En 1996 apareció un coche que ya nos gustaría a muchos ver de nuevo en los concesionarios. En aquel año, se puso a la venta el Renault Spider, un automóvil puramente lúdico, cuya primera serie no tenía siquiera parabrisas y colocado tras los dos únicos asientos, había un motor 2.0 atmosférico de 150 CV, procedente del Renault Clio Williams y que también animó a otros modelos como la primera generación del Renault Mégane Coupé.
Lo más parecido a este coche sería, salvando las distancias, el KTM X-bow, aunque el Renault no era tan sofisticado y además, se fabricaron muchas menos unidades. Era un deportivo puro, aunque “solo” tuviera 150 CV y es que, a veces, la potencia no lo es todo. El Renault Spider era un coche bastante pequeño (no llegaba a los cuatro metros de largo) y no llegaba a los 1.000 kilos de peso, un aparato para dar sustos a deportivos de mayores pretensiones en carreteras de montaña.
Pero si hoy día te pones a buscar unidades de segunda mano en el mercado, además de encontrar bastantes opciones y ninguno barato, te podrás encontrar otra cosa que, al menos a nosotros, nos ha llamado enormemente la atención. Se trata de un Renault Spider, sí, pero no de uno cualquiera. Si te fijas en las fotos verás que no es como recuerdas un Spider, ¿verdad? Y es normal, porque se trata de un “one off”, una creación de un taller madrileño fabricado para el concurso de Renault Retail Group Europa llamado “Crazy Ride Game”.
Según parece, la base de partida es un Renault Mégane de la cuarta generación que llegó siniestrado al taller, equipado con el motor 1.2 turbo de 120 CV, mientras que el resto de la estructura procede de un Renault Modus. La carrocería, al igual que el habitáculo y otros detalles es completamente artesanal. El frontal, por ejemplo, emplea los faros y la calandra del Mégane, pero el paragolpes es totalmente único y realizado ex profeso. Lo mismo ocurre con la parte trasera, donde se aprecian los pilotos del mencionado Mégane, pero monta un llamativo difusor (que seguramente sea atrezzo) y cuatro salidas de escape por la zona central del mismo.
Todo el lateral está creado ex profeso, al igual que el interior, que usa el volante, selector del cambio y mando para el freno de estacionamiento del Mégane IV. Consola central y paneles de puertas parecen artesanales, y decimos que parecen, porque nos hemos puesto en contacto con los propietarios (Renault Retail Group) y aunque dijeron que contactarían con nosotros, no hemos vuelto a saber nada. Los asientos, unos “buckets” de competición, son una cesión de uno de los miembros del equipo (ya no pueden entrar en circuito, pasó su fecha de caducidad)
No está homologado para circular por vías públicas, por tanto, es un coche para eventos y para usar en circuito y no hay datos técnicos fiables, pero puedes conocer su historia en la página de Renaul Retail Group. Actualmente está anunciado en AutoScout24 por 14.000 euros como Renault Spider, aunque en realidad, su nombre es “Renault Modus Operandi” y tan solo necesitó un presupuesto de 2.000 euros (sin contar con los coches donantes).
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Me recuerda también al Laguna Concept de 1990.
Muy original y, por lo que dejan ver las fotos, bastante bien acabado. Merecería llevar más motor.
Con el doble de potencia comenzaría a ser una máquina muy interesante…