El SEAT Arosa era el benjamín de la familia SEAT a principios de siglo, concretamente en el año 2000. El motor del SEAT Arosa 1.4 16v Sport era el más potente de la gama y aunque no eran unas prestaciones deportivas movían con dignidad más que de sobra a esta pelotilla con ruedas. Compartía línea de producción con su primo, el Volkswagen Lupo, bastante más serio.
Era un vehículo de uso polivalente, perfecto para manejarse por ciudad, y que también se atrevía a salir a carretera abierta sin complejos. Con un diseño atractivo y desenfadado podía llevar a cuatro pasajeros, apenas se diferenciaba de sus hermanos, salvo por una enorme salida de escape doble situada en el centro del faldón trasero o la insignia frontal “16v”.
El SEAT Arosa Sport fue un coche infravalorado sin motivos aparentes. Por prestaciones se asemejaba a modelos tan apreciados como el Peugeot 106 Rallye. El coche francés gozaba de tal reconocimiento que se consideró un vehículo de culto mientras que nuestro pequeño patriota se olvidó injustamente
Menos lógico parecía todavía después del restyling y el buen equipamiento con el que venía. Ni siquiera la propia SEAT lo publicitó como se merecía, cuando los medios de comunicación de la época lo elogiaban por su capacidad para tomar las curvas a una velocidad de vértigo, su gran carácter y lo divertido y gratificante que resultaba exprimir en tramos de montaña su pequeño motor multiválvulas.
Esta segunda versión del Arosa adoptó un nuevo frontal con una parrilla dividida en tres partes, con una central más elevada que las laterales y portando el nuevo escudo de la marca. También cambiaron pilotos, faros, paragolpes, capó, portón (con el tirador de apertura disimulado en el escudo). En su interior cambiaron el salpicadero e instrumentación.
Por sus dimensiones (3.551 mm de largo, 1.639 mm de ancho y 1.460 mm de alto) no podías esperar un espacio generoso para el equipaje -unos 130 litros-. A cambio, cuatro adultos se podían instalar en su interior con relativa comodidad. Los asientos eran bastante firmes de mullido y recogían bien el cuerpo, con una postura cómoda al volante que facilitaba la conducción. El acceso a las plazas traseras -era una carrocería de tres puertas- se realizaba mediante un cómodo sistema de inclinación del respaldo, la base del asiento no se desplazaba.
Su equipamiento era bastante decente, llevando de serie ABS, airbags frontales para conductor y pasajero, laterales, cinturones de seguridad delanteros con pretensores y los traseros con tres puntos de anclaje, dirección asistida, faros antiniebla, cuentarrevoluciones, faros delanteros con regulación en altura, retrovisores exteriores calefactados y regulables el, termómetro del refrigerante, volante ajustable en altura, o el volante, freno de mano y pomo del cambio forrados en piel. Las opciones más interesantes eran el aire acondicionado, el techo solar eléctrico o la tapicería en piel.
Esta pelotilla superaba por poco los 900 kg, por lo cual su motor de 1.390 cm3 y 101 CV arrastraba con gran alegría al conjunto del coche. Era un motor de cuatro cilindros en posición delantera transversal, con bloque y culata fabricados en aluminio. La distribución se realizaba mediante dos árboles de levas en la culata y cuatro válvulas por cilindro, mientras que la alimentación era a través de inyección indirecta.
Los 101 CV los entregaba a 6.000 RPM, junto a un par máximo de 128 Nm a 4.400 RPM. Alcanzaba los 100 km/h en 10 segundos y recorría los 1.000 metros desde parado en 31 segundos, mientras su velocidad máxima alcanzaba los 188 km/h. No eran unas malas prestaciones para un urbanita.
Sus consumos homologados en ciclo NEDC eran de 5,2/9,4/6,7 l/100 km en recorrido extraurbano, urbano y medio, respectivamente. En conducción real raramente superaba los 7 l/100 km en los exigentes tramos de montaña. Este extra de potencia iba acompañado de frenos de disco en las cuatro ruedas, que detenían a este chiquitín en muy pocos metros y sin mostrar ningún síntoma de fatiga tras un uso intenso y continuado. El ABS era una opción más que recomendable en las versiones inferiores, casi imprescindible.
Las suspensiones, con esquema McPherson delante y puente semirrígido con brazos longitudinales y efecto direccional detrás, solo pecaban de ser algo blandengues delante, apreciándose cierta flotabilidad cuando circulábamos deprisa por firme ondulado y restándole un aplomo que sería de agradecer. Los neumáticos eran generosos para esta versión Sport, con medidas 195/45 R15.
Esta versión deportiva del Arosa tenía sobre el papel todas las posibilidades de auparse en lo más granado de los pequeños urbanitas con ciertas pretensiones deportivas, pero entre lo poco que lo publicitó la propia marca y su elevado precio, 14.200 euros en 2004, unos 18.000 euros a día de hoy, no funcionó como hubiese querido SEAT. Por cierto, a modo de curiosidad, una de las primeras unidades (0054 BBC) se vendió este verano en Wallapop por 1.800 euros.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Supongo yo que no valoró demasiado por su hermano el Lupo que tenía versión GTI, bastante más rápida y mejor en todos sus aspectos. Ojalá el Arosa Racer se hubiera hecho realidad.
Cerca de mi barrio hay un Lupo GTI que me tiene “loco”, aunque le paso un poco como a este Arosa, model oque me gusta mucho aunque como bien indicas injustamente infravalorado.