El ahorro en el consumo de los motores y lograr bajas emisiones no es algo nuevo, en realidad es un objetivo que se ha perseguido siempre. A veces con mayor ímpetu y otras, con menos, pero la idea de obtener motores de muy bajos consumos siempre ha estado ahí. Hay que tener en cuenta que los usuarios siempre buscarán un vehículo que sea barato de mantener y además, también está el hecho de que un motor, por potente que sea, si consume en exceso, no es un buen motor.

Seguro que muchos recordarán el Volkswagen Lupo 3L y su primo, el SEAT Arosa 3L, dos coches que sorprendieron por sus bajos consumos, obtenidos gracias a unos motores diésel supereficientes y a un trabajo general en los coches para hacerlos más aerodinámicos y ligeros. Pues bien, en realidad, aunque innovadores, no fueron los primeros. Ni siquiera los segundos. Opel se adelantó a Volkswagen en eso de coches muy eficientes con el Opel Corsa Eco3 Prototype, cuya primera iteración apareció en 1992 –los modelos de Volkswagen aparecieron a finales de esa década–.

La búsqueda del ahorro de combustible viene desde la década de los 70 y su crisis del petróleo, un momento de la historia que hizo recapacitar hasta a los fabricantes norteamericanos, siempre amantes de los motores enormes y consumos elevados. ¿Qué más da? Si había petróleo de sobra y además, barato… igualito que ahora, ¿verdad? Además, en aquellos años, Europa ya estaba empezando a imponer duras normativas para tener bajo control las emisiones, como la obligatoriedad de montar catalizadores desde finales de los 80.

No alcanzaba los tres litros de los prototipos de Volkswagen, pero apareció bastante antes y la idea era la misma: reducir los consumos por todos los medios

1992 Opel Corsa Eco 3

El Opel Corsa Eco3 Prototype era la respuesta a muchas de esas nuevas normativas y aunque nunca llegó a producción, muchos coches de calle se beneficiaron de sus ideas. Se presentó oficialmente en el salón del automóvil de Ginebra y llamó poderosamente la atención. Montaba un motor turbodiésel que fue modificado para lograr un consumo alrededor de los cuatro litros. Ese motor, en su versión de producción, homologaba consumos de 5,1 litros, es decir, la marca buscaba reducir los consumos en un 22%.

Así, las modificaciones fueron interesantes. Se redujo la presión de trabajo del circuito de aceite y se empleó un aceite sintético –tanto para motor como para transmisión–, contaba con un sistema de arranque y parada, que detenía el motor al ralentí y lo arrancaba cuando se presionaba ligeramente el acelerador. La potencia del motor llegaba a los 72 CV a 4.600 revoluciones y el par a los 143 Nm a 2.600 revoluciones. El cambio también se modificó, con una relación final algo más larga –se pasó de 3,42 y 3,74– y se cambió el desarrollo de la quinta marcha –de 0,71 a 0,63–.

La carrocería, por su parte, también se adaptó a las nuevas exigencias y se buscó, como cabría esperar, que fuera más aerodinámica. El paragolpes delantero era nuevo, específico, de formas más suaves y entradas de aire más pequeñas. Los laterales contaba con espacios optimizados y unas taloneras que reducían las turbulencias y atrás, había un paragolpes que canalizaba mejor el flujo de aire. La altura del casco se bajó ocho milímetros y se montaron tapacubos aerodinámicos.

Por supuesto, se contaba con neumáticos de baja fricción desarrollados por Goodyear, que reducían un 50% la fricción de la rodadura.