Uno de los pilares de la estrategia de expansión de Tesla en Europa es la puesta en marcha de una fábrica en condiciones, no como las instalaciones de Tesla en Tilburgo (Holanda), en donde se terminan de ensamblar los Model S y Model X que vienen desde California. La Gigafactory 4 se va a ubicar en el polígono industrial de Freienbrink, en Grünheide (Mark), sito en el land alemán de Brandeburgo.
Un nuevo giro de guion complica las cosas a la empresa de coches eléctricos, y es que colectivos ecologistas se oponen a la construcción de la fábrica, al menos en las formas. La Grüne Liga, que podemos traducir como “Los Verdes” de Brandenburgo, intentó parar la tala de árboles para levantar la fábrica, pero un tribunal denegó la solicitud. Esta vez el asunto ha llegado a la Corte Superior administrativa de Berlín-Brandenburgo, que les ha dado la razón y ha ordenado como medida cautelar que Tesla siga despejando 91 hectáreas de árboles. El terreno asignado tiene 300 hectáreas en total. Por cierto, es una zona reforestada, no un bosque natural.
Por lo visto, no se han cumplido ciertos requisitos legales para montar la fábrica, y que las autoridades locales han ofrecido a Tesla facilidades que pueden no ser muy regulares. Los jueces tienen que decidir en profundidad sobre el asunto. Talar árboles tiene ciertas consecuencias, como reubicar la fauna que vive en ellos, y los periodos de apareamiento suponen una complicación adicional. Por si no fuera poco, artificieros han tenido que despejar el terreno de bombas lanzadas en la Segunda Guerra Mundial que aún podían ser un peligro.
¿Qué argumentan desde la Grüne Liga? Primero, que la fábrica puede suponer un problema para la disponibilidad de agua potable y consideran peligroso explotar fuentes subterráneas para un uso que no sea el suministro para la gente. Por otro lado, creen que habrá un aumento en el tráfico ferroviario y vial en la zona tanto por la propia actividad de la planta como por los desplazamientos de sus trabajadores. No se puede decir que no sean unos genios.Este episodio, que roza lo kafkiano, no nos sorprendería si ocurriese en España. Como si lo viera: Tesla no puede continuar despejando árboles en los terrenos de “nosedonde” porque las obras se han comenzado de forma irregular, intentando los políticos que se impongan los hechos por delante de legalidad. Como podéis ver, en todas partes cuecen habas, incluso en la admirada Alemania. El propio Elon Musk tuvo que salir al paso de las críticas en Twitter, explicando que el consumo de agua no iba a ser tan alto:
Sounds like we need to clear up a few things! Tesla won’t use this much net water on a daily basis. It’s possibly a rare peak usage case, but not an everyday event. Also, this is not a natural forest — it was planted for use as cardboard & only a small part will be used for GF4.
— Elon Musk (@elonmusk) January 25, 2020
Aunque se acaben reanudando los trabajos más adelante, ya se está perdiendo tiempo. Es cierto que todas las fábricas pueden tener un impacto negativo allá donde se asientan, pero también tienen impactos positivos, y con lo que hay que quedarse es con el balance. Entenderíamos que los ecologistas protestasen contra el levantamiento de una fábrica de todoterrenos o de deportivos de esos que matan el planeta, pero que paralicen por la vía judicial una fábrica de Tesla es algo realmente sorprendente.
No deja de ser cierto que Tesla tiene que cumplir las mismas normativas que cualquier otra empresa dedicada a la misma actividad, qué duda cabe, pero ¿quién ha metido la pata? ¿La malvada empresa americana no ha respetado la legalidad vigente? ¿Los políticos han ofrecido un calendario poco realista a sus inquilinos? ¿Están causando estos ecologistas una alarma injustificada y simplemente van en contra del progreso? Con el tiempo despejaremos estos interrogantes.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.La pueden montar en mi pueblo, que al paso que vamos con la desindustrialización, no nos va a quedar más remedio que vivir de plantar eucaliptos, de esos que tampoco les gustan a los ecologistas.