Si este coche de carreras no te vuela la cabeza, pues entonces replantéate algunas cosas. Ante todo, una advertencia. Por supuesto, la insignia y el nombre a los cuatro lados acaban con el misterio –ni hablar de la firma estampada en su alerón trasero–, pero puede que a golpe de vista lo confundas con un Porsche 911 GT3 de la actual generación 992.2. Que las apariencias no te engañen: ese perfil cupé no tiene nada de alemán.
Allí lo ves en su primera fase, en su forma original. Deportivo –aunque lleve espacio para pasajeros atrás–, con clase, sin intenciones de recibir el más mínimo raspón, pero consciente de ser un 2+2 de alto desempeño y que, cuando llegue a los clientes, deberá demostrar sus habilidades. Digamos que el Honda Prelude 2026 es la faceta racional, el modelo de calle cuyo juicio no se ve afectado, el destinado a no perder la cordura aunque se lo acelere a fondo. Pero a todo Dr. Jekyll le llega su Mr.Hyde.
La firma asiática acaba de presentar esa otra versión, la inescrupulosa, la que ha sido concebida para cometer atrocidades. No en calle, sino en circuito. Por algo apenas se distingue la carrocería original dentro de todo ese kit de competición. El Prelude de serie se ve atrapado en la identidad más perversa, que no tiene planes de liberarlo hasta imponerse en la Súper GT japonesa, la que alguna vez vio al NSX R-GT 2005 en acción y hasta hace poco al Civic Type R-GT. Ahora es mi momento, parece advertirnos este Honda Prelude GT500, que promete sangre fría contra rivales como el Z GT500 de NISMO y el Toyota GR Supra GT500.

El nombre revela el propósito, pues responde a la categoría en la que se desempeñará. No es nuestra intención adentrarnos en lo que le depara en materia de competición. Después de todo, nos interesa el coche en sí. Sí debo mencionar dos motivos por los cuales este coche correrá en lugar del Civic, motivos que explican por qué vemos lo que vemos, por qué se lo ha llevado a la materialización. Por un lado, el bajo rendimiento que condenó al compacto. Por otro, para lograr un mejorado diseño de carrera resultaba conveniente cambiar de un cuatro puertas a un dos puertas.
Vaya carenados con los que se ha despachado Honda Racing Corporation, que para que no queden dudas de que este Hyde japonés es producto de su imaginación, le aplicó sus siglas sobre la parte alta del parabrisas y en el difusor trasero. Prestando atención a los bajos, no sé si la división deportiva ha puesto el arte al servicio de la aerodinámica o la aerodinámica al servicio del arte.
No sorprende viniendo de una de las escuelas de mayor prestigio en materia de tuning, así tampoco como la teatralidad de su acabado exterior. Lo dije y lo repito: puede que las apariencias te engañen. No, no es fibra de carbono a la vista lo que exhibe este Prelude en casi toda su carrocería, sino un patrón de múltiples cuadros que emulan la típica bandera de carreras. Una vez más, los japoneses han dado en la tecla con este aspecto, porque si de algo debe hacerse cargo el Honda Prelude GT500, prueba fehaciente de la existencia del bien y el mal, es de imponer respeto.
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS