De más está decir que la llave es un invento milenario, que apareció en el Antiguo Egipto de manera rudimentaria y fue evolucionando en formas cada vez más pequeñas hasta su modernización en el siglo XIX. Aun así, en el considerado primer coche de serie en la historia del automóvil, el Benz Patent Motorwagen, el encendido de su motor nada tenía que ver con el arranque en los coches con el que nos hemos criado.
Nada de ingresar llaves en un tambor. En aquel coche de tres ruedas, lo que se ejercía era, como he leído por ahí, un acto de fe: primero se debía cebar la mezcla de aire y combustible y luego girar la rueda trasera, un volante de inercia incluso más grande que el volante de un autobús, hasta hacerlo funcionar. Lo más lógico era que no arrancara a la primera: muchas veces, la fuerza que se le imprimía no era suficiente.
La manivela delantera fue un avance tan sofisticado como peligroso, porque era incluso más violenta cuando el motor se ponía en marcha y la palanca volvía en dirección contraria a la del giro de arranque. La cosa empezó a cambiar a comienzos de la década de 1910, cuando los coches evolucionaron incorporando al sistema un motor de arranque. El Cadillac Touring Edition fue el pionero, jubilando a la manivela mortal y reemplazándola por un motor eléctrico, una batería, los cables y un interruptor de arranque que ahora se encontraba en la cabina.
La evolución del encendido se fue abriendo paso para hacerlo todo mucho más práctico, eliminando fases previas al accionamiento que demandaban los coches de la etapa del volante y la manivela. Pero, como vemos, también se dio como necesidad de achicar el margen en cuanto a la seguridad. El impacto de la manivela había ocasionado muertes y de allí el desarrollo del sistema de encendido eléctrico mediante un botón localizado justo debajo del asiento del conductor. Solo había que inclinarse un poco hasta alcanzarlo.
De la llave al botón, pues nos hemos familiarizado con los coches actuales que encienden el motor mediante interruptores ubicados entre consola y la columna de dirección. Sin embargo, también podríamos titular esta entrega a la inversa, porque, luego de la inventiva del botón en el Cadillac 1912, se implementó la llave para activar el circuito eléctrico y encender el motor de arranque en un solo movimiento, pero sobre todo por razones de seguridad, ligadas esta vez a evitar robos.
Hecha la ley, hecha la trampa. La introducción de la llave para el encendido del motor no fue la solución definitiva. Por ser planas, las primeras llaves eran tan básicas que podían utilizarse en otros coches. Para aumentarle el grado de seguridad, primero evolucionaron a llaves con patrones en una de las caras y, finalmente, en ambas caras. Un salto grande en el tiempo nos lleva al mencionado encendido por botón star/stop y al sistema KESSY, el acceso a distancia al coche por reconocimiento. Una vez más, la seguridad, además de la practicidad, como hilo conductor de esta historia evolutiva.
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS