Muchos consideran la década de los 80 y los 90 como la edad de oro de los coches de carreras. Pero no de una forma nostálgica como si de una buena época se tratase, sino como una época de esplendor que jamás volveremos a ver. Eran tiempos de motores extremadamente ruidosos y potentes que hacían volar coches igualmente impresionantes. Un gran ejemplo lo tenemos en el Sauber-Mercedes C9.
El Grupo C del mundial de Resistencia es lo que el Grupo B fue para el mundial de Rally: lo más de lo más en competición. De hecho, ambos fueron introducidos en 1982 junto con el Grupo A de Turismos. El mundo de las carreras experimentó niveles de inversión y audiencia nunca vistos, ni seguramente los volvamos a ver. A diferencia del campeonato actual, fue un momento donde pudimos disfrutar de batallas entre marcas como Porsche, Jaguar, Peugeot, Toyota o Mercedes.
Quizá sea esta última la más importante. ¿Por qué? Porque aunque Mercedes ha sido una fuerza imparable en la Fórmula 1 moderna, la entrada de la compañía en el Campeonato Mundial de Sport Prototipos representó su primer esfuerzo en competición respaldado por la fábrica desde 1955, cuando una de las “flechas plateadas” se vio involucrada en el accidente en pista más mortal de la historia. 30 años después, decidieron participar como proveedores mecánicos de Sauber.
En 1989, la popularidad del Grupo C era casi tanta como la de la Fórmula 1. Algunos prototipos de la clase C1 superaban los 400 km/h en la recta de Les Hunaudieres de Le Mans
Aunque el primer intento de la asociación germano-suiza tuvo algunos problemas iniciales, el Sauber-Mercedes C9 fue un regreso triunfal para los de Stuttgart. Durante la temporada de 1989 ganaría todas las carreras menos una, incluida la icónica cita de las 24 Horas de Le Mans. Aunque no tan valorado como otros prototipos de resistencia, lo cierto es que el C9 fue uno de los mejores de todos los tiempos, y por eso merece la pena que, de vez en cuando, sea recordado.
No siempre se tiene la posibilidad de conducir un vehículo tan especial, por eso el vídeo que hay bajo estas líneas es tan especial. En él, Sam Hancock, del canal de YouTube Collecting Cars, ha tenido la suerte de probar un C9 de 1987 alrededor del circuito de Donington, Reino Unido, en mojado. Incluso en condiciones “de paseo”, sin capacidad de acelerar hasta su línea roja, el C9 es capaz de producir alrededor de 700 CV y 985 Nm de par. Es ruidoso, visceral y encantador.
Durante la clasificación de las 24 Horas de Le Mans de 1989, el motor V8 biturbo de 5 litros empujó el Sauber-Mercedes C9 hasta los 400 km/h en la recta de Mulsanne, solo superada por el Peugeot P88 un año antes (405 km/h)
Pero más allá del cortometraje en sí, lo que realmente llama la atención (y que apena en cierta manera), es la poca probabilidad de volver a ver algo así. Mercedes, como todos los demás a principios de los 90, terminó su participación. El Campeonato Mundial de Sport Prototipos murió y ninguna “flecha plateada” competiría de nuevo hasta ingresar en el la F1 en 2010, donde se acabarían convirtiendo en el equipo dominante (seis campeonatos de constructores y pilotos desde su regreso).
Las carreras de prototipos sobrevivieron, pero no como lo que eran. Sí, son geniales, la variedad está ahí e incluso son más accesibles que nunca a lo hora de verlas. Pero, por un momento, fue el centro del mundo. Fabricantes, dinero y entusiasmo corrían junto con los coches de forma desmesurada. Con la clase hypercar redefinida por completo este año (y la incorporación de los vehículos del IMSA), es posible que podamos ver otra gran era en el Mundial de Resistencia.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.COMENTARIOS