Los sedanes, actualmente, son un tipo de coche que parece ser rechazado por casi todo el mundo. Los fabricantes les han dado un poco la espalda y las opciones, al menos entre las marcas generalistas –esas a las que, teóricamente, puede acceder todo el mundo–, se han reducido al mínimo. Es una pena, aunque también es cierto que mucha gente los ha tildado de “coches de señor”.
Antes, por lo general, todos los fabricantes ofrecían al menos una opción con carrocería sedán y si echamos un vistazo a la historia, siempre hay un sedán entre los coches más recordados de cada casa. Y eso se debe a que tiene algo, quizá sea que durante mucho tiempo fueron la imagen del coche “de lujo”, del éxito en la vida y un motivo para presumir.
Por supuesto, siempre ha habido marcas con más habilidad para dar formas a modelos con carrocería sedán que otros, como por ejemplo, Peugeot. La firma francesa es una auténtica especialista en eso de crear modelos de tipo sedán, aunque desde hace tiempo solo se ofrezca una opción en su catálogo: el Peugeot 508. El caso es que Peugeot viene de una historia repleta de sedanes, algunos, incluso, con una imagen igual de interesante que el actual 508, como ocurrió, por ejemplo, con el Peugeot 505.
El Peugeot 505 apareció oficialmente en mayo de 1979, así que podemos imaginar el impacto que tuvo el coche entre los usuarios y aficionados durante su presentación. El frontal da la sensación de una mirada cabreada, que se completa con una línea lateral casi paralela al suelo, volúmenes muy equilibrados y una sensación de ligereza que abarca todo el coche, lo mires por donde lo mires. Una serie de detalles que fueron firmados por nada menos que Pininfarina.
Sin embargo, al parecer, todo esto fue criticado en su momento porque el coeficiente aerodinámica de la carrocería era bastante malo, pues anunciaba un Cx de 0,44. Un dato que se mejoró un poco tras el restyling al que se sometió al modelo.
Otro detalle interesante del Peugeot 505 es que montaba motores longitudinales, que enviaban su potencia al eje trasero. Sí, era propulsión y además, contó con versiones de lo más interesantes, como el Peugeot 505 GTi o el Peugeot 505 Turbo, que llegó a tener un motor con 180 CV. Una cifra muy respetable en aquellos años.
Cuando el Peugeot 505 apareció, la firma se había convertido en el segundo mayor fabricante de automóviles de origen francés al superar los 500.000 coches, pero también venían de adquirir Citroën en 1976, así Chrysler Europa y Poissy en 1978, unas acciones que dejaron las arcas bastante maltrechas. El buen nivel de ventas del 505 y la locura destacada sobre el Peugeot 205, permitió que la marca pudiera recuperarse –sobre todo gracias al 205–.
El Peugeot 505 se llegó a exportar a Estados Unidos. Primero se llevaron unidades con motores diésel para hacer de taxi en Nueva York y en Los Ángeles. También se vendió en Egipto, Argentina, Chile y China. La producción no finalizó hasta el año 2005, cuando dejó de montarse en Nigeria, momento en el cual, se habían superado las 3,3 millones de unidades producidas del Peugeot 505.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS