El Plymouth Road Runner Superbird es uno de esos mitos que, con unas raíces puramente norteamericanas, ha cruzado fronteras y se ha vuelto tan famoso en todo el mundo como en su tierra natal. Quizá parezca de lo más normal, pero en Estados Unidos, como en Japón, tiene gustos bastante particulares, así como iconos que solo tienen lógica en sus respectivas regiones.
Justamente el caso del Plymouth Superbird, un coche al que se le conoce como el que acabó con los Muscles Car, considerado un mito en Estados Unidos, pero que en Europa no tiene esa imagen tan especial. O sí, siempre que nos guiemos por los expertos estadounidenses y se conozca la historia del coche. Todo hay que ponerlo en su contexto, ¿verdad?
El Superbird nació para correr en la NASCAR, o más concretamente, para arrasar en la National Association for Stock Car Auto Racing –se puede traducir como Asociación Nacional de Carreras de Coches de Serie aunque, actualmente, poco tienen de “coches de serie”–. Apareció en el momento de mayor auge de los Muscle Car, pero fue demasiado lejos para los organizadores de las carreras y para los reguladores, y solo estuvo en el mercado un año.
Plymouth desarrolló el Road Runner Superbird como un experimento aerodinámico para las carreras yankees, con un frontal realmente afilado y un alerón trasero descomunal, cuya altura, un misterio durante muchos años, estaba condicionada por la tapa del maletero –era así de alto para poder abrirla–.
En aquellos años, la NASCAR exigía que para homologar el coche en la competición, había que fabricar un coche “de calle”, por cada distribuidor de la marca en Estados Unidos. Eso supuso la fabricación de 1.920 Plymouth Road Runner Superbird, todos producidos en 1970.
Los Muscle Car eran cada día más populares gracias, entre otras cosas, al éxito de la NASCAR y a los diseños, cada día más agresivos y especulares. Las prestaciones, para poder ser competitivos en pista, aumentaban con la popularidad de los coches y los accidentes, así como los percances, hizo que las pólizas de seguro subieran de precio al mismo ritmo. Mientras tanto, la normativa de emisiones de Estados Unidos se hacía cada vez más restrictiva y la NASCAR, tras el éxito del Superbird, prohibió los coches “aerodinámicos”. Una serie de circunstancias y hechos, que acabaron con la vida del Road Runner Superbird antes casi de que comenzara.
Bajo el capó, como en el caso del Dodge Charger Daytona, que era su cuasi hermano gemelo, había dos V8 de enormes proporciones. El motor “de serie” era el V8 440 Magnum, un motor con nada menos que 7,2 litros y 395 CV, mientras que el motor “opcional”, era el mítico V8 HEMI 426, que con 200 centímetros cúbicos menos, rendía 425 CV y 664 Nm de par. De esta última solo se fabricaron 135 unidades, 58 con cambio manual de cuatro relaciones y 77 con cambio automático.
El Plymouth Road Runner Superbird empezó a lograr éxitos uno detrás de otro, con una popularidad que crecía al mismo ritmo. Incluso provocó que en Chrysler pensaran en detener la producción del Dodge Charger Daytona y centrarse en el Road Runner Superbird, y eso que el Charger Daytona se convirtió en el primer Muscle Car en superar los 300 km/h –322 km/h exactamente– y su palmarés en competición era casi imbatible.
Curiosamente, el llamativo aspecto del modelo hizo que las ventas fueran relativamente malas. Era demasiado innovador y demasiado estrafalario para un coche de calle e incluso hubo quien transformó alguna unidad en Plymouth Road Runner normal, es decir, se le retiraron el afilado frontal y el enorme alerón. Las últimas unidades se vendieron en 1972, dos años después de su producción.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Una máquina debería ser juzgada sobre todo en base a su capacidad para cumplir con su cometido. Es muy claro que el cometido de esa máquina era CORRER y que lo hacía muy bien. Icono, y no solo por mera estética…