Ford Big Red, el camión turbina que ha estado 40 años desaparecido

Ford Big Red, el camión turbina que ha estado 40 años desaparecido

El propietario lo tiene en su poder desde la década de los 80 y ha insistido en mantener en el anonimato


Tiempo de lectura: 10 min.

La experimentación con diferentes tecnologías para mover los automóviles no es algo de ahora, viene de muy lejos. Es más, antes, mucho antes, se gastaba bastante más dinero en experimentar del que se gasta ahora, incluso sabiendo que posiblemente no llegaría a ningún lugar y se acabaría por dar carpetazo al asunto. Eran otros tiempos, donde la máxima rentabilidad no era tan influyente en las acciones de cada fabricante. Incluso los ingenieros se montaban sus propios proyectos aprovechando el banco de órganos de que tenían a disposición, algo que hoy día quizá sería motivo de despido.

En realidad estamos especulando un poco, porque no estábamos presentes décadas atrás y no aunque nuestro trabajo está relacionado con el automóvil, no estamos dentro de las marcas y creernos cuando os decimos que hay muchos secretos, más de los que nos dejan siquiera imaginar. Sin embargo, la búsqueda del motor más eficiente y prestacional posible parece ser una constante en la historia de este invento, algo que por otra parte resulta lógico, ¿Quién quiere un motor que gasta mucho combustible a cambio de unas prestaciones, digamos, normales?

Hoy día todo parece apuntar a la electrificación entre los fabricantes de automóviles, pero curiosamente, los fabricantes de vehículos pesados apuestan por la pila de hidrógeno. Al menos hay varias firmas que han visto en esta tecnología el futuro del transporte por carretera como Mercedes, Volvo y Hyundai. Pero si miramos atrás en el tiempo, no podréis contener la sorpresa cuando os digamos que la tecnología del futuro en la década de los 50 para los fabricantes eran las turbinas. Quizá pienses que ya lo sabías, que hay varios coches con esa tecnología, pero, ¿sabías que quienes más apostaron por esa tecnología fueron los fabricantes de camiones?

Turbinas, del cielo al asfalto

Allá por la década de los 60, la tecnología de las turbinas era lo más innovador que se había usado para la industria del automóvil. Fue un “boom” y todos empezaron a imaginarse coches movidos por turbinas a reacción, cuyos diseños, vistos hoy, resultan mucho más llamativos que entonces. En aquellos coches que se llegaron a fabricar animados por turbinas (no fueron muchos, pero los hubo, como el Chrysler Turbine), se hacía constantes guiños a su motor de turbina en multitud de zonas de su carrocería.

Obviamente todos aquellos artilugios movidos por turbina quedaron en el recuerdo, aunque seguramente pocos sabrían que los fabricantes de camiones estuvieron experimentando con las turbinas mucho más que los fabricantes de automóviles, y eso que Chrysler estiró sus experimentos hasta la década de los 80. El caso es que los fabricantes de vehículos pesados veían en las turbinas una importante reducción de tamaño y de peso frente a los tradicionales motores diésel de seis cilindros (sí, esta configuración se lleva usando décadas en el sector).

Si en un coche convencional el peso es importante, poder reducir 100 o 200 kilos del peso en orden de marcha (sin carga) de un camión, significa poder usar esos 100 o 200 kilos para llevar carga, es decir, aprovechar el mismo tamaño y peso para que los viajes fueran más rentables. Al final el motor diésel se mostró más lógico, solo hay que mirar los camiones de hoy día, pero no se podía dejar pasar la oportunidad de probar aquella idea. Y se probó, pues se fabricaron muchísimos prototipos, principalmente en Estados Unidos, desde Mack hasta GMC, pasando, como no, por Ford.

GM Bison 1964

GM Bison, 1964

Y es con Ford con la marca que nos vamos a quedar, pues tiene una historia en su haber con un camión animado por turbina que merece ser contada. Un camión, por cierto, que ha estado 40 años desaparecido y no, no era un camión pequeño, su tamaño es incluso más grande que cualquiera de los que tenemos hoy en las carreteras. Era un aparato de dimensiones muy respetables que requería incluso de una escalera para subir a su puesto de mando.

El Ford Big Red, el camión turbina desaparecido durante cuatro décadas

¿Cómo desaparece una cosa tan grande? Pues no lo sabemos, ciertamente, pero así ha sido. Además, fue un camión bastante famoso, como el Pegaso “Bacalao” aquí en España, pero más futurista tanto por soluciones como por aspecto. Y eso que el Bacalao no era precisamente convencional. Los yankees hacen las cosas de forma diferente, especial diríamos y el camión turbina de Ford lo representaba a la perfección.

El Ford Big Red, como se llamaba este camión turbina, se presentó en la Feria Mundial de Nueva York de 1964 (11 años después del “Bacalao”, por cierto), la misma feria que, curiosamente, había elegido General Motors para presentar su propio camión turbina, el Bison, un vehículo tremendamente futurista y más próximo al típico vehículo terrestre de las películas del espacio de aquellos años. Del Big Red llamaba la atención su diseño exterior, con formas que por aquellos años resultaron muy novedosas y que hacían del camión un artefacto muy grande.

ford big red (1)

La cabina era especialmente alta, con un puesto de conducción a varios metros del suelo, obligando a usar una escalera para subir. De hecho, cuando se abría la puerta, aparecía de forma automática una puerta para facilitar el acceso al habitáculo. Contaba con tres ejes con ruedas sencillas que tiraba de dos semirremolques unidos entre sí por un dolly con dos ejes (una especie de subchasis con ruedas que sirve de anclaje y además es direccional. Pincha aquí para ver uno). El peso máximo del camión era de 77.111 kilos.

Con los semirremolques la longitud llegaba a los 29,26 metros, mientras que la cabeza tractora en solitario solo alcanzaba los 6,02 metros de largo. Tenía una anchura de 2,44 metros y la altura de la cabina es de 3,96 metros (un camión normal mide pocos centímetros menos). La cabina estaba construida en fibra de vidrio y ofrecía un lugar especialmente luminoso y agradable. El puesto de conducción está colocado directamente delante del parabrisas, un panel de vidrio de gran tamaño que permite ver al conductor al completo. Se diseñó para ser muy, muy espacioso y que hasta seis operarios pudieran trabajar dentro al mismo tiempo.

Estrenó algunas soluciones que se emplearon después en los camiones comerciales. Por ejemplo, el suelo era plano y permitía ponerse completamente de pie dentro de la cabina y contaba con cosas como una nevera, televisión e incluso un pequeño horno (hoy día los camiones llevan microondas).

Una turbina con más de 500 CV pero un consumo abrumador

La mayor atracción del Big Red era su motor, una turbina desarrollada inicialmente por la propia Ford para la marina de los Estados Unidos que podía rendir 600 CV brutos (unos 560 CV netos) a 36.600 revoluciones por minutos. Este régimen de giro era rebajado mediante planetarios hasta 3.080 revoluciones para que pudiera ser digerido por la transmisión automática de cinco relaciones de origen Allison.

Ford anunciaba una velocidad de crucero de unos 113 km/h, pudiendo disfrutar de una autonomía de 1.066 kilómetros. Tenía unos depósitos de 280 galones, esto es 1.060 litros, lo que significa que el Ford Big Red tenía un consumo de superior a los 90 litros cada 100 kilómetros, una auténtica locura que, como cabe esperar, fue el principal problema de las turbinas: su nefasto consumo de combustible.

Cabe destacar que el Ford Big Red no fue el primer camión animado por una turbina, pues en 1956 la propia Ford experimento con otro modelo, un Ford CT-1100, al que le instaló una turbina algo menos potente.

ford big red (2)

¿Dónde ha estado los últimos 40 años?

En la década de los 80 el Ford Big Red desapareció, ni siquiera la propia marca que lo fabricó sabía que había pasado con él, pero curiosamente, la revista The Drive consiguió dar con el camión tras una intensa búsqueda. Está en posesión de un particular quien, a cambio de mantener el anonimato y de no decir dónde se encuentra el camión actualmente, ha compartido su historia y toda la información sobre la restauración que sufrido el vehículo.

Por tanto, sí, está en un estado inmejorable y con un funcionamiento perfecto, en la colección de algún millonario estadounidense que se ha gastado un buen pellizco de ese dinero en devolver el camión a la vida. Para empezar, cuando el vehículo llegó a sus manos, la turbina no estaba en su lugar, así que tuvo que buscar una solución y consiguió una turbina Ford de fabricación posterior, una turbina 707, que a pesar de ser algo menos potente (525 CV netos) era más eficiente y más fiable.

El camino hasta la turbina fue bastante interesante. El propietario se hizo con el camión en la década de los 80 (cuando desapareció…) y en 1983 viajó a Dearborn, en Michigan, a la sede de Ford, para poder recopilar toda la información posible sobre el Big Red. Allí obtuvo el nombre de John Stopa, el responsable del Big Red en Ford allá por los años 60, Tras esto, realizó otro viaje hasta Chula Vista, en California, donde estaba Ivan Swatman, un ingeniero que había comprado la tecnología de turbinas de gas a Ford tras finalizar el proyecto. Fue ahí donde obtuvo su turbina Ford 707 en la primavera de 1984. Y para más inri, fue el propio Stopa quien se encargó de la instalación de la turbina en el vano motor.

ford big red (5)

Uno de los apartados más complicados fue replicar el color original, que necesitó seis meses de trabajo. Según afirmó uno de los responsables de su pintado, el camión no había sido diseñado para desmontarse y provocó que el proceso fuera mucho más lento de lo normal. También afirmó que la carrocería de la cabina era extremadamente pesada, fabricada con varias capas de fibra de vidrio y cubierta por gruesas capas de pintura.

La restauración implicó mucha investigación y el propietario hizo algunos “excelentes contactos” en Ford para la recopilación de información. Hicieron falta dos años de trabajo para completar la restauración, pero el actual dueño, quien realizó la restauración hace más de 35 años, solo tiene la cabeza tractora. Nada se sabe de los semirremolques, los cuales, posiblemente, fueran destruidos.

El propietario afirma que la última vez que se condujo fue alrededor del año 2000, pero que el camión está en perfecto funcionamiento aunque poner en marcha su rara y delicada turbina es un riesgo que por el momento no quiere tomar, además, es un vehículo muy pesado y con unas limitaciones en el tráfico actual que hay que tener en cuenta cada vez que se conduce. Afirman que el camión no estará escondido para siempre, pero ahora quiere vivir tranquilo. Dar a conocer el lugar donde se guarda significaría atraer el interés de muchas personas y convertir su hogar en un museo.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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