En el mes de diciembre de 2005, se ponía a la venta un coche que, para muchos, ha sido completamente olvidado: el Opel Astra OPC. Las siglas OPC hacían referencia a Opel Performance Center, que fue la división deportiva durante una temporada, en reemplazo de las míticas GSi, una temporada durante la cual, en Opel decidieron hacer algunos de los coches más bestias que han tenido la firma en su catálogo e incluso en modelos como el Opel Meriva, un pequeño monovolumen del segmento C que no tenía rival en el mercado.
No era el primer Astra en contar con una versión OPC, la segunda generación del modelo, el Opel Astra G, fue la primera en contar con un variante así, aunque en esa ocasión era un modelo algo más comedido, tanto por imagen como por prestaciones. Una de las mayores diferencias, es que el motor del Astra H OPC montaba un turbo, que permitía disparar la potencia y convertirlo en uno de los Opel más potentes hasta la fecha y también en uno de los más salvajes, pues pronto se hizo famoso por un comportamiento bastante temperamental.
El Opel Astra OPC se basaba en el GTC, la carrocería de tres puertas que, posiblemente, fue la más atractiva de la gama y, al mismo tiempo, uno de los tres puertas más interesantes que ha lanzado Opel hasta la fecha. Básicamente, se logró darle una imagen realmente personal que caló mucho entre los usuarios más jóvenes. Esa imagen más dinámica y deportiva se reforzó con un kit de carrocería específico, como suele ser costumbre en todas las versiones deportivas, que servía de adelanto para lo que escondía el capó.
Ahí, había un propulsor de cuatro cilindros con bloque de aluminio y culata de hierro con 16 válvulas, que con 1.998 centímetros cúbicos y un turbo con su respectivo intercooler, rendía 240 CV a 5.600 revoluciones y 320 Nm entre 2.400 y 5.000 revoluciones. No era el más potente del segmento, pues no debemos olvidar que, entre otras cosas, tenía que verse las caras con modelos como el Alfa Romeo 147 GTA, que presumía de un V6 atmosférico de 250 CV. Sin embargo, como hemos comentado antes, se hizo famoso por tener un bastante mal genio y además, era más rápido que el mencionado compacto italiano, por poner un ejemplo. Frente a muchos rivales también era más rápido, pues muchos de ellos, como el Renault Mégane RS, se quedaba alrededor de unos 20 CV por debajo del Astra OPC. El cambio era manual de seis relaciones y no había automático ni como opción.
El motor era el mismo dos litros sobrealimentado que el usado en el Opel Astra 2.0 Turbo, pero con una serie de cambios como nuevos pistones de aluminio y silicio –y refrigerados por chorro de aceite–, inyectores con mayor caudal y también se eliminaron los ejes de equilibrado para reducir masas rotantes. La presión del turbo también es específica.
Un detalle llamativo a día de hoy, es que con 240 temperamentales caballos, las ruedas no son muy grandes, o no lo son según estándares actuales, pues calzaba unos neumáticos 225/45 en llanta de 18 pulgadas. Es evidente que los coches modernos están sobrecalzados…
La suspensión era muy dura, pero se volvía todavía más firme cuando se pulsaba el botón “Sport”, lo que hacía perder eficacia y lo hacía un poco exigente en asfalto con mal estado. Al menos iba bien equipado y entre otras cosas, destacaban los espectaculares asientos Recaro, aunque también destaca, aunque para mal, por tener una instrumentación excesivamente escueta.
Como coche deportivo cumplía: 0 a 100 km/h en 6,4 segundos y llegaba hasta los 244 km/h. Los 1.000 metros con salida parada se completaban en menos de 27 segundos y los 400 metros en 14,6 segundos.
Poca gente se acuerda de esta bestia alemana, que tenía un deportivo de combustible demasiado pequeño para su voraz apetito, aunque con una relación peso-potencia de 5,80 kg/CV, se puede pasar un poco por alto.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS