El BMW Z9 Gran Turismo que protagoniza este artículo fue uno de los prototipos creados por la marca bávara durante la estadía de Chris Bangle en su departamento de diseño. Mostrado al público durante el Salón de Fráncfort celebrado en 1999, permitía contemplar algunos de los elementos más representativos de los siguientes modelos de BMW, y no solo en cuanto a su diseño.
El BMW Serie 6 E63, que sería lanzado al mercado dos años después, es un innegable heredero de las líneas planteadas por el equipo de Chris Bangle para este cupé, que también era rompedor al recurrir a una motorización turbodiésel de ocho cilindros en uve. Vamos a revisitar este prototipo cuyo diseño, en realidad, se atribuye a la mano de Adrien van Hooydonk, quien sucedería al norteamericano al frente del departamento creativo de BMW tras su marcha en 2009.
Con las gafas de Chris Bangle
Dentro de la revolución en la evolución que pregonaba Chris Bangle como eje vertebrador de su estrategia al frente del equipo creativo del fabricante alemán, el BMW Z9 Gran Turismo fue un cupé que contenía detalles inconfundiblemente BMW. Entre ellos destaca el largo capó delantero, con unos faros dobles en su frontal que son marca representativa de BMW desde la serie E3. Estos flanqueaban dos riñones que, pese a ser de un tamaño comedido, ya constituían un cambio en cuanto a sus formas respecto de lo que estábamos acostumbrados a ver en el morro de los modelos de la marca de la época. El diseñador norteamericano defendía que las proporciones de estos elementos ya no eran tan importantes para los clientes de la marca, como él mismo afirma en este vídeo de men&motors disponible en Youtube, de donde también hemos extraído los entrecomillados de este artículo.
Realmente no hay ninguna línea en el coche que no encuentres en un BMW normal hoy en día. Desde la forma de los faros, que tienen algo de un Serie 3 que ha sido el primero en ser lanzado con estas formas agresivas, hasta la forma del capó, el Power Dome como nosotros decimos, que cubre el potente V8 diésel”, remarcaba Chris Bangle mientras repasaba las líneas del frontal del recién mostrado BMW Z9 Gran Turismo
Sin apartarnos de esta zona delantera, cabe llamar la atención sobre cómo las líneas que definen el Power Dome —la protuberancia en su capó— tienen continuidad tanto hacia el frontal como hacia la trasera del vehículo. En este recorrido, dividen primero en tres partes la abertura inferior en la parte delantera, delimitan a su vez los faros delanteros en su parte interior, y continúan siguiendo los pilares A hasta fundirse con la parte posterior.
Esta zona trasera, más allá de las formas su tapa de maletero —en la primera aparición del Bangle Butt, o “trasera Bangle”—, las líneas daban lugar a unas proporciones claramente fieles a la historia de la marca. Su tamaño compacto y aspecto musculoso, sensación que se veía también favorecida por los pasos de rueda, con mucho volumen, cumplía con lo esperado para un cupé de BMW.
Y es que las líneas de este vehículo de dos puertas y cuatro plazas, con cinco metros de longitud, se caracterizaban, en definitiva, por su limpieza y sencillez, al tiempo que exhibían carácter. Había una evidente armonía en la sucesión de convexidades y concavidades de los paneles de su carrocería, y en realidad fue relativamente bien recibido por el público en su momento. Todo en él se sucedía con fluidez, y sus formas transmitían calidad de diseño y mucha intención.
Los riñones son un buen ejemplo. En el pasado nos preocupábamos por si eran altos, más cortos o más anchos, pero ahora pensamos en ellos como una parte del diseño […] por sí mismos, para que todas las líneas de la carrocería encajen correctamente. Y aquí se puede ver cómo incluso hemos cambiado la forma de los listones verticales para que tengan continuidad con la línea del Power Dome”, decía el audaz Chris Bangle en 1999
En vista lateral, las llantas de gran tamaño —20 pulgadas de diámetro las delanteras y 21” las traseras— contaban con anclaje monotuerca y su diseño presenta un motivo que se fue repitiendo en modelos posteriores de la marca bávara, como el BMW M5 E60. Las puertas poseían un sistema de doble apertura, con bisagras tanto en posición convencional como en el techo, para permitir también un funcionamiento tipo gaviota. En caso de emplearse de esta última forma, el espacio para entrar en su interior era aún mayor, y era la opción indicada para acceder a las plazas traseras.
Hacia adelante a través del diseño
El BMW Z9 Gran Turismo demostraba que el camino de BMW hacia el futuro próximo de entonces, el del nuevo milenio, estaría en gran medida condicionado por su departamento de diseño. También en el interior, donde este concept presentó una extraña nueva forma de interactuar con el automóvil y sus diferentes opciones en materia de infoentretenimiento o climatización.
Tal y como rezaba la nota de prensa de BMW que acompañaba a este prototipo, el concepto de interior minimalista estaba inspirado en la tendencia que había llevado a las cabinas de los aviones comerciales a reducir al máximo el número de palancas, botones, pantallas y sistemas de control en los años anteriores. El BMW Z9 Gran Turismo solo exhibía dos controles en su salpicadero: el botón de arranque y el mando para las luces, y dos palancas más ancladas a la columna de dirección, con las funciones respectivamente asignadas de accionar los intermitentes o servir de selector para su cambio Steptronic de cinco velocidades. En modo semiautomático, las operaciones de subida y bajada de marcha podían realizarse pulsando sendos botones situados en el volante de dos radios.
La conducción debería ser simple, no debería verse afectada por las complejidades de la radio, teléfonos y climatización. Y en este coche hemos intentado plantear la forma más sencilla e intuitiva de manejar todos estos elementos. Para ello, utilizamos un dispositivo de control que activa el vehículo”, comentaba Chris Bangle entonces, convirtiendo el precursor del iDrive en un eslabón más del “¿Te gusta conducir?”
Sobre el túnel de transmisión aparecía un control giratorio que también podía ser pulsado, además de desplazado en las direcciones transversal o longitudinal, y alrededor de cuya base se disponían cuatro botones, cada uno de los cuales daba acceso a un menú que agrupaba determinadas funciones, como comunicaciones o sonido. ¿Os suena? Este elemento, bautizado entonces por el equipo de Chris Bangle como Intuitive Interaction Concept, tenía como objetivo disponer las diferentes opciones jerarquizadas siguiendo “la lógica natural del pensamiento humano”. Su llegada a los vehículos de producción bajo el nombre de iDrive, que tuvo lugar con el BMW Serie 7 E65 dos años después, acarreó numerosas críticas, pero el tiempo ha terminado demostrando que Chris Bangle sabía lo que hacía.
Se complementaba con una pantalla en el centro del salpicadero que se mantenía en todo momento en el ángulo de visión del conductor, y aglutinaba prácticamente toda la información del vehículo. Para la instrumentación, en la posición convencional, se conservaba el clásico esquema BMW de dos relojes analógicos, velocímetro y cuentarrevoluciones.
Esta modernidad hacia la que BMW se lanzaba en aquel momento también influía las técnicas de construcción empleadas para este concept. En este sentido, un monocasco de aluminio servía de soporte para su carrocería, la cual era completamente de fibra de carbono. Otros detalles, como los intermitentes de neón delanteros y traseros o los pilotos traseros de ledes, también apuntan hacia el carácter rupturista e innovador de este prototipo.
Al mismo tiempo, mis ojos nunca tienen que bajar hasta aquí, están siempre enfocados hacia la carretera, puesto que la pantalla está elevada sobre el salpicadero. Esto separa las funciones manuales, intuitivas y que son muy sencillas, de las funciones oculares, que han de permanecer conectadas con la experiencia de conducción. Es toda una nueva manera de entender la ergonomía. No es simplemente hacer que las personas se adapten a las máquinas, es conseguir que las máquinas funcionen de la misma manera que lo hacen las personas”, decía Chris Bangle, quien hacía de nuevo gala de su facilidad de palabra al explicarnos su método
Milenarismo diésel
Un diésel de alto rendimiento era, por entonces, algo que aún no estábamos acostumbrados a ver en nuestras carreteras, pese a que era un momento en el que los tubos de escape comenzaban a apuntar al suelo en cada vez más turismos de todo tipo de segmentos. Chris Bangle, o todo el equipo de BMW, demostraba que su perspicacia para entender el devenir del zeitgeist del automóvil ante la entrada en nuevo siglo iba más allá del diseño.
Subrayado por el Power Dome, su capó delantero albergaba un propulsor de ocho cilindros en uve, turbodiésel con inyección directa de raíl común. En realidad se trataba del motor conocido por el código interno de M67, que en aquel momento ya se instalaba en el BMW 740d de la generación E38. Este presumía de ser el primer propulsor turbodiésel con arquitectura en V y ocho cilindros que había sido empleado en un vehículo con portamatrículas que no fuera una cabeza tractora destinada al transporte pesado.
Un año después de la aparición de este cupé en Fráncfort, fue el Salón del Automóvil de París el lugar elegido para mostrar el BMW Z9 Gran Turismo Cabrio, su versión descapotada, que era más comedida en sus formas y cuyo motor era también un V8, pero de gasolina
En cuanto a las cifras de rendimiento de este propulsor —se trataba de un prototipo completamente funcional—, de sus 3.901 cc de capacidad se extraían 245 CV —180 kW— de potencia máxima a 4.000 revoluciones por minuto, con 560 Nm de par disponibles entre 1.750 y 2.500 rpm. Iba a asociado a la mencionada caja de cambios automática de cinco velocidades —Steptronic— y podía alcanzar 251 km/h de velocidad punta, con una aceleración de 0 a 100 km/h en el entorno de los cinco segundos.
El BMW Z9 Gran Turismo Concept es un prototipo que, pese a no ser apenas recordado, marca un hito de cierta importancia para la marca, puesto que introdujo un lenguaje de diseño que marcaría el devenir no solo de BMW, sino de la industria automovilística en su conjunto. Ideas como el Bangle Butt —aunque la dibujara van Hooydonk— fueron primero criticadas y después replicadas por sus competidores y, con el paso de los años, al revisitar este concept u otros modelos de la época estamos obligados a replantearnos si acaso cierta incomprensión no impidió que fueran valorados debidamente en su momento.
David García
No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.COMENTARIOS