Lamborghini nos ha comunicado en estos días, que una nueva versión de lanzamiento inminente de su Lamborghini Urus, ha conseguido batir el tiempo más rápido en la mítica ascensión al Pikes Peak para un SUV. Ha empleado un tiempo de 10′ 32.064” en recorrer los 20 km y 156 curvas que componen la mítica subida, para mejorar en algo más de quince segundos el récord hasta entonces vigente en dicho segmento, que ostentaba Rhys Mullen con un Bentley Bentayga desde la edición de 2018.
Como decimos, este récord, aunque reconocido por la PPIHC, la organización que se encarga de la carrera celebrada con carácter anual, en las cercanías de la ciudad estadounidense de Colorado Springs –cuya edición centenaria se disputó a finales del mes de junio pasado–, no fue obtenido durante la competición, por lo que se pone de manifiesto de manera aún más evidente el carácter meramente publicitario del acontecimiento.
El Lamborghini Urus protagonista de la hazaña, cubierto con una librea de camuflaje, es una unidad de una nueva versión del modelo de inminente llegada. Anunciada para este mismo mes, se espera que sea la versión más radical y capaz del SUV de la marca italiana. Las únicas modificaciones respecto del futuro modelo de serie, residen en la introducción de una jaula antivuelco, un asiento deportivo con anclajes para un arnés de seguridad de seis puntos y un sistema de extinción de incendios. Todo ello para cumplir con las normas de seguridad requeridas por el PPIHC, para así poder homologar la marca como récord para el segmento SUV pero, eso sí, en un non-race day –día sin competición–.
“La decisión de ponernos a prueba en Pikes Peak refleja el espíritu tan propio de Lamborghini de “esperar lo inesperado”, y demuestra el rendimiento sobresaliente de la nueva versión del Urus que será presentada muy pronto”, Rouven Mohr, director técnico de Lamborghini
El resto del vehículo respeta las características de la variante matriculable del Lamborghini Urus que están cercanos a presentar, incluido el motor V8 biturbo que lo anima bajo el capó. Los neumáticos, por cierto, son unos Pirelli P Zero Trofeo R, de enorme medida –285/40 y 325/35, ambas en llanta de 22″–, y destacan por ser el primer neumático semi-slick desarrollado específicamente para un vehículo del segmento SUV.
Exhibir o competir
La subida a Pikes Peak, uno de los eventos automovilísticos con más solera de todo el mundo, ha visto intentos de récord de numerosos vehículos poco comunes, a la vez que ha sido testigo de la búsqueda de repercusión por parte de algunas marcas en varias ocasiones. No en vano, el récord absoluto actual lo ostenta el cien por cien eléctrico Volkswagen ID. R desde 2018, año en el que se proclamó ganador con Romain Dumas a los mandos. Ese mismo año fue el Bentley Bentayga el vehículo responsable de un nuevo récord para la categoría SUV, en la cual, en 2014, un Range Rover Sport instauró el tiempo mínimo para este segmento en algo más de doce minutos.
Más allá del resultado que Lamborghini pueda obtener en términos de popularidad gracias a este hito, como opinión personal, no puedo dejar de lado la idea de que, conceptualmente, ninguno de estos vehículos SUV ha sido desarrollado para acometer un desafío contra el cronómetro de cualquier tipo. En un Pikes Peak completamente asfaltado desde hace una década, es difícil entender de qué manera una arquitectura de estas características puede ser una herramienta apropiada para acometer la tarea.
La carretera de montaña se convierte en este caso en un nuevo Nürburgring, donde las marcas desean obtener un tiempo suficientemente notorio como para poder incrementar la repercusión de un modelo justo antes de su lanzamiento. No cabe duda de que la competición, siempre, ha sido un gran escaparate para los fabricantes, así como un escenario en el que llevar un paso más allá el desafío de la técnica del automóvil, con el objetivo de desarrollar determinados aspectos de la ingeniería que favorecerán eventualmente a la movilidad de las masas, pero parece que en casos como este, esa relación está demasiado difuminada y queda enterrada en la maniobra meramente publicitaria.
La búsqueda de repercusión por parte de las marcas da lugar a situaciones tan inverosímiles como el establecimiento de una categoría SUV para los récords de determinados circuitos o tramos, sin que esta división se realice atendiendo a ninguna característica mecánica concreta, sino simplemente como consecuencia de una apariencia estética determinada –y del impulso de la industria–, poco eficaz además conceptualmente para la tarea encomendada: llegar del punto A al punto B en el menor tiempo posible
En este sentido, no sé si entender el hecho de que este Lamborghini Urus haya obtenido el récord fuera de la competición como una muestra de respeto a esta, tratando de apartar un movimiento puramente publicitario de una competición automovilística, regida por otros parámetros más allá del simple exhibicionismo; o simplemente como un elemento más de su estrategia de comunicación, pues la notoriedad de este récord probablemente se habría visto aminorada en el contexto de la prueba oficial. En todo caso, resulta difícil relacionar de manera directa un resultado en competición con las virtudes que son propias de estos vehículos y que los han hecho tan populares, circunscritas a su amplitud interior, la sensación más o menos real de seguridad que aportan a sus ocupantes o su capacidad para que quien está a bordo de él pueda hacer ostentación –elevada a la enésima potencia en el caso del modelo de la marca de Sant’Agatta Bolognese–.
Es un arma de doble filo, en definitiva, que las marcas introduzcan este tipo de modelos en la competición, aunque sea en forma de establecimiento de récords al estilo del mítico libro Guiness. Por un lado, no hay duda de que quien cuente con el dinero suficiente para adquirir uno de estos modelos, se verá condicionado positivamente por este tipo de noticias a la hora de escoger uno u otro vehículo, pero, por otro, sitúa a los SUV en otro escenario en el que su presencia es cuestionable. Es como si, a pesar de todo –el sentido común– y de todos –los petrolheads del mundo–, los fabricantes no solo sigan en su empeño de que este segmento se convierta en hegemónico en la industria automotriz, sino que incluso trataran de burlarse, sobreponiendo sus estrategias de negocio a la sensatez. Por mucho que se esfuercen en ofrecer una visión deportiva de estos modelos, yo seguiré apiadándome de estas enormes moles cuando las veo por el retrovisor, intentando mantener cruceros elevados en autopista contra todas las leyes de la física, o cuando luchan por contener sus exageradas inercias en una carretera de curvas; y respiraré aliviado al verlos depositar a los niños frente al colegio o cargar numerosas bolsas a las puertas del supermercado, tareas para las que sí están destinados.
Ahora bien, no quiero dejar de lado todo el trabajo llevado a cabo por el equipo humano al que Lamborghini asignó la preparación de esta hazaña. De hecho, noticias como esta me hacen pensar que si los fabricantes destinan la mayor parte de sus recursos a la evolución dinámica de estos modelos, es posible que en un futuro cercano su comportamiento sea capaz de ocultar las numerosas consecuencias negativas para la conducción derivadas de su concepto.
David García
No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.La subida al pikes peak sobre asfalto ya no tiene ni la misma gracia ni el mismo riesgo que antes. Ahora ya solo queda batir récord tras récord. Hasta que se mate alguien.
Récord tras récord sin que sean nada realmente interesante. Este tipo de cosas perdieron la gracia hace tiempo. Creo que incluso manteniendo el trazado antiguo, con su tramo de tierra y el mal asfalto, seguiría sin ser interesante tanto récord.