Los coches urbanos, los más pequeños, han desaparecido del mercado casi por completo. Quedan algunos a la venta, aunque su concepto se aleja del típico urbano, como el Toyota Aygo X Cross. Si lo comparamos con lo que había antes en el mercado, el contraste es grande, porque antes la oferta era grande y además, contaba, incluso, con versiones deportivas. Sin embargo, la excusa de los fabricantes es que no son coches rentables, sobre todo tras la necesidad de desarrollar vehículos con tecnología eléctrica.
Un enorme contraste con los años 90, cuando se podía escoger un pequeño urbano casi en cada fabricante. Sin ir más lejos, en septiembre de 1991, Peugeot ponía en circulación el reemplazo de los 104, al que poco después –un año– le siguió su primo-hermano, el Citroën Saxo: el Peugeot 106. Dos coches que fueron un éxito, y que, curiosamente, se basaban en la base técnica del Citroën AX. De hecho, como detalle más curioso, se consideró como una especie de reemplazo del Peugeot 205 hasta que apareció el 206 y en parte se podía considerar un utilitario, pues el Citroën Saxo fue uno de los rivales más duros del Peugeot 206.
Como decíamos antes, los urbanos contaban con versiones deportivas, algunas de ellas especialmente interesantes, algo impensable actualmente. Y no se contentaban con una, ya que el Peugeot 106 tuvo varias, entre las que destacaban el Peugeot 106 Rallye y el Peugeot 106 GTi, aunque hubo otra que pasó algo más desapercibida, pero cuyo espíritu RACER era innegable: el Peugeot 106 XSi. Una versión que jugaba con la relación peso-potencia, aunque se le criticó un poco por montar un motor que no era especialmente potente.
A simple vista, el Peugeot 106 XSi podría confundirle con un crossover cualquier usuario actual, porque se recurrió a adornar la carrocería con protecciones plásticas a media altura, que abarcaban tanto los paragolpes como los arcos de las ruedas. También se montó un faldón delantero más bajo, que daba cobijo a los proyectores antiniebla. Era la misma receta que se había empleado en el 205 GTi, solo que a escala pequeña. Para el habitáculo, la forma de actuar fue diferente, pues no era tan opulento como el 205 GTi, anque sí había asientos deportivos –con tapicería Serval/Ouragan– con buen apoyo lateral, acompañado de un volante de tres radios sin airbag y un equipamiento muy escueto donde solo destacan las llantas de aleación y la presencia de un tacómetro en la instrumentación.
El corazón elegido para la ocasión provenía de la familia TU que PSA había lanzado en 1987. Entre las particularidades de este motor, estaban la posición de los colectores de escape, que estaban delante, mientras que la admisión estaba detrás. También montaba inyección Bosch Motronic y, por tanto, una gestión electrónica para el motor. Por supuesto, tenía cuatro cilindros –eso de los tres cilindros es una invención moderna– con 1.360 centímetros cúbicos y una potencia de 100 CV a 6.800 revoluciones y 122 Nm de oar a 4.200 revoluciones –en 1993 apareció el catalizador y perdió cinco caballos–. Puede parecer poco, pero el conjunto pesaba 860 kilos y la relación peso-potencia era de 8,6 kg/CV. Sí, no son cifras de órdago, pero era un coche de sensaciones, muy divertido de conducir, con poco más de 3,5 metros de largo y una batalla de 2.385 milímetros.
Allá por los 90, los urbanos con talante deportivo eran bastante populares. Coches pequeños, con una potencia relativamente elevada –sobre los 100 o 120 CV– y un torrente de sensaciones al conducirlos
No se puede decir que fuera un coche lento. La velocidad máxima homologada para el Peugeot 106 XSi era de 190 km/h, mientras que la aceleración hasta los 100 km/h desde parado se completaba en 9,6 segundos, los 400 metros también con salida parada los hacía en 16,7 segundos y el kilómetro en las mismas condiciones en 31,4 segundos.
En 1994 se instaló un motor más grande, un cuatro cilindros con 1.587 centímetros cúbicos, que rendía 105 CV a 6.200 revoluciones y 140 Nm de ar a 3.500 revoluciones. El peso subió hasta los 910 kilos, lo que contrarrestaba el pequeño aumento de potencia y par, así que las prestaciones se mantenían casi iguales: 0 a 100 km/h en 9,3 segundos; 400 metros con salida parada en 16,5 segundos y los 1.000 metros con salida parada en 30,8 segundos. La velocidad máxima era de 195 km/h.
Pero el caso es que, aunque tenga un motor un poco justo, el coche era deportivo, sobre todo teniendo en cuenta que todos los ajustes del chasis se tomaban del Citroën AX GTi. La dirección tenía menos desmultiplicación y no estaba asistida y los frenos, con tambores atrás de 180 milímetros, eran suficiente para la potencia y el peso.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS