eléctrico.
Mientras Alfa Romeo juega la baza de la deportividad y Fiat la del carácter práctico y masivo, las berlinas de Lancia se destinaron a ocupar un nicho más “premium” dentro del automovilismo italiano
Lancia Diálogos, un prototipo que anticipaba el futuro a largo plazo
Si usted es lector habitual del aquí firmante ya conocerá mi gusto por las introducciones relativamente extensas. Pero es que, sin dudas, en el caso del Lancia Diálogos de 1998 ésta se hace verdaderamente necesaria. No en vano, este prototipo presentado en el Salón de Turín no sólo sintetizaba lo que esperemos acabe siendo Lancia dentro de muy poco, sino que también recogía a la perfección todo su amplia legado en materia de berlinas destinadas a la gama alta.
Así las cosas, deberemos dejar la mecánica aparte pues, a decir verdad, en este sentido el Diálogos no aportó nada nuevo. Sin embargo, su estilo -proporcionado, elegante, fluido y futurista a la vez que claramente inspirado en el clasicismo- habría de señalar las pautas bajo las cuales se habría de producir el Thesis de 1998. Una berlina verdaderamente personal, con capacidad para salirse de la norma y que, desde su lanzamiento, rebasó ampliamente las cotas -más bien modestas- alcanzadas por su predecesora: la Kappa.
Pero, dónde vemos el legado de Lancia en este prototipo. Bien, dejando a un lado el exterior lo más interesante se encuentra en su habitáculo. Habitáculo al cual se accede a través de unas puertas -de apertura suicida en el caso de las traseras- capaces de abrir un amplísimo espacio diáfano desprovisto de pilar central. Exactamente igual que lo ya acometido por la marca en modelos suyos lanzados allá por los años treinta y cuarenta.
En este prototipo el habitáculo adquiere el mayor de los protagonismos, concibiéndose para actuar como un cobijo lo más confortable posible de cara a emprender largos viajes
Asimismo, la combinación de telas y maderas con tonos cálidos crea una atmósfera de refinamiento y comodidad en la cual se inserta un avanzado sistema de climatización basado en lo que, la propia Lancia, denominó un “vehículo biodinámico. Todo ello rematado con un ajuste de altura capaz de hacer más cómoda la salida y entrada de los ocupantes, así como un diferencial activo o una suspensión delantera multibrazo capaces de armonizar lo máximo posible la marcha del vehículo con la comodidad y el aislamiento respecto al exterior. En fin, si las berlinas de Lancia siempre han sido sinónimo de un evidente refinamiento, en el caso del Diálogos aquello llegaba a un nuevo nivel. Un nivel que, a buen seguro, está inspirando a los nuevos Lancia eléctricos que están por venir.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS