En su día fue considerado como la réplica exacta japonesa del BMW Serie 3 y la alternativa a los modelos premium de la tríada alemana del segmento D: Serie 3, Clase C y A4. Se puso a la venta en España en 1999, y finalizando su vida comercial Lexus España decidió sacar una versión más lujosa para acercarse a sus competidores alemanes con un equipamiento completo, la Luxury.
Con cinco añitos encima se empezaba a notar el paso del tiempo, pues aunque su interior estaba realizados con materiales de excelente calidad, el diseño mostraba ya unas formas anticuadas. Sus cotas de habitabilidad eran escasas, sobre todo en las plazas traseras, y su maletero tampoco era muy generoso -400 litros-, aunque su habitabilidad era bastante buena gracias a su amplia superficie acristalada. Sus dimensiones eran contenidas, con 4.400 mm de largo, 1.720 mm de ancho y 1.420 mm de alto. Su peso oficial alcanzaba los 1.425 kg.
El IS 200 era el modelo más accesible de Lexus, marca que tenía una oferta más longeva en segmentos E y F
No alcanzaba la comodidad de un BMW 320i (E46) -su equivalente directo-, pero era la berlina media que más se le acercaba en comportamiento, con un tacto casi deportivo. Su suspensión era más firme que la media del segmento, lo que permitía conducir con rapidez y seguridad por las carreteras de montaña, con unos frenos resistentes y una dirección rápida y precisa, aunque algo dura en las maniobras a baja velocidad. Si unimos su cintura alta a estos aspectos nos podía dar la sensación de conducir un deportivo.
Su corazón era un bloque de hierro de seis cilindros en línea -cuatro era lo normal- de 1.988 cc, que entregaba 155 CV a 6.200 RPM sin turbo, con un par máximo de 195 Nm a 4.600 RPM. No tenía un rendimiento espectacular, pero cumplía acorde a su potencia, al igual que su consumo homologado, que andaba por los 9,6 l/100 km. Su velocidad máxima era de 215 km/h y el 0 a 100 km/h lo realizaba en 9,7 segundos. Sus recuperaciones en 4ª, 5ª y 6ª eran de 9, 11,6 y 14,6 segundos, respectivamente, para pasar de 80 a 120 km/h. Como buena berlina del segmento D, era de propulsión trasera.
La principal virtud de su motor 1G-LE era la suavidad, tanto en su respuesta al acelerador como en su funcionamiento, muy progresivo
Su caja de cambios de seis marchas era rápida y precisa, con relaciones tirando a cortas para favorecer las aceleraciones pero no afectaba en su sonoridad, que era muy baja y apenas se sentía en las fases de aceleración. La mayor fuente de ruidos del exterior provenía de sus retrovisores, poco aerodinámicos a alta velocidad.
Su instrumentación era original y muy completa, su diseño recordaba a un cronógrafo con tres esferas aunque estas eran pequeñas y de lectura difícil. Como argumentos para comprarlo teníamos su exclusividad, su buen precio y un motor con cierto tacto deportivo, y su depreciación era similar a la de sus competidores alemanes. Su fiabilidad estaba fuera de toda duda, al menos en los primeros años de su vida tanto en mecánica como en el resto de sistemas del coche.
Lexus era -y es- la división de vehículos de lujo de Toyota y suponía una buena garantía, que además era de seis años, aunque las piezas de repuesto y recambios eran bastante caros. En su contra destacaba su poco espacio interior, sobre todo en las plazas traseras, como hemos comentado antes, su anticuado diseño y la imposibilidad de llevar ESP.
Sus opciones de equipamiento opcional eran nulas porque simplemente llevaba todo de serie: ABS, TCS, BAS, EBD, LSD de tipo Torsen, airbags de conductor, de pasajero, laterales delanteros y de cortina, cierre centralizado con mando a distancia, elevalunas eléctricos, asientos eléctricos con ocho posiciones -pero sin memoria- y calefactables, climatizador, retrovisores eléctricos plegables y calefactables, faros de xenón, lavafaros, suspensión deportiva y tapicería de cuero…
También podíamos disponer de una carrocería familiar, SportCross, por si necesitábamos espacio extra para el equipaje por un sobreprecio de 2.135 euros de entonces. Nos encontrábamos con dos versiones de un vehículo bastante exclusivo y a buen precio, una buena opción ante las berlinas alemanas, que sin desmerecerlas eran más… comunes.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...La verdad es que era un cochazo, de hecho sigue en cotizaciones muy decentes para los años que tiene. Y una cosa por la que siempre le recordaremos…Desde entonces, a los faros traseros de fondo cromado se les llamaba coloquialmente (e incluso en algún catálogo) TIPO LEXUS jeje.