¿De qué están hechos los objetos que nos rodean? Ésa es una de las preguntas más interesantes que se pueden plantear en el ámbito del diseño industrial, y de hecho no pocos diseñadores de automóviles se la han hecho para con el desarrollo de nuevas carrocerías. De esta manera nació en 2008 el BMW GINA. Uno de los diseños más inadvertidos de Chris Bangle, pero al tiempo posiblemente su aportación más interesante debido a la forma y manera en la que experimenta no tanto con nuevos volúmenes como con nuevos materiales. Esta vez un combinado de poliuretano y elastán capaz de dar flexibilidad a la carrocería. Sin duda, lo nunca visto.
Pero vayamos por partes. Desde que el automovilismo echó a andar de forma masiva siempre ha existido una obvia preocupación por el material con el cual se realizaban. Por un lado tenemos el primigenio y pesado acero, rudo pero fiable en materia de resistencia. Algo que poco a poco fue siendo desplazado por el aluminio, bastante más caro pero también mucho más ligero y por tanto interesante a la hora de mejorar los consumos y el comportamiento. Y vaya, entre medias existen todo tipo de ensayos que han quedado en series cortas relativas al mundo de los deportivos.
Desde el magnesio de los chasis tubulares del Porsche 917 – y la evidente preocupación que esto daba en pilotos conocedores de ir a más de 300 kilómetros por hora en la recta de Mulsanne dentro de una potencial bola de fuego – hasta el uso extensivo de la fibra de carbono en los modelos de Pagani. Y eso por no hablar del enorme impacto que tuvo la fibra de vidrio en los deportivos desde los años cincuenta con la presentación del Corvette C1. Un excelente punto de arranque para que multitud de pequeños fabricantes construyeran sus propias – y ligeras – carrocerías. No obstante, hasta la llegada del BMW GINA ningún gran fabricante había hecho un ensayo serio con materiales flexibles.
El desarrollo de nuevos materiales siempre ha sido una constante para la industria del automóvil, aplicando desde el aluminio hasta la fibra de carbono pasando por el magnesio. Sin embargo, este material flexible supuso todo un cambio de paradigma al ser una ” piel ” con la que se recubre al coche
BMW GINA, un experimento para el futuro
Antes de nada hemos de aclarar un dato importante para que no cunda el pánico en torno al BMW GINA porque no, a pesar de lo flexible de su carrocería este prototipo es totalmente funcional. No es como conducir una tarta. En absoluto. De hecho, la base que Chris Bangle usó para el mismo es uno de los mejores diseños que éste ha firmado para la casa bávara. Se trata de un Z4 (E89).
Respecto a la mecánica, la realidad es que no existen datos fiables sobre cuál es. Aunque sabiendo la base y el año de lanzamiento – justo unos meses antes del de la E89 – presentimos que, seguramente, ha de ser una de las cuatro que se ofertaron en el inicio de esta generación del Z4. Es decir, un bloque de seis en línea que bien puede ser atmosférico o bien doble turbo. No obstante, entre los propósitos del BMW no estaba, en absoluto, ningún desarrollo mecánico ni prestacional.
El punto de atención estaba en ensayar con las posibilidades de un material flexible que recubre de forma ceñida una estructura interna donde ciertas cambian de forma según la situación. De esta manera se eliminan las juntas entre los paneles, creando un acabado de carrocería que bien podría asemejarse al concepto de “ piel “.
Por ahora no hay visos de aplicar esta solución a los modelos de serie, lo cual no resta mérito a la ingeniosa solución ideada por Chris Bangle
Así las cosas, cuando el BMW GINA alcanza ciertas velocidades el spoiler trasero se activa y sobresale, pero lo hace empujando desde dentro a la capa flexible. Es decir, todo va en una misma forma, no hay elementos aislados. Realmente interesante desde el punto de vista aerodinámico. Un concepto que se ve perfectamente al abrir las puertas. Realmente curioso ver la forma en la que se pliega el revestimiento como si fuera el movimiento de alguna de nuestras articulaciones. Y bueno, lo mismo ocurre con los faros – se ocultan al no usarse – o la abertura que aparece en el capó cuando aumentan las necesidades de refrigeración. Llegados a este punto, desconocemos si algún día este material compuesto llegará a los automóviles de serie. Pero lo que sí sabemos es que Chris Bangle marcó un nuevo hito en la investigación de materiales asociados a la fabricación automovilística.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS