Con el Opel Frontera, la marca del rayo consiguió un súper ventas en el segmento de los 4×4 desde su lanzamiento en 1993 (generación A). Fue líder en Europa tanto en sus versiones de cinco puertas como el más juvenil Sport. Triunfó a pesar de su limitada oferta mecánica en aquella primera generación, la cual hacía huir a quien buscara cierto nivel de prestaciones.
Se asoció a un gasolina 2.4 de 125 CV y un voluntarioso 2.3 Turbodiésel de 100 CV. Más tarde recibiría motores de gasoil más potentes como el 2.8 de origen Isuzu o el 2.5 VM. Sin embargo, hubo que esperar al cambio de modelo de 1999 (generación B) para encontrar una versión verdaderamente prestacional.
El Frontera tope de gama era el denominado 3.2 V6 Limited, combinado en exclusiva con la carrocería larga de cinco puertas y que ya se conocía en el Monterey, el otro todoterreno de la marca, primo del Isuzu Trooper, pero con 177 CV. Se trataba de un bloque multiválvulas de 3.165 centímetros cúbicos y 290 Nm de par, que prometía 205 CV a 5.400 RPM gracias a un nuevo colector de admisión variable.
Las prestaciones oficiales hablaban de una velocidad punta de 192 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,7 segundos. Poco espectaculares en términos absolutos, pero alcanzar esa velocidad con un coche que se acercaba a las 2 toneladas…
Ver cómo la aguja del velocímetro subía era bastante sencillo por el empuje del V6 y los acertados desarrollos del cambio, lo que unido a una buena puesta a punto de su bastidor y suspensiones le hacían un vehículo mucho más cómodo de lo que pudiera parecer en un principio, así que mantener cruceros elevados por autopista no era nada descabellado. Pero en cuanto la carretera se torcía, la gravedad, el peso y el sentido común aconsejaban reducir el ritmo.
Y es que el Opel Frontera no era un SUV como lo entendemos ahora, así que estaba concebido para abandonar el asfalto y adentrarse en pistas o caminos más o menos rotos, pese a que en esta segunda generación se modificaron algunos elementos para enfatizar su carácter rutero como la dirección por cremallera o unos recorridos de suspensiones algo más cortos. Sí mantenía su condición de tracción trasera con la posibilidad de conectar la total a golpe de botón, así como la reductora con la característica segunda palanca de los 4×4 de hace unos años.
Sin embargo, en campo el Opel Frontera 3.2 V6 Limited contaba con la limitación de su larga batalla (2,7 metros), anchos neumáticos con llantas de 16 pulgadas y una altura libre algo limitada por el diseño del paragolpes delantero. No obstante, comparado con su hermano con motor Diesel, el 3.2 V6 resultaba preferible por su superior fuerza a bajas revoluciones y la exasperante tendencia a calarse del 2.2 DTi, que fue el verdadero rey de la gama.
No porque el 3.2 V6 fuese especialmente costoso de adquirir (apenas 2.500 euros más de la época), sino por unas cifras de consumo capaces de asustar hasta a los más desprendidos a la hora de pasar por una gasolinera. Homologaba una media de 12,6 litros cada 100 kilómetros (por 9 del 2.2 DTi) y 17 litros en ciclo urbano.
Con todo, el Frontera 3.2 V6 no estaba entre los más gastones, pues un Ford Explorer (lo más parecido en relación potencia precio) subía algún litro más, y en la línea del Montero ya con el 3.5 GDi de inyección directa. Si acaso fue ideado como versión lujosa de la gama Frontera, al 3.2 le faltó distinguirse de sus hermanos más terrenales, pues la sugestiva denominación Limited era compartida con el 2.2 DTi con carrocería larga.
Además, el aire acondicionado seguía siendo opcional en esta versión. Al menos el ABS sí que era de serie (1.200 euros costaba en el 2.2), pero poco más les diferenciaba a simple vista, quedando elementos como la tapicería de cuero o techo solar en la lista de opciones. Con todo, el Opel Frontera 3.2 V6 era un coche apetecible que mezclaba con dignidad las virtudes de una confortable berlina con la que viajar y las aptitudes offroad esperables en aquel tipo de carrocería.
Una pena que ya apenas queden coches como este. De esa época podemos citar otros 4×4 orientales con motores gasolina potentes, como el SsangYong Musso E32, Suzuki Grand Vitara V6 o Galloper Innovation 3.0 V6.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.El sistema de climatización, hace daño a la vista ¿A quien le pareció buena idea dejarlo así?
En cuanto al 2.3 diésel, se queda corto de cilindrada, tal vez un 2.4, 2.6 hubiera casado mejor con el coche y seguro tiene algo mas de prestaciones, ya puestos algún caballo de mas.
Te olvidas de la aberración cometida hace ya unos años….. La cual se estrello, literalmente
¿Te refieres a esto? https://youtu.be/vx5JpY9DM_k
Sí, por desgracia, no se en que estarían pensando.
El motor diésel, no llegaba a los 100 caballos, faltaba seguridad y encima olía mal