Ha pasado ya un buen puñado de años desde que se retiró del mercado el Volkswagen Scirocco, pero todavía queda la duda de si aquel coche era en realidad un compacto estilizado o un coupé. Contaba con un diseño a medio camino entre ambos segmentos y aunque no le faltaba ni una pizca de atractivo, en el fondo, no era más que un Volkswagen Golf recarrozado.
La cuarta generación del Scirocco, lanzada al mercado en el año 2008, lo compartía todo con el Golf, desde la plataforma, hasta los motores y el habitáculo. Contaba con algunos detalles propios, pero las mayores diferencias estaban en la carrocería y en la puesta a punto de cada uno. Valga como ejemplo que la versión de acceso a la gama Scirocco, montaba el motor 1.4 TSI de 125 CV, mientras que la versión más deportiva, era el Scirocco R, con el 2.0 TSI que en primera instancia se montó en su versión de 265 CV y posteriormente, con 280 CV.
El Scirocco R era una de las versiones más interesantes, sobre todo para los amantes de las prestaciones –también se podía optar por la opción de 200 CV con el mismo bloque 2.0 TSI, que no era lento precisamente–, para quienes, además, el coche presentaba una imagen más agresiva y una puesta a punto que buscaba un control más directo del coche. Sin embargo, todo era “muy Volkswagen”, es decir, el Scirocco R era un coche bastante neutro, fácil al límite. Lo mejor es que no escatimaba en detalles como unos espectaculares asientos de diseño bastante deportivo, o los dos terminales de escape, uno a cada lado del paragolpes trasero.
Ocultos a la vista había otros detalles interesantes. Por ejemplo, la suspensión, de tarado bastante más firme que en cualquier otra versión, era 15 milímetros más corta y se completaba con el sistema XDS, que había las funciones de un diferencial de deslizamiento limitado en el eje delantero –controlaba el giro de la rueda interior de la curva mediante los frenos–. Se podía montar la suspensión adaptativa DCC, que resultaba bastante recomendable por su buen funcionamiento.
Evidentemente, el motor, el 2.0 TSI –primero con 265 y luego con 280 CV– marcaba la personalidad del coche. Es un bloque que, como aquel ya mítico 1.8 turbo, resulta muy polifacétivo y la cantidad de versiones que Volkswage ofrecía –y todavía ofrece, pues el CUPRA Formentor VZ que probamos lleva una versión de este motor– es numerosa y además, con muy buenos resultados, sin importar si se combina con el cambio manual o el automático DSG –esta podía costar cerca de 1.900 euros–.
No era, sin embargo, el más deportivo de su categoría. Volkswagen siempre ha optado por una puesta a punto muy particular, que les ha permitido destacar siempre por encima del resto en cuanto a funcionamiento de todo el conjunto, pero siempre sin destacar en nada. Y esa es, principalmente, la personalidad del Scirocco R. Además, tampoco cabe olvidar que en el fondo era un Volkswagen Golf con otra carrocería y otra puesta punto…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS