Lee Iacocca fue uno de los personajes clave en la industria norteamericana del motor. Dotado de una insólita capacidad para detectar nuevos nichos de mercado, en su haber están modelos como el Mustang o el Viper. Dos deportivos que, sin embargo, no son sus creaciones con mayor alcance comercial. Y es que, tras la Crisis del Petróleo de 1973, Iacocca detectó entre las familias americanas la demanda de un nuevo tipo de vehículo familiar más amplio, práctico y modulable que una berlina. La respuesta fue algo tan revolucionario como la Plataforma S de 1983. Base de monovolúmenes como el Chrysler Voyager y Dodge Caravan, los cuales tuvieron impacto directo en Francia con los Renault Espace y Renault Scenic Concept.
Todos ellos dirigidos a un mercado demandante de una mayor versatilidad tanto para el día a día como para viajes ocasionales. Mejorando el acceso al habitáculo, la habitabilidad del mismo e incluso dando la posibilidad de hacer incursiones ocasionales por pistas de tierra. En suma, Lee Iacocca vio la posibilidad de generar un éxito de ventas al unir los acabados de una berlina familiar con el espacio de un minibús dotado de prácticas puertas correderas. Justo la definición de monovolumen. La cual se ha expandido hasta nuestros días bajo diversas formas, aupada en la versatilidad de aunar en una misma carrocería usos antes segregados en distintos e irreconciliables modelos.
En los Estados Unidos el éxito comercial fue de tal calibre que obligó a reaccionar a casi todas las marcas. Especialmente a Ford, la cual había rechazado el proyecto por divergencias personales entre Iacocca y Henry Ford II. Además, en Europa el eco no se hizo esperar, viendo en 1984 la presentación del Renault Espace. Un vehículo que en realidad empezó a ser desarrollado por la filial de Chrysler en Inglaterra para de ahí dar el salto a SIMCA y su socia Matra. Empresa absorbida por PSA Peugeot Citroën, la cual desechó la idea del monovolumen por considerarla demasiado innovadora en el mercado europeo. Situación que de forma muy audaz aprovechó Renault para hacerse con los diseños. Todo un laberinto empresarial gracias al cual la marca del rombo se puso en la senda de estos vehículos con modelos como el Renault Scenic Concept de 1991.
El monovolumen nació en los Estados Unidos uniendo la comodidad de una berlina con la practicidad de un minibús, aunque en Europa llegó un paso más allá gracias a la imaginación de una Renault por aquellas dada a la experimentación
Renault Scenic Concept, una mirada futurista a la movilidad del siglo XXI
La salida al mercado del Renault Espace estuvo llena de dudas. Algo que reafirmaba al Grupo PSA en haber desechado el proyecto, haciendo cundir los nervios entre unos ejecutivos de Renault impotentes al ver que durante el primer mes de producción sólo se vendieron nueve unidades. Sin embargo, pasando los meses el mercado europeo fue poco a poco fijándose en este monovolumen. De hecho, las revistas especializadas cada vez le dedicaban más páginas centrándose en lo sorprendente de un interior totalmente modulable a la forma y manera de un salón rodante. Perfecto para llevar a toda una familia, pero también para ejercer de oficina improvisada tal y como se veía en la publicidad de la época.
De esta forma, de cara a 1989 la Espace recibió su primera actualización al fin galopando sobre el éxito de ventas. Una situación que invitó a Renault a pensar en más tipos de monovolumen. En lo referido a una categoría superior confío la misión a las propias opciones del modelo existente, el cual ofertaba para finales de la década motores de hasta 120 CV y tracción total en la versión Quadra. No obstante, en lo referido a un escalón por debajo estaba todo por hacer. Un reto incluso para la marca que había ideado familiares tan revolucionarios como el R16, la cual tanteó el futuro de una manera valiente y rupturista con el Renault Scenic Concept.
Eso sí, aplicando soluciones técnicas que ya había expuesto Lancia en 1937 con su Aprilia. Un modelo sin pilar central, lo cual permitía la apertura total de los laterales gracias a unas puertas abiertas en ángulos diferentes. Esquema tomado para el Renault Scenic Concept, el cual goza de un excelente acceso al habitáculo con dos puertas correderas en el lateral derecho y una en el izquierdo. Característica con el uso urbano en mente, adelantándose a la necesidad de una rápida carga y descarga de los niños en la puerta del colegio. Un acto de la vida cotidiana que ilustra muy bien la definición de este coche, el cual pensó soluciones para la movilidad familiar con un espacio amplio a pesar de sus dimensiones propias del segmento C.
Lleno de soluciones imaginativas, el Scenic Concept ensayaba el futuro resucitando ideas vistas en el Lancia Aprilia como la ausencia de pilar central en un modelo compacto
Un punto ejemplificado en la plataforma; compartida con la del Megane que saldría cuatro años más tarde. Además, el Renault Scenic Concept incidió en una imaginativa modularidad y múltiples opciones para la seguridad y comodidad de sus pasajeros. Entre ellas las cámaras para que el conductor pudiera controlar las plazas traseras sin tener que girar la cabeza, un maletero también accesible desde el interior, sensor de presión de los neumáticos o cinturones adaptados a la infancia. En fin, toda una panoplia de mejoras orientadas a crear un pequeño monovolumen para las familias. Algo que puede gustar más o menos, pero que al fin y al cabo nos habla de la época en la que Renault se atrevía con proyectos tan especiales como éste o el Avantime del 2001. Chapéu.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS