Gracias a su profesional pasado aeronáutico, Saab ha aparecido durante décadas como una marca seria, solvente y segura. Lejos de la apuesta italiana por la deportividad y las sensaciones, los modelos de la empresa sueca sólo se comprenden y valoran desde un frío análisis racional donde su fiabilidad, manejo y seguridad destacan por encima de todo lo demás. De esta manera, no resulta muy común ver el nombre de Saab asociado a las carreras. Sin embargo, en el caso del Saab 99 Turbo se da la excepción que confirma la regla ya que fue el primer modelo con turbocompresor que ganó un rallye en el campeonato mundial.
Obviamente el de Suecia. Aunque no por razones relativas a querer dar la buena nueva en terreno propio. Lejos de ello, la victoria en esta carrera también se comprende por motivos de lógica mecánica más que por otros relativas a la publicidad o el pundonor. En este caso, hay que tener en cuenta la amplia experiencia de Saab en el diseño de coches adaptados a carreteras no sólo nevadas sino incluso heladas. Así las cosas, estos suecos rehuían de la propulsión trasera. Esa misma que hasta la llegada de la tracción total se veía como indispensable en el mundo de la competición. Poco útil aquí frente a las bondades de la tracción delantera. Mucho más sobria, pero también bastante más efectiva sobre firme resbaladizo.
Además, en el caso del Saab 99 Turbo existía otra razón de peso para comprender su efectividad en terrenos acuosos. De hecho, lo de peso es literal. Ya que el motor se colocó justo encima del eje delantero, no impidiendo del todo el carácter subvirador del coche pero sí dando aplomo a las ruedas delanteras gracias a la carga que soportaban. De esta manera, la dirección era mucho más previsible y noble que la de sus competidores. Un buen manejo al que ayudó el ánimo de su motor turbo, el cual entregaba en la versión de calle un 44% más de potencia que las unidades atmosféricas. De esta manera, sumando su comportamiento y turbocompresor, el Saab 99 Turbo logró ser una máquina deportiva de lo más interesante. Eso sí, nunca perdiendo la racionalidad propia de la marca. Al fin y al cabo, es un deportivo de la ordenada y cívica Suecia.
El Saab 99 Turbo no sólo es un coche extremadamente seguro para la época, además fue el primer modelo con turbocompresor en ganar en una prueba del Campeonato del Mundo de Rallyes
Saab 99 Turbo, el encanto de la calidad
Hablando de coches que llegasen al Campeonato Mundial de Rallyes durante los setenta, el Saab 99 Turbo no parece de los más emocionantes. No obstante, tras un breve análisis resulta difícil no admirar e incluso desear a este modelo. Para empezar, este Saab representa toda una lección de seguridad para la época. Derivado del Saab 99 de 1967, el Turbo heredó de éste una magnifica base diseñada desde cero con la cual rompió amarras respecto a sus viejos diseños materializados en los 92, 93 y 96 inspirados en los DKW previos a la Segunda Guerra Mundial.
Nacido de una hoja en blanco, el Saab 99 contaba con zonas de deformación programada. Un gran avance para la época, especialmente cuando se revisan las fotografías de diversos test de choque realizados en los sesenta. En este sentido, da verdadero pavor contemplar el amasijo de hierros en el cual quedaban atrapados los ocupantes de no pocos modelos europeos y americanos. Especialmente perturbador en lo que se refiere a las fotografías filtradas de los ensayos con el Dodge Charger. No obstante, en el Saab 99 el uso alterno de zonas deformables con otras extremadamente rígidas repartía la fuerza de un hipotético impacto creando una burbuja de seguridad en torno a los pasajeros.
Además, y recordando a lo que ocurre con los bóxer de Subaru, el motor del Saab 99 se desprendía en caso de colisión impidiendo que pudiera invadir el habitáculo. Novedades especialmente reseñables en los años sesenta, teniendo que esperar diez años – el Saab 99 Turbo apareció en 1977 – para que el turbocompresor además añadiera un toque vibrante a este conjunto tan bien pensado que fue el 99. De esta manera, la potencia de su motor cuatro cilindros con dos litros e inyección Bosch crecía hasta entregar 145 CV a 5.000 vueltas gracias al Garret. Ajustado además de una forma muy inteligente, dando la respuesta de una forma suave y gradual como correspondía a un vehículo deportivo pero ante todo cómodo, sereno y usable.
Dotado de una identidad muy marcada, el Saab 99 Turbo consiguió vender más de 10.000 unidades en su producción desde 1977 hasta 1980
Respecto al precio, el Saab 99 Turbo no era un coche barato. De hecho, comparando datos de la época vemos cómo era más caro que un BMW 323i. E incluso más que un Porsche 924. No obstante, Saab nunca quiso ser una marca generalista. Lejos de ello apostó por cultivar una identidad corporativa muy concreta, situando a los escasos modelos de su siempre reducida gama en nichos de mercado donde el comprador pudiera valorar lo que estaba adquiriendo. Por ello, el Saab 99 Turbo es un coche tan poco conocido como valorado entre los seguidores de la casa sueca. Una mezcla de diseño eficaz, comodidad, seguridad y prestaciones que sólo su sucesor – el 900 Turbo – pudo replicar. Un coche realmente especial.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS