Desde que BMW se hizo con el control de MINI, las cosas han cambiado una barbaridad. De ser un pequeño cochecillo de aspiraciones “low cost” (aunque objeto de deseo para los usuarios más pudientes…), ha pasado a ser una marca por derecho propio, de talante muy deportivo y totalmente premium. Los alemanes han sabido explotar todas las bondades del concepto MINI, pero yendo un paso más allá en todos los sentidos.

A nadie se le escapa que MINI ya no es tan MINI, que los coches han crecido en tamaño y obviamente, también en peso. Han crecido en categoría, en calidad, en prestaciones y en popularidad. MINI es un fabricante tremendamente personal, con todo un universo a su alrededor que busca ofrecer una experiencia especial desde el mismo momento que se entra por la puerta del concesionario hasta el día que se cambia el MINI, efectivamente, por otro MINI.

Toda esa escalada que ha sufrido la marca seguirá por el mismo camino, haciendo que el “viejo” MINI fabricado por la Morris (ahora lo llaman MINI Classic) sea mucho más pequeño de lo que nunca fue. Incluso el primer MINI de BMW ya resulta pequeño al lado de la gama actual, sobre todo comparado con el Countryman, el SUV de la marca, actual referente de su segmento por comportamiento y prestaciones y uno de los culpables del crecimiento de la marca. Ya se sabe, si quieres triunfar, pon un SUV en tu catálogo.

El MINI Countryman es uno de los SUV más asfálticos que te puedes encontrar, pero también uno de los que mejor comportamiento ofrecen, pudiendo incluso considerarse un buen deportivo. Pero ya lleva un buen número de años en el mercado y los rivales aprietan y parece ser que el próximo Countryman ya está en el horno. Se han podido ver unidades de desarrollo con mucho camuflaje circulando y por lo visto, ese crecimiento del que veníamos hablando será más notable que nunca.

Todos los coches, sin importar el segmento, han crecido en tamaño según han ido pasando los años, pero el MINI ese crecimiento desvirtúa un poco una de sus características. Y en este caso perderá todavía más esa personalidad, pues se dice que el próximo MINI Countryman crecerá el longitud 200 milímetros. Un aumento de 20 centímetros es muchísimo, suficiente para cambiar de parcela de mercado, Sirva de ejemplo que entre los utilitarios y los compactos hay una diferencia de longitud entre los 200 y los 300 milímetros.

Obviamente, ese aumento de la longitud total se tiene que notar en el habitáculo, con mayor espacio para los pasajeros y mayor espacio para la carga. También se mejora la pisada y ciertos apartados del comportamiento en carretera. No en balde, estará basado en la plataforma del BMW X1, una variación de la estrenada con el BMW Serie 2 Active Tourer, con todo lo que ello conlleva.

Pero no será la única novedad, porque la tercera generación del MINI Countryman esconde más cambios. Por ejemplo, dejará de fabricarse en los Países Bajos y trasladará su producción a Alemania, a la misma planta de donde sale el BMW X1, en Leipzig. Entrará en producción al año siguiente de comenzar a fabricar el BMW X1, el cual, debería presentarse como tarde en 2022, dejando el próximo Countryman para 2023.

Estéticamente mantendrá sus rasgos actuales, ofreciendo una evolución sobre lo ya conocido. El lenguaje de diseño que ha tenido MINI desde que vive bajo el paraguas de BMW se ha mantenido bastante fiel año tras año. Pequeños cambios aquí y allá, pero siempre manteniendo la personalidad de la marca y la mayoría de los rasgos. Sin embargo, bajo esa estética que podríamos considerar continuista, se mantendrán los mismos motores o casi. Habrá gasolina, habrá híbrido enchufable y se dice que podría llegar con una versión eléctrica. Además, el John Cooper Works, que ahora presume de 306 CV, podría ir un paso más allá y tomar prestado el propulsor del próximo X1 M35i xDrive.