Echar un vistazo al catálogo de SEAT es mirar una oferta poco emocionate, sin chispa, básicamente la oferta de una marca “del montón”. CUPRA se lleva “lo bueno”, el diseño, las prestaciones y el prestigio. Así es normal que muchos seguidores de SEAT prefieran echar la vista atrás, hacia tiempos mejores para la marca, cuando en España apenas había competencia y SEAT campaba casi a sus anchas. A cuando SEAT tenía modelos de talante más agresivo, como el SEAT 850 Sport Coupé.
Cuando hablamos de deportividad y SEAT, hay que mencionar a CUPRA o bien, a los pequeños coupés lanzados en la década de los 60. La historia de CUPRA es muy cercana en el tiempo y por lo que parece, será muy larga, mucho más que la historia de la propia SEAT, mientras que los coupés son ya parte de la historia de la marca y de España misma, pues cuando se pusieron en circulación, había pocas cosas similares en el mercado, o al menos, pocas que fueran medianamente accesibles. Este es un tema que pocas veces se menciona: los 850 Coupé no eran coches que cualquier español pudiera comprar.
El SEAT 850 Sport Coupé era una evolución del SEAT 850 Coupé, con una carrocería más agresiva y deportiva al estilo de años 60. Eso suponía añadir unos faros adicionales al frontal y modificar la trasera, que se alagaba y recibía nuevos pilotos. También había detalles en el habitáculo, como un volante con los radios taladrados. No obstante, la deportividad de los 60, al menos cuando se habla de lo que había disponible en España, se basaba por lo general en modelos “para las masas”, y los diseños estaban sujetos a bastantes limitaciones, aunque con el SEAT 850 Sport Coupé se logró ofrecer una imagen “de coche deportivo” bastante interesante.
Con respecto al 850 Coupé, el motor, que seguía colgado por detrás del eje trasero, por supuesto, aumentó su desplazamiento hasta los 903 centímetros cúbicos, con lo que se logró pasar de 47 a 52 CV a 6.500 revoluciones, acompañados por 65 Nm a 4.000 revoluciones, que tenían que mover un conjunto que apenas llegaba a los 800 kilos de peso –tenía una relación peso-potencia de 15,9 kg/CV–.
Las prestaciones tampoco distaban mucho del 850 Coupé, pues la velocidad anunciada por la maca era de 149 km/h, mientras que la aceleración hasta los 100 km/h desde parado se hacía en 19,5 segundos –los 140 km/h los cogía tras 52,5 segundos de aceleración “a saco”–. Los 400 metros con salida parada se podía completar en 20 segundos y el kilómetro desde parado en 37,8 segundos.
Si dejamos los fríos datos a un lado, el SEAT 850 Sport Coupé fue un modelo que ofrecía ese “algo más” que buscan algunos conductores. Tenía un diseño que destacaba en el tráfico de la época, prestaciones algo más elevadas que el SEAT 850 del que derivaba, y el estatus con el que se presumía era un argumento que para muchos, fue motivo para comprar este coche.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS