La historia del BMW Z8 (E52) se remonta a tres años antes del 2000, cuando la marca de la hélice bávara presentó en el Salón de Tokio de 1997 un prototipo denominado Z07. Un poco a modo de prueba, buscaba captar la atención del público y desgranar las intenciones de este hacia un vehículo exclusivo y diferente a lo visto hasta ese momento.
De alguna manera BMW quería regresar al mercado de los roadster, 43 años después de su aclamado BMW 507 Roadster diseñado por Albrecht Von Goertz, y por la puerta grande. Si bien es cierto que ya contaba con el Z3 entre sus filas, necesitaba crear algo más importante que la sirviera para poder luchar de tú a tú con los SL de Mercedes-Benz y siendo a la vez lo más rompedor posible dentro del segmento. Para ello se le encargó el proyecto al que por entonces era el diseñador de BMW, Chris Bangle.
El nuevo BMW Z8 debía representar la filosofía de la marca como ya lo hiciera el 507 Roadster de Von Goertz 43 años antes
La idea era clara, crear un roadster que marcara la referencia, pero que a la vez representara con sobriedad el espíritu del idolatrado 507. La tarea evidentemente no era sencilla, pero Bangle, que llevaba en la marca desde 1992, tenía muy presentes las exigencias de la marca y por ello debía afinar al máximo para crear las líneas maestras del nuevo BMW Z8.
Así que se remozó el diseño del Z07, con el consiguiente nacimiento de nuestro protagonista en 1999. Y qué mejor manera que presentarlo al mundo que cederlo a James Bond, 007, para su nueva aventura televisiva, “The world is not enough”, como ya había hecho hacía unos años con su Z3.
Una vez puesto en escena, el Z8 tan solo estuvo durante tres años en producción en las dos fábricas alemanas de Dingolfing y Múnich, cesándose esta en 2003. En la primera se creaban los paneles de aluminio con los que se le daba forma a su carrocería y el chasis del coche, terminando de ensamblarlo en su factoría de Múnich de una manera prácticamente manual. A lo largo de su estancia en el mercado se mantuvo tal y como fue concebido en un primer momento, llegando a producirse finalmente con 5.703 unidades.
El BMW Z8 estaba ensamblado sobre un chasis de aluminio para así contener el peso, el cual quedaba en vacío en 1.660 kilogramos. Con una estética musculosa, su capó alargado y formas redondeadas delimitaban milimétricamente la carrocería fabricada en el mismo material que el chasis, donde resaltan las branquias en sus aletas delanteras con las que el Z8 homenajea a su antecesor, el 507, que también se produjo tres años.
El mismo Goertz quedó totalmente prendado con el nuevo deportivo alemán y dijo, al ver el Z8 terminado, que de tener que haber diseñado un 507 en ese momento hubiera sido exactamente igual al Z8 que había diseñado Chris Bangle.
Con un motor de casi 5 litros, el nuevo Z8 era capaz de alcanzar los 250 km/h de una manera suave y contundente a partes iguales
A nivel mecánico la elección fue sencilla y se optó por el motor más potente de la gama en ese momento, denominado en código interno S62, un V8 DOHC de 32 válvulas, que no es más ni menos que el del BMW M5 (E39) coetáneo, un 5 litros con 400 CV de potencia a 6.600 RPM y con un par de 500 Nm a tan solo 3.800 RPM, disponiendo del 85 % a tan solo 1.500 vueltas.
Este quedaba montado justo por detrás del eje delantero, retrasando a los pasajeros lo más al centro posible para conferir al Z8 un reparto de pesos 50/50. Todo ello asociado a un cambio manual sin opción de automático de seis velocidades, con el que la conducción debía ser lo único en lo que se centrara el afortunado propietario de un Z8,y qué mejor para ello que un motor potente y un cambio manual unido a la propulsión trasera.
Con estas cifras el coche de “007” lograba unas prestaciones de vértigo, alcanzando los 250 km/h, aunque la velocidad máxima estaba autolimitada electrónicamente, algo ya típico en las tres grandes marcas alemanas. Con una aceleración de 0 a 100 km/h en tan solo 4,7 segundos, tardaba 23,5 segundos desde parado en recorrer los 1.000 metros.
Además, conseguía unas recuperaciones brillantes, como pasar de 80 a 120 km/h en su marcha más larga en tan solo 7,3 segundos. Prueba de sus prestaciones fue la vuelta a Nürburgring, donde consiguió fijar el crono en 8 minutos 15 segundos con el DSC desconectado, un tiempo sensacional teniendo en cuenta la filosofía del automóvil, pero donde demuestra la fiereza del propulsor y su buena puesta a punto.
Los consumos de un coche del calibre del Z8 van ligados de la mano a sus estratosféricas prestaciones
Evidentemente, los consumos de una máquina de este calibre van cogidos de la mano en cifras y valores a las prestaciones. El BMW Z8 supera los 21 litros de gasolina a los 100 km en recorrido urbano, pudiendo bajar a la mitad en carretera abierta, haciendo medias de unos 14 litros cada 100 kilómetros recorridos. Para ello la marca pensando en cada detalle dispuso al Z8 un tanque de 73 litros más reserva, suficiente como para poder hacer medias de 550 kilómetros si no nos propasamos mucho con el fabuloso V8.
En la búsqueda de rebajar al máximo el peso y a la vez dotar de la mayor rigidez posible al Z8, BMW instaló en su parte delantera un eje en aluminio. Para la parte posterior una suspensión totalmente independiente y un sistema de silent blocks de gran tamaño se encargaban de aislar a los pasajeros de cualquier vibración o extraños procedentes de esta.
Para poder digerir tanta potencia en su eje posterior se empleaban llantas y neumáticos específicos, en medidas 245/45 R18 96 W en la parte delantera y 275/40 R18 99 W en la parte trasera. Dentro de ellas, un juego de discos autoventilados de 334 mm en el tren delantero y 328 mm en la parte posterior se encargaban de frenar los más de 1.600 kilos del Z8, pudiendo pasar de 100 km/h a 0 en tan solo 2,5 segundos y 35 metros.
Con llantas de 18 pulgadas y unas suspensiones perfectamente calibradas, este Z8 encontraba un aplomo y paso por curva encomiable
Los elementos electrónicos también estaban ahí para mejorar aún más si cabe la conducción del Z8. Ayudado por un control de estabilidad y tracción denominado DSC, o el CBC (Control de frenada en curva), el coche se comportaba de manera ejemplar, siendo su nivel de paso por curva y aplomo excepcional.
En lo referente a seguridad, el Z8 contaba con airbags laterales y frontales. Estos últimos saltaban de un modo gradual dependiendo la intensidad del impacto, para ser lo menos incisivos posible en los ocupantes. Además, se contaba con sistema de seguridad antivuelco justo detrás de los reposacabezas y una luna delantera con el pilar A reforzado para aguantar mejor cualquier impacto.
No solamente la figura del BMW Z8 era única y especial. El equipo de diseño de la marca realizó un trabajo interior a la altura para diferenciar a su coche de cualquier otro fabricado en ese momento. Con grandes reminiscencias a los roadster de los 50 y los 60, y sobre todo a su abuelo, el 507, un estilo minimalista reinaba en el interior.
El cuadro de relojes estaba situado en el centro del salpicadero. Según sus diseñadores, en esta posición hacían al conductor tenía una visión totalmente limpia, sin nada delante que lo distrajera y con el único fin de poder disfrutar al máximo la experiencia de conducción del Z8. El volante de tres brazos metálicos y al vez estos divididos en otros tres, de aspecto retro, era otra de las señas inconfundibles del Z8.
Nada se dejó al azar a la hora de dotar al BMW de James Bond, desde asientos totalmente en piel, pasando por un equipo de alta fidelidad o remates en aluminio
Justo debajo de los relojes estaban las salidas de aire y debajo de estas los mandos para su control. El sistema de navegación y audio de la marca Harman Kardon compuesto por 10 altavoces y una potencia de 250 vatios quedaba escondido en un hueco justo por delante de la palanca del cambio y cerrado por medio de una tapadera plegable.
Digno es de mencionar su sistema de arranque, que si bien cuenta con una llave de contacto tradicional, esta solo sirve para desbloquear el volante y poner contacto, ya que el arranque se efectúa finalmente desde un botón ubicado en el salpicadero. Cabe destacar la infinidad de elementos de equipamiento que montaba, desde asientos de piel con reglaje eléctrico, equipo de sonido y navegación específico, teléfono integrado, o tiradores y mandos en aluminio, entre otros.
Tan solo un techo duro –hardtop– era el único opcional que tenía como disponible. En cuanto a la carrocería disponíamos de seis colores para elegir: negro y rojo brillante no metálico, plata titanio metálico, azul topacio metálico, estrato (gris metálico) y criollo (rojo metálico), además de cuatro colores interiores: negro, rojo deportivo/negro, crema/negro y crema sola. En todos los casos, el Z8 venía con la capota en negro y un techo rígido acabado en color de la carrocería, aunque un techo beis estaba disponible como opción.
Este Z8 estrenó un equipo de iluminación donde tanto sus intermitentes como luces traseras portaban faros de gas neón. Estos eran, según la marca bávara, mucho mas luminosos y a la vez el tiempo que pasaba desde que accionamos el indicador hasta que prendían, era considerablemente menor, dándole por la tanto una mayor seguridad y tiempo de reacción a los vehículos que vinieran por detrás.
También es digno de mencionar el sistema Runflat, que permitía recorrer hasta 500 kilómetros con el neumático pinchado a una velocidad máxima de 80 km/h, dado que el perfil de sus cubiertas era macizo. Por lo tanto, el Z8 no disponía de rueda de repuesto, ya que no la necesitaba. A la postre, se usó en otros vehículos de la marca años después, aunque este no fue muy aceptado por lo costoso de los neumáticos de este tipo, por lo que algunos clientes terminaban por instalar neumáticos convencionales.
Alpina, como siempre, ha estado presente en las versiones más especiales de la marca germana. En esta ocasión no iba a ser menos, y preparó un total de 555 unidades del BMW Z8 con su toque más especial, partiendo de la base del motor M62 V8 DOHC 32v de 4,8 litros y cambio automático Steptronic de cinco velocidades.
Alpina creó sobre la base del Z8 un coche aún más usable y cómodo que la versión original, teniendo como mercado principal los EEUU
Además de unas llantas específicas en 20 pulgadas y algunos detalles estéticos en su interior, es curioso cómo en esta ocasión Alpina no buscó la sobre potenciación del motor. Al contrario que suele hacer en todas sus versiones, rebajó la potencia y cilindrada, buscando convertir al Z8 aún más si cabe en un automóvil más cómodo y fácil de manejar para establecer esta en 375 CV.
Fue así básicamente porque su intención era la de buscar un automóvil más cómodo y sencillo de conducir, y porque 450 unidades del total fabricadas tenían como destino los EEUU, mercado en el que encajaría mejor esta versión dulcificada. Esta versión del Z8 se denominó comercialmente como Alpina Z8.
Lo que está claro es que este BMW sea posiblemente el coche en serie más especial que ha creado la marca germana hasta el día de hoy, conjunto con el M1, o el ya retirado i8. Prueba de ello es una de las unidades que se construyeron y que perteneció al rey del rock, Elvis Presley, la cual estuvo casi dos años restaurandose para devolverla a su estado original y que perfectamente en la actualidad podría tener un valor superior a los 2 millones de euros.
Bangle comparaba el Z8 y el 507 de esta forma: “Puedes ver a Shakespeare o escuchar a Beethoven una y otra vez aunque su obra sea interpretada por un nuevo artista”, haciendo referencia a la historia del 507 y ahora el Z8.
Un vehículo que quedará para el recuerdo de los amantes de la automoción, y que en la actualidad duplica el precio de tarifa con el que se comercializaba hace ya dos décadas en la mayoría de las unidades a la venta. Los más mundanos seguiremos escribiendo sobre él, esperando dentro de otros 20 años poder seguir recordandolo con la misma satisfacción.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS