SAAB, Svenska Aeroplan AktieBolaget, algo así como “Aviones Suecos Sociedad Limitada”. Qué triste final tuvo tan particular fabricante, ¿verdad? Y todo porque desde General Motors quería,,, ¿Qué querían? SAAB siempre fue una de las marcas con más personalidad del mundo, no en balde, comenzaron su actividad fabricando aviones –su nombre no es por fardar– y su historia como empresa de aeronáutica se ha mantenido siempre presente, de ahí sus particulares diseños.
Particulares diseños y soluciones innovadoras y de vanguardia, como el uso de la sobrealimentación. SAAB era uno de esos fabricantes que tenían bastante dominada la sobrealimentación y la aplicaban con mucha solvencia en sus motores –no olvidemos que la sobrealimentación procede del mundo de los aviones–. Tenía modelos realmente interesantes, como el SAAB 9-5 2.3T Aero, un coche que estaba encuadrado en el segmento E, donde militaban los BMW Serie 5, Audi A6 y Mercedes Clase E, el trío alemán al que todo el mundo pretende derrotar.
El SAAB 9-5 era una opción realmente interesante, original y, como hemos dicho antes, con una personalidad brutal, muy por encima de sus rivales e incluso de su compatriota sueco, el Volvo S80, que hay que reconocer que tampoco andaba escaso de personalidad ni de soluciones de vanguardia. No obstante, el 9-5 era más “especial”, ya fuera por su diseño, por el temperamento de su motor, o porque en el fondo, se veían menos unidades que de Volvo, y no digamos ya de sus rivales alemanes.
SAAB tenía un gran dominio de los motores turbo y no dejaba pasar la ocasión de poner en liza versiones muy interesantes de sus coches
La primera generación del SAAB 9-5 se lanzó al mercado en 1997 y contaba con interesantes versiones como la mencionada 2.3T Aero, que era las más potentes de la gama. Mencionar que SAAB, al estar englobada en General Motors, compartía una gran cantidad de componentes con Opel y el 9-5 tenía una plataforma basada en la del Opel Vectra, pero convenientemente modificada para la ocasión, pues el SAAB 9´5 era más grande que el Vectra.
Si volvemos al SAAB 9-5 2.3T Aero, nos encontramos con un sedán –también lo había familiar– que medía 4.827 milímetros de largo, mientras que anchura alcanzaba los 1.792 milímetros y el peso se iba hasta los 1.645 kilos. Es decir, no era un coche precisamente pequeño, pero presumía de rodar a 250 km/h. Eso se debía, por supuesto, a su motor, al corazón del vehículo, un cuatro cilindros de 2.290 centímetros cúbicos, sobrealimentado por un turbo y su correspondiente intercooler, que rendía 250 CV a 5.300 revoluciones y 350 Nm de par entre 1.900 y 4.000 revoluciones –hubo una versión anterior con 230 CV–.
No solo era potente, también presumía de cierto talante deportivo, aunque sin perjudicar el compromiso entre confort y dinámica de conducción, aunque lo mejor de todo, por supuesto, era todo lo que ofrecía adicionalmente con respecto a otros modelos, salvo la posición y el funcionamiento del clausor, colocado tras el selector del cambio y su dichoso sistema que obliga a poner la marcha atrás para sacar la llave…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".El mejor producto de SAAB salvo quizás el “Viggen”
Hace 6 años me deshice de mi 9-5 Aero SW y me arrepiento muuuuucho. Tenía la versión de 230cv, pero potenciada hasta los 340cv. Por unos 2000-2500€, pistones forjados, inyectores, bomba, turbo y repro….todo en un coche que me costó 2200€. Insuperable.