Aunque su principal legado es haber hecho del automóvil un objeto de masas durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, SEAT también es una marca con generosa historia en las carreras. En este sentido, desde trofeos con monoplazas como la Fórmula 1430 hasta el amplio panorama en rallyes consagrado con el tercer y cuarto puesto de Zanini y Cañellas en el Montecarlo de 1977, la empresa española ha firmado un palmarés donde destacan los tres títulos mundiales cosechados por el SEAT Ibiza Kit Car. Uno de los coches de rallyes más interesantes durante la década de los noventa, caracterizado por el perseverante uso de la fiabilidad frente a la potencia de sus rivales. Un diseño ganador que, para ser entendido, es mejor explicar por partes.
Así las cosas, lo mejor será remontarnos a 1993. Tres años antes del estreno del SEAT Ibiza Kit Car, cuando la FIA estableció la Copa del Mundo de Rallyes de 2 Litros para Constructores. También conocida como F2, aquí se dieron cita modelos con dos litros de cilindrada, motor atmosférico y ruedas motrices en sólo uno de los dos ejes. De esta manera se intentó establecer dentro del campeonato mundial una categoría en la que no hiciera falta el enorme grado de refinamiento tecnológico alcanzado por los antiguos Grupo B, intentando así que sobre las pistas pudieran verse coches de rallyes derivados directamente de los modelos de serie. Básicamente una vuelta de tuerca más al concepto ya establecido en 1982 por los Grupo A.
No obstante, como en cualquier competición de este calibre los fabricantes volcaron todo el potencial tecnológico posible dentro de los límites impuestos por el reglamento. De esta manera, las marcas francesas quisieron ser dominantes presentado modelos como el Peugeot 306 Maxi o el Renault Megane Kit Car. Ambos con potencias que llegaron a superar los 300 CV. Muy superiores a las del SEAT Ibiza Kit Car, aunque también más enfocadas al asfalto. Llegados a este punto no resulta complejo comprender la razón por la que el Ibiza acabó siendo vencedor sobre modelos más briosos: la regularidad.
Dentro del campeonato de los F2 las diferencias con los modelos de serie no eran tan fuertes como en otras, sin embargo estos modelos eran bastante competitivos. Además, el Ibiza destacó por su versatilidad en todo tipo de terrenos, pudiendo puntuar en casi todas las citas del calendario
SEAT Ibiza Kit Car, el triunfo de la fiabilidad
Mientras aquellos modelos franceses iban a la perfección sólo sobre asfalto, nuestro protagonista no era sobresaliente en ningún campo pero sí muy regular y capaz en todos. Así las cosas, SEAT acudió con los Ibiza Kit Car a la mayor cantidad de pruebas intentando puntuar en todas ellas. Daba igual si era sobre asfalto, nieve o barro. Fuera la prueba que fuese allí estaba este coche demostrando lo que ya tenían muy claro aquellos que manejaban en los cincuenta los rudimentarios Peugeot de la época en rallyes como el Safari: lo importante no es tanto la potencia como la robustez y la regularidad.
Y así, paso a paso, el SEAT Ibiza Kit Car se hizo con los títulos mundiales de F2 en 1996, 1997 y 1998. Todo ello aún siendo mucho menos potente que algunos de sus rivales, quedando en unos 250 CV a 7.000 revoluciones por minuto directamente enviados al eje delantero. Algo que supuso no pocos problemas de puesta a punto, ya que el chasis no podía asumir fácilmente toda la potencia del motor. Derivado del montado por el Golf GTI, según ciertas opiniones mecánicas podría haber rozado los 300 CV de haberse querido así.
No obstante, si finalmente quedó en unos 250 CV no fue por limitaciones de la mecánica sino por el chasis y el eje. Los cuales respondían mucho mejor rebajando el caballaje hasta esa cifra, siendo seriamente perjudicada la tracción de ir con potencias similares a ciertos modelos de la competencia. Sea como fuere, lo cierto es que el SEAT Ibiza Kit Car es el primer coche de competición ganador de un mundial fabricado en España.
Con tres títulos mundiales en su palmarés, este modelo de carreras es el primer coche de carreras con éxito internacional íntegramente montado en España
Toda una leyenda que va ganando adeptos según el paso del tiempo la encumbra como un clásico de la competición, más aún si tenemos en cuenta que sólo se fabricaron veinte. Por cierto, en el logro de aquellos tres campeonatos – la F2 era sólo de constructores, no de pilotos – también participaron unidades no correspondientes al equipo oficial de la marca. Una genealogía de unidades muy interesante donde se mezclan diversos coches y que, en próximos artículos, iremos desenmarañando a golpe de historial de piloto y número de chasis. Hasta entonces, os dejamos con el recuerdo del SEAT de competición más exitoso de todos los tiempos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS