Los Ferrari siempre son rojos. ¿Cuántas veces has escuchado dicha afirmación? Como seguramente ya sabréis, se trata de un comentario con algo de base y no por simple capricho de los aficionados. Cuando comenzó el Campeonato del Mundo de Fórmula 1, allá por 1950, se asignó un color a cada país participante y a Italia se le otorgó el rojo –para Alemania fue el gris plata, Francia el azul, Reino Unido el ahora llamado “british green”… –. Por eso, todos los coches de carreras italianos, entre ellos, obviamente, Ferrari, iban pintados de color rojo. Además, era una época en la que no había patrocinios en los bólidos, así que el color cobraba mayor importancia.
Sin embargo, seguramente también sepas que, en realidad, los Ferrari no siempre son rojos. Durante los primeros compases de vida, los coches de Ferrari no siempre eran rojos y es muy normal encontrar ejemplares de los colores más variopintos, desde un sencillo blanco hasta tonos en amarillo pastel o azul claro, muy típicos de los años 60 y 70. No obstante, hay colores que, según el modelo, son muy raros de encontrar, como ocurre con el Ferrari 275 GTB/4, del que existen 330 unidades, de las cuales, tan solo seis salieron de fábrica pintadas de color negro.
El Ferrari 275 GTB/4 se dio a conocer oficialmente durante el salón del automóvil de París de 1966 y fue el primer Ferrari de producción en montar la versión con cuatro árboles de levas en culata del motor V12, derivado directamente del prototipo P2 –por eso se añadió el número 4 en la denominación–. Tenía 3.286 centímetros cúbicos, la alimentación por carburadores Weber 40 DCN9, lubricación por cárter seco… las cifras permitían que los propietarios presumieran de 300 CV, una cifra importante para la época, que se gestionaba mediante un cambio manual de cinco relaciones en posición transaxle. Motor, por cierto, que podía girar a 8.000 revoluciones.
Su imagen era sensacional, con un morro muy largo y afilado, una cabina retrasada y unas caderas musculosas y bien contorneadas. Por supuesto, obra de Pininfarina, quien ya trabajaba con Ferrari por aquellos años y que contaba con la ayuda de Scaglietti para darle vida.
Como se ha dicho antes, solo se fabricaron 330 unidades, una cifra bastante común en aquella época en Ferrari, cuando la producción era muy artesanal, pero suficiente para que actualmente sea un modelo muy deseado por los coleccionistas, sobre todo por su motor. De esas 330 unidades, como también hemos comentado antes, solo seis ejemplares salieron de la línea de montaje pintados de color negro, y, por tanto, son realmente raros de encontrar y por eso, la unidad que Mecum sacará a subasta en Monterrey, acapara muchísima atención y se espera que pueda rozar los cuatro millones de dólares, solo por su conducción de estar pintado de color negro…
La unidad en cuestión, uno de los seis 275 GTB/4 pintado de color negro, se trata de un ejemplar fabricado en 1966 y está equipado, como cabría esperar, por el famoso V12 Colombo con cuatro árboles de levas y seis carburadores Weber. Hay quien dice que este color no es el más adecuado para el coche, pero es evidente por las fotos, que no es una tonalidad que le siente precisamente mal. El color negro, por su idiosincrasia, suele “borrar” las curvas y las formas de las carrocerías y no permite apreciar bien los detalles –al absorber la luz, los reflejos y los brillos no son tan apreciables y, por tanto, las curvas y las formas se difuminan visualmente, se suele decir que “mata las formas”–, algo que parece ocurrir con la sensual carrocería del Ferrari 275 GTB/4.
Que existan tantos Ferrari de color rojo tiene que ver, sin lugar a dudas, con su relación con las carreras y la imagen que buscan los compradores de estos coches, por eso, cuando aparece un ejemplar en un color poco habitual se vuelve especialmente interesante. De todas formas, al parecer, este Ferrari que subatará Mecum también llegó a competir, no fue mucho, pero lo suficiente para añadir algo de pedigrí al coche.
El coche se fue a Estados Unidos en 1971 y allí se quedó. Se restauró una primera vez en 1990 y nuevamente en 2023
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS