Aprovechando que estamos en plena canícula veraniega y con pocas ganas de trabajar, el Siata Patricia nos da un soplo de aire fresco para soportar la cuarentena de grados que marcan los termómetros a la sombra. Esta furgoneta hiperventilada fue fabricada por la filial de española de Siata, concretamente en la factoría de la marca situada en Tarragona.
Tan solo se fabricaron seis unidades, pues eran bajo encargo. Esta furgoneta playera abierta y descapotable se basaba en el SEAT 600, con la carrocería debidamente alargada para dar cabida a nueve personas. Destinada para usarse en los destinos turísticos de nuestra geografía, mayoritariamente en la costa, se decidió elegir un nombre de mujer por cuestiones de marketing, por aquello de que la combinación verano-playa-chicas vendía muy bien.
En un principio se construyeron para pasear a las autoridades por el recinto de la Feria del Automóvil de Barcelona de 1969. Fue idea de uno de los principales accionistas de la empresa, Ramón Rato, el de ponerle el nombre de su hija. Parece que gusta poner nombres de familiares -normalmente femeninos- a vehículos especiales.
Esta furgoneta playera derivada del SEAT 600 tenía capacidad para nueve personas y carecía de toda superficie acristalada salvo la luna delantera. Se creó para pasear a las autoridades de la Fira de Barcelona en 1969, y uno de sus seis afortunados dueños fue Salvador Dalí
Con los dos pilares delanteros situados en las esquinas y los traseros delante del vano motor, estaban unidos dos a dos a modo de arco y luego entre sí por un larguero central. Al menos contaba con la luna delantera de cristal; el resto del espacio era totalmente diáfano, sin ventanillas ni luneta trasera. Estaban pintadas en color amarillo.
Las nueve plazas estaban distribuidas de la siguiente manera: una primera fila con un asiento corrido para tres ocupantes, incluyendo al conductor, y detrás dos asientos igualmente corridos enfrentados entre sí con una capacidad de tres plazas cada uno. El acceso a la primera fila se hacía saltando directamente a su interior pues carecía de puertas, aunque con una línea de cintura muy baja para facilitar la tarea. El acceso a las seis plazas traseras se realizaba mediante dos portezuelas, una a cada lado.
Al derivar del 600 se adoptó el motor de 750 cm3 y cuatro cilindros en línea, que generaba 32 CV SAE, alguno menos con nuestros sistemas de medición de potencia. Debido al considerable aumento de peso, no solo por su mayor longitud, sino por la carga que podía transportar -nueve personas, unos 600 kg aproximadamente-, se decidió acortar el desarrollo de la caja de cambios para al menos mantener su “fabulosa” aceleración, a cambio de reducir algo su también “fabulosa” velocidad punta.
La caja de cambios era manual de cuatro marchas y marcha atrás. Desconocemos sus prestaciones, mientras que su consumo se situaba entre los 6,5-7 l/100 km. Su precio allá por 1969 era de 159.300 pesetillas, que supondrían hoy unos 22.600 euritos. Era un precio elevado para la época, pero había que tener en cuenta que no estaba pensado para ganar dinero, era más un vehículo destinado a un público muy concreto de zonas veraniegas del Mediterráneo -principalmente-.
Resulta difícil creer cómo su voluntarioso motor de 30 escasos CV podía mover los más de 1.200 kg que podía llegar a pesar el Patricia con sus nueve ocupantes. Se modificó el desarrollo del cambio haciéndolo más corto y poder tirar con una mínima dignidad, a cambio de perder algo de su “fabulosa” velocidad punta
Un nítido resumen del objetivo del vehículo en esta época de nuestra historia, en la que se vivieron tantos cambios sociales, se puede ver en la conclusión llegada por la revista Cuatroruedas nº 92, de agosto de 1971: “Con el verano la utilidad del «Patricia» resplandece y no es aventurado decir que quizá sea el vehículo de moda en las costas mediterráneas. Por eso, precisamente por eso, hemos colocado junto al playero automóvil el ramillete de bellas muchachas vestidas con frescos bikinis y calzadas con botas de dudoso porte veraniego”.
Uno de sus privilegiados poseedores fue Salvador Dalí, a quien le gustó tanto esta lúdica máquina que desde el momento de subirse en ella decidió comprar una de las seis unidades para pasear a sus amigos en Port Lligat (Gerona). No sabemos por dónde andan desperdigadas las unidades, pero al menos una de ellas permanecía en un almacén propiedad de la Fira de Barcelona.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS