Sobria, racional y práctica. Así podría definir cualquier conductor medio a Opel. Y acertaría, señalando además que de una empresa germana de vehículos en producción masiva es lo mínimo que se podría esperar. De hecho, en estos últimos tiempos sólo alguna que otra colaboración con Bertone y la posibilidad de un pequeño eléctrico con guiños al modelo GT de los sesenta sacan a la marca de su lógica y sencillez. No obstante, de repente aparecen hitos deportivos como pequeñas islas. Sin duda por eso mismo aún más sorprendentes, como pudo ser el caso del Speedster desarrollado junto a Lotus. Pero también toda la historia en rallyes que la marca protagonizó durante los setenta y ochenta, del cual el Opel Ascona 400 es el mejor y más laureado exponente.
Sin embargo, lo mejor será empezar por el principio. En primer lugar hay que señalar cómo la Opel posterior a la Segunda Guerra Mundial nunca tuvo afán deportivo. Controlada por General Motors a la forma y manera de una empresa con la que la industria americana esperaba abrirse paso en Europa al igual que Ford Europe, Opel estaba en el escalafón popular de los coches alemanes. Sin embargo, cuando llega 1970 ocurren dos movimientos interesantes. El primero es la presentación del Ascona, un turismo del segmento D que empezó con propulsión trasera y acabó con tracción delantera.
Y el segundo es la del Manta, derivado del anterior como un coupé que buscaba dar la réplica al Ford Capri en el mismo sentido que éste: siendo una especie de muscle car a la europea. Y lo consiguió. De hecho, su versión A Turbo para el mercado británico entregaba 156 CV en un momento donde esa cifra era bastante para un deportivo más o menos popular. Y ojo, porque además lo hacía con un punto visual muy “ de barrio “ que acabaría teniendo no pocos admiradores veinte años después. Sin embargo, lo curioso de todo este asunto es que finalmente esa garra deportiva exhibida por el Manta no fue tan capitalizada por éste como por el Opel Ascona 400. ¿Por qué?
Aunque durante los sesenta sorprendió con el lanzamiento del Opel GT y en los setenta el de las versiones mejor preparadas del Manta – que incluso llevaban turbo en pleno 1970 -, Opel nunca se había distinguido por una especial deportividad ni mucho menos por su introducción oficial en las carreras
Opel Ascona, de lo popular al Campeonato Mundial de Rallyes
Con motores de cuatro cilindros en línea que llegaban hasta los 90 CV en la versión de 1,9 litros, el Opel Ascona se vendió en tres carrocerías durante al menos sus tres primeros años. La coupé, la sedán y una curiosa e interesante variante break con dos puertas que podría ser leída como un “ shooting break “ de afán popular o, sencillamente, un modelo que ya se beneficiaba de la practicidad exhibida en los sesenta por el Autobianchi Prímula y su pequeña carrocería con portón trasero sin tercer volumen. No obstante, resulta curioso comprobar cómo desde 1973 ya sólo se ofrecía la carrocería coupé.
De esta manera, lo cierto es que muchos preparadores y pilotos aficionados con ínfulas en rallyes poco profesionalizados volvieron su vista hacia el Opel Ascona. Duro, fiable, fácil de preparar y modificar… Lo tenía todo para ser el coche perfecto en manos de un aficionado a la mecánica que quisiera destacar en las carreras sobre tierra. Y es que, al fin y al cabo, para este tipo de carreras la potencia y otras muchas mejoras siempre se pueden hacer por cuenta propia, mientras que una buena base sí es absolutamente necesaria desde la fábrica.
Así las cosas, desde poco tiempo después a su presentación en Europa comenzaron a abundar unidades del Opel Ascona modificadas para los rallyes con el nombre de A Rallye. Especialmente en Alemania, donde el preparador Irmscher creó una interesante unidad homologada para el Grupo 2 gracias a la cual Walter Röhrl conquistó el Campeonato de Europa de Rallye. La constatación de que el Ascona era un excelente punto de partida para la competición, siendo en este caso modificado para entregar 205 CV gracias a una cilindrada aumentada hasta los dos litros.
Es curioso pero para que Opel se diera cuenta de su potencial en los rallyes fabricando así el Ascona 400 del Grupo B, primero tuvo que existir el A Rallye como una versión preparada por una empresa independiente. Sólo gracias al éxito de la misma Opel se pudo dar cuenta de lo que tenía entre manos o, al menos, podría llegar a tener
A partir de aquí, Opel presentó una nueva generación del Ascona y además empezó a tomarse en serio todo lo relativo a la competición ya que sus propios distribuidores lo demandaban así. Convencidos – y tenían razón – de que los éxitos en el Campeonato Mundial de Rallyes atraían compradores de forma masiva para una marca en la que la deportividad había venido más por un cálculo mercadotécnico que por una pasión definitoria. Por ello, los siguientes grandes Opel Ascona de rallye se fabricaron en la propia factoría que General Motors tenía en Amberes. Eran los Ascona 400 del Grupo B, ganadores del campeonato mundial en 1982 con Walter Röhrl a los mandos. Un último gran éxito antes de que los Audi Quattro pusieran en evidencia lo obsoleto que podía ser no contar con tracción total en esta categoría, haciendo que incluso Röhrl dejase Opel tras su nutrida historia con la marca para irse a Audi. Pero eso, y todo lo que ocurrió para crear aquellos Ascona 400, será objeto de un próximo artículo. Hasta entonces os dejamos con el recuerdo de aquel modelo no creado por la marca que fue el Ascona A Rallye. Tan importante finalmente para ella que, pasados los años, lo adquirió para conservarlo en su departamento de clásicos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS