Coches con alma: cuando diseño y mecánica se alinean

Coches con alma: cuando diseño y mecánica se alinean

La llegada de los eléctricos, un impacto ineludible en la crisis de esta hermandad tan material como simbólica


Tiempo de lectura: 4 min.

Sin ánimos de fatalismos ni de creer que todo está perdido, no son los mejores años para estar a cargo de un departamento de diseño. O simplemente es otra época. No son los años experimentales, y entonces el asunto se divide entre quienes, por composición y razón de ser, están destinados a no traicionar la esencia de sus coches y a ser inmunes a la demanda eléctrica y quienes fueron absorbidos por el contexto para subsistir.

El diseño de un coche… o ese ejercicio artístico que en todas las etapas se fue haciendo influenciado por la vigilancia de las variables surgidas de la mecánica y el desempeño –reduzcámoslo a potencia, prestaciones, aerodinámica–. Más o menos condicionado, dependiendo de la década. En tiempos en que la electrificación aún no era una amenaza real, la potencia actuaba como un factor complementario. Había retroalimentación hasta en los modelos más mundanos, los coches se desarrollaban con mayor soltura, bajo la certeza de que, llegado el caso, habría de dónde eliminar para adelgazar.

El diseño no estaba en serio peligro. La contracara son los diseños de hoy que parten a consciencia de que habrá algo que no se podría negociar si se quisiese hacer a un coche más ligero: el tren motriz híbrido. Hay un peso intocable que interpela. Todo se ha alterado y se ha puesto patas para arriba, desde el sentido de la aerodinámica hasta la crisis existencial que atraviesa la potencia. El peso agregado de una batería y un motor eléctrico –o dos, como se está instalando en el mercado– puede ser visto como una solución a la reducción de emisiones, o bien puede analizarse como el origen de una serie de consecuencias.

Hay modelos electrificados y de volumen, cuyos kilos encima significan dos cosas: atar el diseño primero al objetivo de la eficiencia, y de las prestaciones recién en un orden inferior, y compensar ligereza por más potencia. La primera es una regla que abarca a todo segmento y carrocería. En cuanto a la segunda, un ideal actual es un SUV compacto en adelante, un universo en el que, salvo excepciones, los diseños pierden su gracia, se desalman. Eso sí, su arquitectura le permitirá cargarlo de peso en concepto de potencia.

Toyota Yaris

Un coche con alma japonés: el deportivo donde diseño y mecánica se encuentran como en pocos

Un crítico es Horacio Pagani. Se opone a la potencia excesiva en los eléctricos, cree que la industria debería haber dado un primer paso con vehículos pequeños, de rangos de caballos bajos, pero livianos. El escenario dado dicta lo opuesto. Los urbanos son tendencia, pero en paralelo prevalecen los modelos de buen porte y con cada vez más potencia. En el fondo, no está mal. Por suerte, al cliente le sigue importando el desempeño, incluyendo unas buenas respuestas a bajas revoluciones, que al coche no le falte ese carácter. Pero es en esta instancia, en este punto temporal, en el que la mecánica le ha soltado la mano al diseño.

Cuando hablo de retroalimentación, hablo, en gran medida, de relación simbólica. La de la mecánica y el diseño nunca fue otra cosa más que una relación simbólica, y hoy sería imposible imaginar la libertad de trazado y ejecución de un Toyota 2000 GT, por nombrar al deportivo que fue elegido como el coche japonés más bonito de todos los tiempos, a lo cual es probable que suscriba. Fue ese biplaza vintage un coche con alma, un exponente de cuando la mecánica y el diseño se alinean.

Como dije al inicio, no todo está perdido, pero las reglas del diseño han cambiado y los diseños sin complejos no son los que abundan. No es culpa total de cómo impactaron los electrificados, eso sí. Hay modelos con varias generaciones a cuestas que cayeron en considerable decadencia estética cuando la gasolina pura aún reinaba y los eléctricos no eran ni sombra –el Corolla– y, ya que me he situado definitivamente en Toyota, otros que supieron reinventarse, como el Yaris urbano, que actualmente luce mejor que nunca.

Armar una selección de vehículos de fabricación actual en los que diseño y mecánica estén alineados es hoy un desafío mayor. Lo fácil es recurrir a las marcas de bajas producciones, el terreno de los superdeportivos o los carroceros como Zagato. Pero aun más fácil es ir al pasado, cuando la belleza y la inventiva estaba hasta en ese compacto de los setenta que buscaba espacio interior con urgencia y no era necesario adentrarse en casos excepcionales. Dicho esto, cuando pensé en coches con alma, el 2000 GT, un deportivo no precisamente para todos, fue el primero que se me vino a la mente.

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Mauro Blanco

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