El SARD MC8 era realmente un Toyota MR2 muy modificado, cuyo corazón consistía en un V8 biturbo de 4 litros y 600 CV (1UZ-FE). SARD eran las siglas de Sigma Advanced Racing Development, un equipo de carreras japonés que colaboró con Toyota y que también se dedicaba al tuning de coches. Se desarrolló a mediados de los 90, justo antes de que empezase el Campeonato FIA GT, un campeonato de GT (Gran Turismo) organizado por la Federación Internacional del Automóvil, creado en 1997.
Se crearon cuatro clases o categorías de automóviles: GT1, GT2, GT3 y GT4, ordenadas de forma decreciente según los costes y las tecnologías empleadas. La más importante de ella la, GT1, contaba con una reglamentación tan abierta como el hecho de que solo se necesitaba construir una unidad para su homologación, dando lugar a coches de competición -y sus respectivas versiones matriculables- más salvajes que jamás se habían visto hasta la fecha.
El SARD MC8 era la versión de calle del SARD MC8-R, la versión de competición. Fue desarrollado de forma paralela para poder homologar el coche de competición en las 24 Horas de Le Mans. Su exclusividad reside en que fue un proyecto único desarrollado para participar en la categoría GT1 de la famosa prueba francesa.
Este loco proyecto partió de un Toyota MR2, lo que a priori no tenía nada que hacer frente a competidores de la talla de los McLaren F1 GTR, Porsche 911 GT1, Dodge Viper GTS-R o el Mercedes-Benz CLK GTR. Lo cierto es que del MR2 no quedaba prácticamente nada debajo del capó.
De forma paralela se construyeron una única unidad de las versiones de competición -SARD MC8-R- y la de calle SARD MC8-, para participar en la categoría GT1 de las 24 Horas de Le Mans
Si nos fijamos un poco en su carrocería, descubrimos que parece una amalgama de diferentes deportivos japoneses de los 90. Por ejemplo, en los laterales se vislumbra algo del Mitsubishi 3000 GT, se distinguen algunos elementos que recuerdan al Eclipse de las primeras generaciones e incluso del Mazda RX-7.
No nos resulta para nada conocido porque participó sin pena ni gloria en Le Mans, pues apenas aguantó 14 vueltas en 1995 y quedó penúltimo en 1996. En 1997, en Suzuka, salió ardiendo en plena carrera. De la versión de competición apenas se sabe gran cosa, pero de la de calle la ignorancia es casi completa.
Se tenía información de que estaba en Japón, pero desde los 90 desapareció del mapa. Años más tarde volvió a aparecer en la web japonesa de coches de colección SEiyaa en 2015, dos décadas después de su desaparición. Se supone que debe estar en posesión de algún coleccionista privado, pues duró muy poco en la lista de ventas de la web mencionada. Por 2019 se avistó en un vídeo de Youtube.
Seguramente sea uno de los coches más exóticos del mundo y difícil de ver, en cualquiera de sus dos versiones. Tiene toda la pinta de ser un vehículo bastante complicado de conducir, pero al menos se conserva.
Calcula cuánto cuesta asegurar un Toyota MR2 con nuestro comparador de seguros.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS